Adiós rumbero en Bueu al único festival con milagro incluido

maría hermida / lópez penide BUEU / LA VOZ

BUEU

Emilio Moldes

06 ago 2017 . Actualizado a las 05:30 h.

Galicia anda estos tiempos preñada de festivales. Es difícil diferenciarse entre semejante caldeirada de conciertos. Y es que, si algo somos los gallegos, es abundantes. Así que la música no para. Pero hay festivales con suerte. El SonRías Baixas, ese mismo que ayer se despidió de Bueu con los Estopa como plato fuerte, es uno de ellos. Justo es decir que la organización lleva años trabajando duro y con acierto para conseguir que la buenense se consolide como una cita intermedia, donde lo mismo puedes escuchar a Ses y sus cantos libres como ocurrió el sábado, que irte a Bosnia con los Dubioza Kolektiv que contagiarte, como ayer, de la rumba y ganas de farra de los campechanos hermanos Muñoz. Pero es que, encima, el SonRías Baixas ahora tiene un elemento diferenciador único, distinto a todo cuanto festival haya partido esta tierra: es el festival del milagro. Lo es. Así lo hizo constar Amparo Sánchez, líder de Amparanoia, que difícilmente olvidará el concierto que dio el sábado a última hora en Bueu. No en vano, lo definió como el primer concierto de su nueva vida, el del «milagro». ¿Por qué? Porque en el viaje hacia Bueu el coche en el que viajaba el grupo quedó cercado por las llamas en la A-52, en el incendio de Verín.

Gastronomía y música

La emoción de Amparanoia debió contagiarse al respetable, que ya había vibrado antes con Ses. Y esa atmósfera de emociones no se sacudió a lo largo de la jornada de ayer, en la que por cierto se agradeció que la lluvia diese una tregua y que el sol acompañase en los conciertos del mediodía. Los Poetarras fueron los encargados de que en Bueu no faltase la conjunción más sagrada al noroeste de la península Ibérica: gastronomía y música. Maridaron ambas cosas para deleite de los presentes, muchos de los cuales acumulaban ya horas y horas de música y juerga.

Ya por la tarde, el protagonismo se le cedía al cine, con la proyección de cortos de la mano del FICBueu. Y, por la noche, música a lo grande. El guion marcaba que los primeros en subirse al escenario serían los componentes de Arco. Y, luego ya sí, tocaba disfrutar con las rumbas de Estopa. Los catalanes, que ya estaban en Bueu desde horas antes del concierto, traían artillería musical pesada. No en vano, despacharon muchos de sus éxitos sobre la palestra buenense. Se pudo escuchar y bailar con temas como Vino tinto, Tu calorro, Los Chichos o Me falta el aliento. Cuando ellos terminaron y el ambiente estaba ya más que caldeado, todavía quedaba mucha música por delante. Faltaban varios grupos por actuar. Y el público pedía más en el festival milagrero SonRías Baixas.