La tasca de Xesta donde el tabernero se elige por referendo y entre tequilas

María Hermida
maría hermida A LAMA / LA VOZ

A LAMA

emilio moldes

Se llama la casa del pueblo. Y el pueblo manda en ella. Para renovar la concesión del bar se hizo una votación en urna

18 feb 2018 . Actualizado a las 09:09 h.

Quien quiera conocer cómo es A Lama, solamente tiene que pasarse por la taberna de Xesta. Estando unos minutos en esta tasca de aldea -cuya competencia más próxima está a unos ocho kilómetros- a uno le queda claro desde el peso que tiene México en este municipio al humor con el que se toman las cosas en una parroquia rodeada de verde por todas partes en la que el ganado pasta libre y de vez en cuando se le mete al cuerpo un sorbo de licor café para sobrellevar nevadas como las de hace unos días.

La de Xesta no es una taberna cualquiera. Resulta que está ubicada en la llamada casa del pueblo, un enorme local de dos plantas que pertenece a la asociación de vecinos. Conscientes de que el negocio quizás no sea muy próspero, al menos en los meses de invierno, los vecinos decidieron no cobrar a quien explote la tasca. A ver si así encontraban tabernero. Y lo toparon. Hace cuatro años llegó a Xesta Manolo Fernández Carballal, cómo no, también retornado mexicano, que cogió las riendas del bar.

El tabernero, como buen tabernero, gustó a muchos clientes. Y quizás enfadó a otros. El caso es que hace unos meses, para que todo el mundo pudiese opinar y mientras en Cataluña la liaban parda con sus urnas, en Xesta armaron rápidamente un referendo sin mayor problema y sin que nadie se enfadase. ¿Qué votaron? Se pusieron las urnas para decidir si Manolo seguía en la taberna o no. Y Manolo ganó por goleada. Vaya si ganó. Votaron 87 personas -hacerlo en verano, cuando regresan los emigrantes, fue clave- y Manolo tuvo 81 votos favorables por solamente seis en contra. «Ya les gustaría a los políticos sacar los resultados que yo saqué», dice el hombre sin disimular su orgullo. Eso sí, reconoce que tuvo que comprometerse a tener algo más de paciencia. «Soy algo nervioso y si estoy cocinando no hago caso cuando me llaman, eso es cierto», reconoce él entre risas. En el acta no quedó nada reflejado de su promesa, pero asegura que está cumpliendo el mandado. Además, sabe que tiene bula por menos tiempo que los políticos españoles, ya que la concesión es por tres años.

Todos con un pie en México

El caso es que a los clientes no les disgustó eso de votar. Lo cuentan Camilo, Carlos y sus contrincantes al dominó en una tarde lluviosa en la que en la taberna se bebe licor café y se coquetea con la idea de probar alguno de los tequila que hay en la estantería. Camilo dice que él votó a favor de Manolo. Y todos explican que la tasca es un bien imprescindible en una aldea «en la que mucho no hay que hacer». Todos ellos son naturales de A Lama pero siguen teniendo un pie en México. Emigrados en el país americano durante muchos años, ahora, en edades próximas a la jubilación, pasan aquí algunas temporadas y viajan de cuando en cuando para seguirle la pista a los negocios. Antonio, que está a la espera de que se levante alguno de la partida para coger el puesto, cuenta: «Yo dentro de nada vuelvo a México, soy gerente de un hotel y voy de tanto en tanto».

Dicen en Xesta que las mujeres también suelen echar la partida. Pero que ellas son de jugar los días festivos. Quizás sea cierto. En un jueves cualquiera, solo hay hombres y risas. Y alguna que otra pulla al dominó.

Un bar con acento mexicano en el que el plato fetiche son «unas carnitas bien ricas»

La taberna de A Xesta no tiene demasiado que envidiarle a un ultramarinos que uno pueda encontrarse en plena capital mexicana. Dada la íntima relación del tabernero y los clientes con el país norteamericano, en la casa del pueblo se pueden encontrar prácticamente todos los productos emblemáticos de la gastronomía mexicana, desde tacos a fajitas pasando por chile, cómo no. Además, Manolo, que vivió en México durante más de dos décadas, cocina también platos típicos. De hecho, el menú fetiche del local son «unas carnitas bien ricas». A veces se hacen comilonas a las que acude buena parte del vecindario y todo aquel que quiera sumarse a la fiesta. Ocurrirá así el día 25, cuando está prevista una cita con las carnitas como grandes protagonistas. Eso sí, advierten dos clientes que hablan gallego con acento mexicano a más no poder, «tamén se tira moito da gastronomía galega, que nós patria queremos facer». En esa línea, hace poco juntaron en la misma mesa a una treintena de personas para degustar un buen cocido.

Si se pregunta en la taberna si México es mejor que A Lama, la duda prácticamente ofende: «A Lama é o mellor que hai no mundo, a nós gústanos vir aquí aínda que soamente sexa para ver chover. Aínda que México tamén é moi bonito, iso é verdade», señala Camilo. Luego, surge el debate sobre la seguridad o la falta de seguridad en el país en el que todos encontraron prosperidad. La conclusión no se hace esperar: «México é perigoso segundo a hora que sexa e o sitio que sexa, non sempre».

Así se pasa la tarde, entre debate y debate y dominó y dominó. Hay piña. Se nota. De ahí que se puedan poner en marcha iniciativas tan entrañables como la exposición de fotos antiguas que están montando en el bar.