El último insumiso civil entra en prisión

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

A LAMA

M.Moralejo

El vigués Luis Villaverde rechazó en el 2001 pagar una multa de 1.503 euros por negarse a realizar el servicio militar o la prestación social sustitutoria, pese a que hubiese evitado ingresar en A Lama

14 sep 2021 . Actualizado a las 15:54 h.

En septiembre del 2001, el vigués Luis Villaverde era el único civil en España que permanecía en prisión por un delito de insumisión, que no era otra cosa que negarse a realizar el servicio militar obligatorio o la prestación social sustitutoria.

La mili, como se conocía popularmente el servicio militar, dejó de ser obligatoria en España en marzo del 2001. Solo unos meses después ya no quedaban civiles insumisos en las cárceles españolas, aunque sí algún militar. Sin embargo, en septiembre de ese mismo año, Luis Villaverde estaba en el penal de A Lama. Esta situación fue debida a la persistencia moral del joven a considerar ilegal cualquier acción derivada de su insumisión. Hubiera podido evitar los siete meses de cárcel a los que fue condenado pagando una multa de 1.503 euros, pero se negó a reconocer como justa la inhabilitación para ejercer cargos y puestos públicos.

«No me gustan los ejércitos ni las guerras y creo que cualquier prestación social debe ser voluntaria y nunca obligatoria. Creo que no cometí el delito por el que me condenaron, y por eso decidí no aceptar voluntariamente ninguno de los sucesivos castigos que me impusieron. Hubiese sido mejor para mí que me embargasen la multa porque no tendría que ir a prisión, pero no iba a pagarla voluntariamente», explica en La Voz de Galicia el 19 de septiembre del 2001.

Luis Villaverde, que falleció en el año 2011, había sido indultado del delito de insumisión en julio de 1998, pero no de los demás pronunciamientos contenidos en la sentencia, que añadía: «A condición de que no vuelva a cometer delito doloso durante el tiempo de normal cumplimiento de la condena». Se refería esta parte del indulto, firmado por la ministra Margarita Mariscal de Gante, a la inhabilitación para cargo o empleo público.

Como él consideraba injusta la condena inicial, no la tuvo en cuenta y se presentó a varias oposiciones, consiguiendo tres plazas diferentes en la Administración Pública.

La Voz de Galicia dio cuenta del juicio al que fue sometido nuevamente por aquella circunstancia. Allí se explicó que Villaverde había sido condenado en octubre de 1997 a dos años y cuatro meses de prisión, pero los jueces que redactaron la sentencia solicitaron el indulto parcial al Gobierno. La pena le fue conmutada por la inhabilitación absoluta para desempeñar cargo o empleo público hasta enero del 2001. Al conocer la condena, el Concello de Redondela despidió al joven, contable de profesión y con estudios de Imagen y Sonido, contratado dos meses antes como coordinador de un curso de formación ocupacional de escuelas infantiles.

Villaverde consideró injusta desde todo punto de vista la sentencia y, «como forma de protesta», se presentó a todo tipo de oposiciones públicas y privadas. En marzo de 1998, obtuvo una plaza provisional como tramoyista en el Ballet Rey de Viana. Una semana después, fue despedido al poner en conocimiento de sus superiores su inhabilitación. En 1998, obtuvo una plaza de peón de vigilancia de la piscina municipal de Moraña, de la que fue despedido cuatro días después sin percibir salario. «Siempre esperé que algún jefe me apoyase y me permitiese seguir en mi puesto», decía entonces a este periódico.

En diciembre del 2000, el Juzgado de lo Penal número 2 de Vigo condenaba a Luis Villaverde Caride al pago de 225.000 pesetas de multa (1.503 euros), como autor de un delito de quebrantamiento de condena al haber trabajado para la Xunta cuando estaba inhabilitado para cualquier trabajo en la Administración Pública. Entró en la cárcel porque se negó a pagar aquella multa que consideraba injusta y que iba contra su derecho a trabajar.

Ya en en el penal de A Lama, Villaverde fue entrevistado por un periodista de La Voz que le preguntaba por la opinión que tenían de él sus compañeros. «Todos con los que he hablado me han dicho que les parece injusto. Me dan ánimos y me dicen que siete meses y medio pasan rápido. Mi compañero de celda al principio no entendía mi actitud, por qué no había pagado para evitar la prisión. Ahora comprende mis motivos», afirmaba.

Por aquel entonces, hubo varias manifestaciones de apoyo a Luis convocadas por colectivos antimilitaristas y alguna asociación de vecinos de Vigo, pero siguió en la cárcel hasta abril del año siguiente, cuando fue liberado tras cumplir la condena.

Unos meses más tarde, el Congreso de los Diputados aprobaría una reforma para despenalizar la insumisión. Para entonces había finalizado el servicio militar obligatorio y todas las fuerzas políticas querían evitar las polémicas sentencias. Al mismo tiempo, el Gobierno había concedido numerosos indultos a los insumisos que solicitaron esta medida de gracia con anterioridad a la derogación de los capítulos del Código Penal y Militar que recogían aquel delito.

La actitud moral de gente como el vigués Luis Villaverde hizo posible un gran cambio que afectó a muchas personas en toda España.