«¿Por que dono comida? Porque eu pasei moita fame»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

María Hermida

La emoción reinaba ayer en muchos súper de la ciudad a cuenta de la recogida del Banco de Alimentos, que continúa hoy

02 dic 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Se llama Carolina y ayer no podía aguantar las lágrimas. Ella es una mujer de noventa años bien cumplidos, toda una señora de bastón, mente lúcida y sonrisa agradable. Como es habitual, ayer a media mañana fue a hacer la compra a un supermercado de la calle Loureiro Crespo. Y se dio de bruces con la recogida de comida del Banco de Alimentos -una iniciativa que, por cierto, continúa hoy en numerosos establecimientos alimenticios de la ciudad-. La mujer vio a las voluntarias, las saludó, las escuchó y, muy despacito, se marchó a hacer la compra. Regresó con sus productos y con una bolsa para donar. Traía harina y más género. Al preguntarle por qué tenía este gesto solidario, abría su caja de recuerdos: «¿Por que dono comida? Porque eu pasei moita fame. Eu acórdome como se fora onte do que pasou despois da Guerra, onde non tiñamos nada de nada nin o podías comprar, porque tampouco cho vendían. Foi moi triste e moi duro. Eu non quero que a xente pase fame outra vez, así que axudo no que podo, sexa pouco ou sexa moito», contaba Carolina, que es natural de A Lama pero vive en Pontevedra, con la voz rota y las lágrimas asomándose por su rostro.

Escuchaba a Carolina con emoción Balbina, otra mujer solidaria. En su caso, ella lo que hacía era recoger los alimentos, ya que es voluntaria del banco. Estuvo junto con otras mujeres ayer al pie del cañón en un supermercado de Loureiro Crespo. Y también se le venían a la mente recuerdos: «Eu son de Moaña, aínda que vivo en Pontevedra e nacín nunha familia de once irmáns, e tiñan que apañarse para darnos a todos de comer. Hai que pensar en que non todo o mundo o ten fácil, por iso os que podemos temos que axudar, sexa moito ou sexa pouco».

Ayudar. Donando un simple paquete de arroz o veinte cajas de leche. Da igual la cantidad, cada uno con lo que pueda. Esa era la consigna que repetían ayer las voluntarias -tras una visita a cinco supermercados quedaba claro que la gran mayoría del ejército del Banco de Alimentos de Pontevedra lo forman las mujeres- en los numerosos supermercados de la ciudad en las que estaban apostadas, con sus petos azules y blancos y toda su buena voluntad como bandera. Había mujeres mayores, jubiladas y también jóvenes. Patricia, por ejemplo, era una de las voluntarias menos entradas en años. Estudió Turismo y está en paro: «No tengo trabajo, así que al menos quiero hacer algo por los demás, por eso me sumé como voluntaria a la recogida», señalaba.

No hacía falta rebuscar mucho en los supermercados para seguir topándose con historias emotivas. En un establecimiento céntrico donaba arroz y otros productos Shirley. Ella es una pontevedresa que vino de Colombia, y que contaba: «Crucé el Atlántico hace 17 años en busca de trabajo, claro que sí. Afortunadamente llevo ya muchos años en una empresa y tengo a mi hija en la Universidad, pero sé lo que es la necesidad, hay que ayudar».