La cara y la cruz de la cárcel de A Lama

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

Capotillo

Mientras reclusas protagonizan una marcha en pro de la mujer, un módulo registra una pelea multitudinaria

12 mar 2019 . Actualizado a las 14:08 h.

No cabe duda de que un entorno como una prisión es un microcosmos, un espacio donde todo puede ocurrir y, por lo tanto, donde los funcionarios penitenciarios tienen que estar en alerta constante. Ni siquiera la programación de un concierto de un artista tan afamado como James Rhodes consigue aplacar las iras de algunos de los internos.

Y es que, apenas veinticuatro horas antes de que el británico se sentase ante un piano de cola, el módulo tres fue escenario de una pelea multitudinaria que terminó con ocho presos en aislamiento y en el transcurso de la cual uno de los internos rompió un palo de escoba y trató de clavárselo a oto. Las fuentes consultadas precisaron que se trata de una dependencia «muy conflictiva» en las que están recluidos sesenta reclusos y, en ocasiones, solo hay un funcionario. De hecho, un grupo de internos colaboró para poner fin a la reyerta.

No cabe duda de que el concierto de James Rhodes fue un bálsamo en una prisión en la que los sindicatos penitenciarios no dudan en denunciar la falta de personal y el envejecimiento paulatino de la plantilla. Eso sí, la tranquilidad apenas duró unas horas, ya que, a mediados de semana, un preso, que en el pasado no se le ocurrió mejor idea que ingerir pilas, cuchillas y enchufes como medida de presión, volvió a hacer una de las suyas.

Víspera del 8M

Pero la mayor de las sorpresas llegó la víspera del 8M. Si el centro penitenciaria fue decorada con pancartas en pro de los derechos de la mujer, lo que dejó atónitos a propios y extraños fue la manifestación protagonizada por un importante número de internas ya no solo del módulo de mujeres, sino también del módulo mixto y de la Enfermería. Los testigos hablan de que portaban pancartas, banderas y carteles, de tal modo que recorrieron las calles del penal pontevedrés gritando consignas feministas, así como acudieron a los distintos módulos de respeto coreando mensajes reivindicativos y dejando estupefactos a los funcionarios de servicio y a los propios presos. No en vano, en algunas de estas dependencias se encuentra el mayor número de violadores y condenados por violencia machista. Se da la circunstancia de que este tipo de actos de protesta están estrictamente prohibidos, pero lo cierto es que, en principio, nadie se lo ha cuestionada en esta ocasión.

Pero la cárcel es mundo de contrastes. Y mientras unas defendían los derechos de las mujeres de forma pacífica, tres internas se vieron implicadas en una pelea que tuvo que ser sofocada por el personal de guardia. Terminaron en aislamiento.