Tuku sostiene que durante toda su condena «he estado cultivando mi mente, cursos, secundaria, tercero ESO y cuarto, aparte de trabajar en los talleres o cualquier tarea laboral; lo hice cuando estaba en libertad, ¿por qué no lo iba a seguir haciendo ahora? Soy yo mismo». Este recluso relata la alternativa: «Es más penoso y duro tener que estar tirado en un patio, cosa que muchos compañeros no se preocupan en cultivar sus mentes y prepararse cuando estén en libertad; otros prefieren irse a dormir, ya que muchos módulos lo permiten».
Para Carlos, la principal aportación de la escuela es «salir de la utopía, porque aquí se deja algo a cambio de algo (nada es gratis); en mi opinión, es una evasión de esa rutina y además aprendo cosas y entablo amistades, vuelvo a ver a antiguos compañeros y esto me ayuda personalmente a contribuir al llamado reingreso en la sociedad, y que no me esquiven [sic] los permisos, por mal uso del mismo... En la escuela hay ese cambio, que es beneficioso para todos».