Un preso de A Lama intenta emboscar a funcionarios en su celda

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

INSTITUCIONES PENITENCIARIAS

El recluso «había fabricado un pincho carcelario arrancando y afilando una de las patas de la silla»

14 ago 2022 . Actualizado a las 23:42 h.

Este domingo, la asociación profesional de trabajadores penitenciarios Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) denunció que este pasado jueves uno de los internos más peligrosos de la cárcel A Lama intentó «matar» a un funcionario.

Según precisaron, el recluso reside en el módulo de aislamiento donde las celdas son individuales y la agresión ya había venido precedida en días anteriores de amenazas del estilo de «quiero ver sangre y muerte... Apuñalaré a un funcionario o preso, me da igual». Esta circunstancia determinó que los empleados penitenciarios realizaran un informe para avisar de esta conducta a la dirección, por lo que se dispusieron de «una serie de medidas para minimizar riesgos de agresión». Entre ellas, «no tener contacto físico con él, esposarlo antes de salir de la celda, si es necesario tener contacto físico, utilizar en solitario el patio».

Desde la TAMPM señalaron que, en todo caso, los reclusos «saben que su oportunidad para emboscar a los funcionarios es obligares a entrar en la celda, ya que por su reducido tamaño solo se puede entrar de uno en uno».

De este modo, pasado el mediodía del 11 de agosto, durante el reparto de las compras que encargan los internos al economato, el interno empezó a discutir y amenazar a los funcionarios. Es por ello que se activaron los protocolos específicos para estos casos dándose aviso al jefe de servicios, así como se intento tranquilizar al interno.

Sin embargo, este, en lugar de deponer su actitud, destrozó su celda y lanzó por la ventana el televisor que tenía para, acto seguido, tapar la ventana con una sabana y la puerta con el colchón de su cama. Y todo ello, según añaden desde este colectivo, para evitar que los trabajadores pudiesen ver cómo se preparaba para repeler la entrada de los funcionarios.

Trajes especiales de protección

Los empleados públicos destinados a este módulo tuvieron que ponerse unos trajes especiales de protección, «que son los mismos para todo el colectivo». Esto determina que, dependiendo de la complexión de cada uno, «pueden ser más o menos eficaces».

A esto se suma que, según denuncian, «la formación y práctica para el desempeño de estas intervenciones es prácticamente nula, aunque existe una instrucción de la secretaria general de instituciones penitenciarias que dice que esa formación y práctica ha de ser continua». Sin embargo, «como muchas de las obligaciones que tiene la administración con sus trabajadores, no se cumple».

De igual modo, reseñaron que, mientras la media de edad de los funcionarios de A Lama es de 53 años, este recluso «está en plenas facultades físicas a sus 32 años, por lo que nuestras aptitudes físicas no son las idóneas para este tipo de intervenciones». Además de que «un trabajador penitenciario no ha de superar ninguna prueba de aptitud o talla para aprobar la oposición a este cuerpo, ya que la propia Administración nos considera un cuerpo administrativo» cuando, «sin embargo, tenemos que hacer funciones de GEO, bomberos, enfermeros, psicólogos y un largo etcétera de funciones».

En cualquier caso, ya equipados, nada más abrir la puerta de la celda, los trabajadores se encontraron el colchón en posición vertical tapando la entrada: «Gracias a la fortuna, esos funcionarios decidieron extraer el colchón de la celda y no empujarlo hacia adentro como esperaba en interno». Y es que este estaba detrás del mismo «haciendo fuerza y esperando a los funcionarios», por lo que «perdió el equilibrio y cayó encima del colchón, facilitando esto que se pudiese inmovilizar con cierta seguridad para los funcionarios».

Pincho carcelario

Fue entonces cuando se percataron de que «había fabricado un pincho carcelario arrancando y afilando una de las patas de la silla que tienen en sus celdas. La intención estaba clara, pretendía clavarle ese pincho al primer funcionario que entrase en la celda».

Desde la TAMPM tienen claro que, en esta ocasión, «la suerte ha estado de nuestra parte, pero es una ruleta rusa que en cualquier momento puede tocar a los que realizamos este trabajo».

Nuevo incidente

Los problemas con este recluso no acabaron ahí. Y es que, al día siguiente, el preso, al ver las consecuencias de sus actos -«estar solo en el patio, estar solo en su galería, escaso contacto con los funcionarios...»- solicitó hablar con un empleado penitenciario, quien constató que el preso estaba «haciendo una soga con una sabana».

Por segundo día consecutivo, se activó el protocolo de seguridad, mientras se intenta tranquilizar al interno, quien, en esta ocasión, «colabora para ser esposado y así poderlo trasladar a una celda acristalada de otro módulo».

Desde este sindicato instaron a la dirección de A Lama a trasladar a este interno a otra prisión, ya que «es una clara amenaza para los funcionarios y para otros internos». Además de que «un cambio de centro evitaría que conociese las rutinas de los funcionarios y su fijación sobre alguno de ellos a los que hace responsables de su situación. Ya que este tipo de internos nunca reconoce la culpa de sus acciones y se limita a culpabilizar al que tiene obligación de impedir sus malas acciones».