Ponce estima que las potenciales «víctimas» de este peculiar timador pueden moverse entre ochenta y cien
21 oct 2024 . Actualizado a las 09:49 h.Iker Jiménez y Carmen Porter, Berto Romero, Andreu Buenafuente, Dani Rovira, Carlos Areces, Joaquín Reyes, Lorena Castell, Kira Miró, Carlos Jean, Lucia Etxebarria... ¿Se imaginan a un estafador que se ha pasado los últimos veinte años timando a toda clase de famosos sin que solo haya trascendido el nombre con el que actúa? Jorge Ponce, colaborador del programa La revuelta, se ha propuesto localizarlo en el documental que estrenó este viernes en Prime Video, Medina. El estafador de famosos.
—Es un documental de los encasillados como «true crime» que es totalmente atípico. ¿Por qué optaron por este formato?
—Se llega de una forma muy orgánica, muy natural. Todo lo que se cuenta en el primer episodio me ocurre de forma real. El personaje me llama mucho la atención a mí y a otras de las víctimas, principalmente, por la capacidad que tiene de adaptarse y de contar una historia distinta a cada una de las personas conocidas con las que se cruza. Este proyecto es un documental, es una historia real. Nos hemos esforzado mucho en poner documentación, poner cosas que después si las miras por internet ves que son reales, que ocurren de verdad. Luego una investigación para intentar localizarlo. Es de estos documentales que cuentan hacia atrás y que van hacia adelante, como Searching for Sugar Man. Y luego lo hace especial la comedia. Tanto por el caso que es, porque si lo pensamos es un caso pequeño, no es nadie que esté haciendo una estafa millonaria, ni es nadie que esté haciendo algo muy malo, muy cruel. Al revés, siempre le mostramos muchas admiración. Pero al hacerlo yo, que soy cómico, que lo que me gustan son los chistes... A lo largo de esta investigación real, donde pasan cosas ajenas a mí que son muy graciosas, yo provocó comedia porque es lo que quiero que pase. La comedia no solo la pongo yo, porque la de cosas que nos pasan... siempre insisto mucho, como ejemplo, en todo lo de los detectives, de los compañeros...
—Hablando de compañeros, ¿ya hizo las paces con Borja [González Santaolalla]?
—Sí, sí. Hice las paces con Borja. Es el coordinador de guion y todos los problemas que cuenta son reales. Nos metemos en un proyecto y empezamos una producción sin tener todavía nada. Eso lo hace muy especial. Pero sí, sí nos llevamos bien. Nuestras hijas son amigas y vamos al cole a llevarlas juntos.
—Una de la cuestiones que más llama la atención es que, además de ser estafas muy pequeñas, a Joaquín Reyes le sacó dos euros y a Carlos Areces, cinco, es que vienen sucediendo desde hace veinte años.
—De hecho, y esto se cuenta en el primer episodio, de ser algo que primero me ha pasado a mí... Al principio creíamos que solo estafaba a cómicos. Como me lo hizo a mí y la gente de la que yo me entero son cómicos, que es la gente con la que más me rodeo, nos decíamos que era el estafador de los cómicos. Pero cuando empezamos a mover el teléfono y vemos a periodistas, actores... De repente, eso empezó a crecer cuantitativamente y a alargarse en el tiempo a veinte años. Decimos cómo pudo habérselo hecho en tanto tiempo a tanta gente y que el señor sigue ahí en activo. Esto sí lo digo, el señor sigue en activo.
—¿O sea, lo llegaron a localizar?
—Bueno, el final del documental es concluyente. Acaba de una forma concluyente, acaba muy chulo. No voy a decir si lo llegamos a localizar, pero sí sabemos que a día de hoy está en activo. Desde que se ha sacado el tráiler y se está promocionando he tenido un par de llamadas de personas muy conocidas, que no voy a decir ahora mismo su nombre porque no me han autorizado explícitamente, a los que le ha pasado.
—¿Tienen alguna estimación de a cuantas personas pudo haber estafado?
—Yo creo que la lista ha ido cambiando un poco y, por lo que se cuenta en el documental, creo que unas ochenta personas garantizadas. De estas hay, no muchas, cinco o seis que nos pidieron no contar que habían sido afectadas porque no le apetecía y lo hemos respetado. Y del resto, no los hemos mencionado todos, algunos nos han dicho que no querían ceder imágenes... Es decir, cada uno ha querido participar de la forma que les apeteció, pero unas ochenta personas. Pero desde que se contó ya me han salido del pasado como dos o tres, así como otro par de personas que les ha pasado ahora recientemente. No me extrañaría que le haya pasado a cien personas y que me faltan veinte que todavía no hemos encontrado.
—Una de las cosas que se dice en el documental es que lo peor que le puede ocurrir a esta persona es verse expuesto en un programa como el Ana Rosa Quintana, ¿no está precisamente haciendo eso el documental? ¿No está jugando con eso?
—Tendrás que ver la serie para ver nuestro cuidado, si por un casual sí que diéramos con él, nuestra forma de acercarnos. Si lo encontramos, le protegeremos de la forma que él quiera que sea.
—¿Y después de este proyecto?
—Estoy ahora mismo en un punto en el que este proyecto, que la grabación y edición fue toda la temporada pasada, me pasó por encima. Estoy muy contento porque estoy muy orgulloso y contento del resultado del proyecto, pero la compaginación de los dos a la vez, La Resistencia diaria y las grabaciones y la edición, se me hizo un poco pesada. Este año es el de pensar que hago el que viene que puede ir por muchas cosas. Nosotros tenemos una productora y queremos hacer también algún proyecto donde mi implicación no sea tan en todos los lugares... Producción ejecutiva, dirección, protagonizar este drama exigente... Estamos moviendo algunas cositas y este camino que hemos abierto con este género, que no digo que hayamos inventado el fuego, pero que es un poco original, creo que merece la pena que se explore más y que lo exploremos nosotros que hemos aprendido a hacerlo. El documental tiene una parte de comedia contando cómo se hace, pero hay otras partes que no tienen comedia, que tienen un interés como más para profesionales de cómo nos hemos inventado el lenguaje para que no quedara falso. De verdad, ha habido cosas que han pasado que hemos tenido que quitar porque habiendo pasado restaban credibilidad hasta un punto de que si lo metemos, ya no te crees el resto. La elección del contenido, del tono, de las cámaras, del lenguaje, de qué contamos en los testimonios, de cómo apoyamos esto ha sido algo nuevo que hemos ido aprendiendo haciéndolo. Estamos muy contentos porque hemos inventado un sistema bastante chulo.
—El problema será encontrar una historia igual de interesante.
—Desde luego. Si te fijas, en el documental hay un objetivo, hay una trama principal, pero, está rodeada de muchas cosas que creo que son lo que lo hacen más enriquecedor y que pueden pasar con otro tipo de investigaciones. Obviamente, hace falta un objetivo, un misterio, un algo que resolver para volver a encontrar un proyecto así. La historia es interesante, pero es pequeña. Al final, esto es una estafita muy pequeña que nosotros la elevamos y encumbramos como un proyecto narrativo, como una historia que contar.