El Hannibal Lecter de A Lama deja de reconocer la autoridad de los funcionarios

l. p. PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

JAIME OLMEDO

El guineano Fabrizio João Silva Ribeiro, en cuyo historial figuran dos asesinatos y una brutal agresión contra los funcionarios de un penal gaditano, fue trasladado a comienzos de año a la cárcel pontevedresa

21 mar 2019 . Actualizado a las 06:50 h.

El guineano Fabrizio João Silva Ribeiro está considerado como uno de los reclusos más peligrosos de las cárceles españolas, circunstancia que le ha hecho acreedor del apodo de Hannibal Lecter. En su historial figuran dos asesinatos y una brutal agresión contra los funcionarios de un penal gaditano. Trasladado desde comienzos de año al centro penitenciario de A Lama, ha remitido una instancia a la dirección comunicando, por un lado, que dejaba de obedecer las ordenes de los funcionarios y, por otro, que dejaba de reconocer autoridad alguna dentro de esta prisión.

Las fuentes consultadas, además de confirmar este extremo, remarcaron que es un ejemplo más de la inseguridad que se vive en las cárceles gallegas y, por extensión, españolas. Tienen muy presente lo ocurrido en la cárcel de Puerto III, adonde había sido trasladado después de que hubiera acabado con la vida de un interno en el centro penitenciario de Córdoba. A mediados del pasado año, la Audiencia de Cádiz lo condenó a 19 años y medio por agredir violentamente en junio del 2016 a varios funcionarios penitenciarios, a uno de los cuales alcanzó con un pincho artesanal en la yugular.

Este incidente se produjo apenas una década después de que hubiera consumado la primera de las dos muertes que lleva a sus espaldas. En el 2006 asesinó brutalmente a la que era su novia, a la que violó y asestó 25 puñaladas. Ocho años más tarde, en el 2014, mató a puñetazos y patadas a un segundo preso en Córdoba.

Fabrizio João Silva está calificado como de primer grado, el régimen restrictivo del sistema penitenciario español. Esta calificación conlleva, entre otras medidas, que tenga que salir solo al patio de la prisión y que apenas se comunique con terceras personas. De hecho, la mayor parte de las comunicaciones que realiza Silva Ribeiro son mediante escritos como el que acaba de remitir.