¿Bufandas en agosto?: El termómetro desbarata las ventas del pequeño comercio en un verano tardío

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Algunos escaparates de Pontevedra, como el de Trevede, ya lucen prendas de invierno
Algunos escaparates de Pontevedra, como el de Trevede, ya lucen prendas de invierno ADRIÁN BAÚLDE

Algunos ya sacaron jerséis y bufandas, pero la mayoría todavía tiran de las rebajas

28 ago 2024 . Actualizado a las 19:19 h.

En la calle el termómetro supera los 25 grados. Es 28 de agosto. Todavía luce el sol en este verano tardío que arrancó bien entrado julio y se resiste a abandonar las Rías Baixas. Sin embargo, hay muchos escaparates en la ciudad en los que los jerséis, abrigos e incluso las bufandas atraen las miradas de quienes pasan por delante. Ocurrió lo mismo en junio, cuando el sol se resistía y las bermudas o bañadores eran los protagonistas. Al empezar el estío, los comerciantes se quejaban de que se solapaban las rebajas con las colecciones recién llegadas. Dos meses después, las colecciones de invierno están aquí y el frio no llega. ¿Tienen ventas? Los comerciantes coinciden en que hay que ver más al cielo y menos a las tradiciones.

Muchos tienen el almacén lleno esperando a que se desplome el mercurio, pero otros se alejan de las campañas que marcan las grandes superficies y lo único que han hecho es aumentar las rebajas. «A la gente le gusta ver, pero tienes que jugar con las necesidades. Si no se ve consumo, cómo vas a vender la ropa de invierno», explica Carmina Mora, responsable de Bess Two, una tienda de moda de mujer ubicada en Rosalía de Castro, que tiene prendas con descuentos del 50 % y 60 % y todavía poco de invierno. Lleva muchos años en el mundo de la moda y reconoce que «el tiempo es clave. Ahora septiembre suele venir bueno y octubre y noviembre también, pero ya empiezan los descuentos», recalca, mientras recibe cajas de proveedores nacionales con las prendas de frío. Otra de las que optan por seguir tirando de la ropa de verano o colar alguna de entretiempo es Cristina Quintana. Trasladó Trülock de la calle Riestra a Manuel Quiroga. Está centrada en un público más juvenil, pero al igual que el resto, reconoce que «hay que adaptarse a la temperatura y no tanto a las campañas. Tengo todo lo de invierno comprado y lo iré sacando poco a poco». Lo que ocurre ahora es consecuencia del principio del verano, cuando las prendas estivales estuvieron en las perchas hasta que empezaron las rebajas. Espera poner algún kimono o jersey finito en los próximos días, pero recalca que «pienso como clienta y si veo ropa de invierno con 30 grados, entro y salgo».

Lejos de ser solo un cambio de tendencia, los comerciantes reconocen que es un hándicap para sus bolsillos. La mercancía de temporada se pide muy pronto y tienen que pagarla aunque esté en el almacén. Conchi Rodríguez, que está al frente de Trevede junto a su hermana, es de las que ya ha puesto prendas de frío en su escaparate.

Sabe que el termómetro no está de su lado, pero sus clientas de siempre ya le demandan ropa de temporada. Es un gancho para marcar el final de una campaña y que la nueva entre por los ojos. «¿Sabes cuántas veces me han preguntado por ese jersey y bufanda que están en el escaparate? El cliente de temporada no viene a las rebajas», reflexiona en voz alta sobre una prenda que no deja indiferente al que pasa por delante. Ella sí ha vendido alguna pieza de inverno, pero asegura que las rebajas siguen tirando demasiado y la ropa de entretiempo también. En ese último empujón de las ofertas, lamenta que haya quienes todavía regatean el precio de lo que se prueban. Si están al 50 % aún le piden un poco más.

En eso coincide su colega de Bess Two, Carmina Mora, que con casi todo a mitad de precio, a veces vive luchas con las clientas cuando le piden más descuento. «Ahora el dinero se va en comer y el ocio ha cambiado. Si hace calor, aún te apetece algo, pero si no, aguantas», lamenta esta comerciante.

Al ritmo de las grandes

El pequeño comercio reconoce que son las grandes cadenas las que marcan el ritmo de las campañas. Miguel Magariños, de la tienda de moda de caballero Macos, es de los que cree que habría que replantear el sistema de rebajas y temporadas en Galicia. «Es tan ilógico vender bufandas en agosto como que las rebajas empiecen en julio, pero seguramente en otras partes de España sí puedes empezar los descuentos en julio porque llevan semanas de buen tiempo, pero nosotros no», recalca Magariños.

Apenas hay prendas de invierno en su local de la calle Benito Corbal. Todavía está dando salida a la mercancía del verano. «Tengo gorros de lana y bufandas ya en el almacén porque hay proveedores que si te gusta, es mejor que lo compres antes», apunta. Eso sí, hasta que el termómetro descienda, no está en sus planes un cambio de escaparate, algo que ya se ve en las multinacionales y en un buen puñado de tiendas que trabajan con marcas internacionales y recibieron la mercancía de invierno casi al tiempo que comenzaron las rebajas de verano.