El tráfico de drogas, un problema creciente entre las rejas de A Lama

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

RAMON LEIRO

Mientras desciende la cifra de funcionarios, las intervenciones de estupefacientes y alcohol aumentan. El 2017 fue el año con más incautaciones de la historia del penal

24 sep 2018 . Actualizado a las 21:34 h.

Cocaína, hachís, benzodiacepinas... pero también alcohol, mucho alcohol. El trasiego de sustancias estupefacientes en el centro penitenciario de A Lama es una realidad contra la que combate un cada vez menor número de funcionarios penitenciarios. Los sindicatos critican la paradoja que supone el hecho de que, mientras el número de empleados públicos desciende, las incautaciones de drogas en el penal pontevedrés no hacen más que aumentar como quedo acreditado el pasado julio, cuando se intervino una importante cantidad de hachís y cocaína.

Hay quien tiene claro que existe una relación directa entre estas dos circunstancias. Sostienen que, si los reclusos observan que la cifra de funcionarios encargados de su custodia decae, se asienta entre ellos un cierto sentimiento de impunidad que les llevaría a tratar de introducir drogas en el penal con la intención de destinarlas al autoconsumo, pero también a su venta entre el resto de la población penitenciaria.

Tienen claro que, al igual que ocurre en la calle, un incremento de las intervenciones no solo tiene qué responder a una mayor eficacia en los controles, sino a un incremento de los tráficos. De hecho, las incautaciones no solo se realizan en los registros de las celdas, sino también a personas que realizan visitas o a los propios presos cuando regresan de un permiso.

Lo cierto es que, según datos oficiales de Interior, el 2017 fue el año en el que más incautaciones de estupefacientes se llevaron a cabo desde su inauguración hace ahora veinte años. Así, se decomisaron más de 631 gramos de hachís, así como cerca de siete de marihuana, mientras que de cocaína fueron apenas tres y de heroína algo más de dos. La estadística se completa con otros veinticinco gramos de diferentes estupefacientes, de los que 1,2 gramos aparecen englobados bajo la denominación común de opiáceos.

De igual modo, fueron más de cuatrocientos los comprimidos de benzodiacepinas decomisados -nunca hasta el pasado año se había alcanzado esta cifra que duplica la del 2014 y contrasta con los 277 comprimidos del 2016 o los 176 de apenas doce meses antes-. Junto con las benzodiacepinas, medicamentos con efectos antiepilépticos, ansiolíticos e hipnóticos, pero también se emplean, siempre bajo prescripción facultativa, como relajantes musculares, se aprehendieron otras 737 pastillas pendientes de analizar. En buena parte de los casos, se sospecha que se trata de derivados de opiáceos o directamente metadona -opiáceo sintético-, así como de drogas de síntesis, caso del MDMA.

Por su parte, y en el caso del alcohol que, siendo una sustancia legal, su consumo está prohibido en la prisión de A Lama y en el resto de centros penitenciarios españoles, fueron doce los litros intervenidos por los funcionarios penitenciarios. En este caso, el 2017 no fue el año donde se realizó la mayor incautación en el seno del penal pontevedrés, ya que en el 2013 fueron cuarenta litros y medio los decomisados, mientras que doce meses después fueron 18,6.