La unión de un surfista, su traje y su tabla

SHEILA CEUVE PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Milo Castelo, en su tienda Mission Surf Shop en Pontevedra
Milo Castelo, en su tienda Mission Surf Shop en Pontevedra CAPOTILLO

El pontevedrés Milo Castelo revolucionó el mundo del surfing en Galicia e impulsa este deporte en toda la comunidad

29 jul 2024 . Actualizado a las 12:35 h.

Para mucha gente, la arena incomoda, el agua fría y salada corta la circulación, las olas son ese ser que no puedes controlar, el viento es el causante de acabar con su peinado y las algas que danzan escondidas por los pies son motivo de congoja. Para otros, esto es el edén de la vida...

El comienzo de Milo Castelo se podría decir que fue como el mar: impreciso, alocado y acogedor. No hizo falta nada más que la motivación de una persona cercana a él para que el surf se convirtiese en la cresta de su vida. Un arranque inesperado que acabaría por cambiar las reglas de este deporte.

«Me llamó la atención que fuese en un hábitat al que yo no estaba acostumbrado», y es que las cosas siempre dicen que llegan cuando menos las esperas. Después de pasar por varios deportes de tierra, Milo Castelo Míguez (Pontevedra, 1976), decidió explotar esa faceta acuática que tenía gracias a la natación y encontrar un espacio natural donde la libertad estaba asegurada.

Con once años y un bodyboard que le habían regalado por Navidad, empezó en el surf, y fue su primera ola en Ribeira, la que convenció al joven surfista. «Me sorprendió tanto la energía de la ola que me llevó a la orilla y me dejó revolcado en la arena, que pensé, este es mi deporte», expone emocionado.

Reciente campeón europeo del Máster que se celebró en Tenerife, y en el que quedó primero en la categoría de mayores de 40 años y cuarto en mayores de 45, Milo Castelo cuenta con un palmarés intachable, en el que su primer título llegó con tan solo 14 años en un campeonato gallego.

«Mundaka fue el mejor campeonato de mi vida», el municipio vasco fue testigo de la primera oferta de patrocinio del surfista con tan solo 17 años, y es que tras quedar decimotercero, recibió un premio a mejor promesa y «nada más bajar del palco, el dueño de Billabong en Europa me fichó para formar parte de la familia», cuenta.

El estilo del gallego no solo sorprendió en Europa, las miradas se pusieron sobre él al otro lado del charco, alzándose con la victoria en el circuito universitario de EE.UU., dejando a los locales más que sorprendidos.

El bagaje que con tan poca edad adquirió en los campeonatos en los que participó, hizo que, de manera para nada planeada, la idea de montar una tienda se formase con la corriente.

Gracias a luchar por una vida de deportista y con una suficiente independencia económica, «en el año 2000 monté la tienda y gracias a que ya estaba trabajando en multinacionales, empecé con la distribución de esta y después de la marca». Mission, marca a la que dio vida hace 23 años, ya es un referente en el mundo del surf en Galicia, y paralelamente, pero con unos años de diferencia, nace la escuela bajo el mismo nombre.

Aún habiendo estudiado magisterio y el ciclo TAFAD, «nunca tuve en mente dar clases, pero viajar y conocer otras culturas con los mejores entrenadores del mundo me llevó a que un día me plantease transmitir esos conocimientos». La escuela, Mission Surf School, cuenta ya con un alto prestigio y es que uno de los motores por los que transmitir esa enseñanza es ver como «los valores implícitos del surf nos ayudan en nuestra vida diaria, académica... nos enseñan disciplina y ayudan a la gente en otros proyectos de su vida, y ver el proceso es muy gratificante», relata ilusionado Milo.

Una de las grandes ventajas de este deporte de deslizamiento es la comunidad que se crea, por mucho estigma que se forme de que es un deporte individual, el pontevedrés resalta que el resto de tiempo que no se está de pie en la ola, «estás atento a que no le pase nada a nadie, y fuera del agua, el moverte a la playa en equipo e ir en la furgo es muy bonito». Poder abarcar tanto y tener la capacidad de cambiar la vida de tantas personas, sin importar la edad, no es posible sin un equipo detrás, y es que la familia que ha creado Mission es el gran motivo de su éxito. «Gestiono varias cosas y todo el tiempo que tengo lo invierto, intento dividirme y organizarme con la tienda, la distribución, las clases de perfeccionamiento, pero todo esto no sería posible sin el gran equipo que tengo detrás», matiza el surfista.

Tras 35 años en el agua, Milo Castelo ya no solo surca las olas por su cuenta, sino que sus hijas pequeñas, Carmen y María, ya son dos más con el mar. «Podría decir que a día de hoy hago surf por ellas, ver como acaban siendo autónomas en el agua es lo más bonito». Su otro gran apoyo, es su mujer. Elena Jara no dudó en subirse a la tabla y acompañarlo durante ya 27 años en la aventura de su vida, de la que ya forma parte siendo una más del equipo Mission.

Tras viajes a los grandes destinos como Hawái conociendo a figuras como Kelly Slater, Milo Castelo no pierde oportunidad de recalcar que «Galicia es uno de los mejores sitios para hacer surf y de los más sostenibles».

«Se pueden romper barreras a las que el cuerpo humano creemos que no está capacitado por no ser el agua su medio natural» afirmando que su compromiso con el mar perdurará en el tiempo.