La incombustible Teresa Portela es el puente entre la generación histórica de David Cal, la presente de Antía Jácome y Rodrigo Germade y la emergente de Carolina García y Pablo Crespo
14 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El selectivo nacional, una especie de «trials olímpicos» del piragüismo español, celebrado hasta anteayer viernes en el embalse del Pontillón do Castro para determinar el equipo que nos representará en los inminentes Juegos de París, ha vuelto a certificar el poderío de la provincia de Pontevedra en este deporte. Tanto por la excepcional calidad acreditada por muchos deportistas encabezados por la icónica Teresa Portela, santo y seña de la delegación española y que participará en su séptima Olimpiada; como por las excelentes instalaciones que disponemos en Verducido para el entrenamiento y práctica de un deporte que nos depara tantas alegrías.
Resulta evidente, al comprobar la cantidad de piragüistas y palistas de la provincia que ya se han clasificado para ir a los próximos Juegos y los que aún pueden conseguirlo en el próximo preolímpico de Szeged, que somos, mejor dicho, seguimos siendo una potencia en España. Para orgullo de los responsables federativos y de los clubes, varios de ellos radicados en nuestra ciudad, con un extraordinario trabajo de base como el Naval, el Ciudad de Pontevedra, Náutico Ría de Pontevedra o el más reciente surgido en Verducido, al lado del Centro Deportivo creado en el embalse del Pontillón en el 2007, con motivo de albergar Pontevedra aquel año el Campeonato de Europa.
Mérito generacional
Por cierto, una instalación rebautizada desde el 2015 como Centro Deportivo David Cal, en homenaje al más laureado de los palistas gallegos, a propuesta de otro histórico, Fredi Bea, quien dejó la canoa por el despacho y preside desde hace años la Federación Gallega de Piragüismo.
El piragüismo pontevedrés ha llegado hasta semejantes cotas de poderío por un fenomenal trabajo de cantera. De pico y pala, desde hace décadas, a través de varias generaciones de deportistas, clubes y dirigentes, como el inolvidable Santi Sanmamed, quien llegó a presidir la Federación Española.
Hacer un relatorio de todos sería extensísimo, pero no quiero dejar de mencionar a algunos. Hay familias que son semilleros de canoístas y kayakistas que han surtido a los clubes de esta capital. Me vienen a la cabeza Nacho y Keni, tristemente fallecidos, como dos símbolos de este deporte y de sagas como los Dobarro y los Penas, entre otras muchas.
No es casual que los hermanos Raimundo y Álvaro Dobarro junto con Eladio Otero y Juan Escudero, del Club Naval, ganasen la primera edición del Trofeo Príncipe de Asturias en 1978. Una regata que ha celebrado 41 ediciones, con un amplísimo historial de ganadores entre clubes y selecciones. Incluso fue un año Copa del Mundo de maratón. Cada 15 de agosto en el incomparable escenario de la ría de Pontevedra. Y que desapareció del calendario entre el parón por la pandemia y la falta de apoyo económico.
Miles de personas se han familiarizado con el piragüismo gracias a ese evento anual que finalizaba en el puente del Burgo y que nos acercó a las primeras leyendas del piragüismo gallego como el lucense Ramos Misioné, o el tudense Enrique Míguez, ambos medallistas olímpicos, hace más de cuarenta años.
Canteras
En la reciente historia del piragüismo provincial se aprecia un rasgo muy identificativo: la existencia de pueblos y comarcas que son inagotables canteras. Aldán (apenas 2.400 habitantes) y por extensión el concello de Cangas y O Morrazo, es un ejemplo destacadísimo de esas poblaciones en las que florecen fenómenos como David Cal, Carlos Pérez Rial Perucho, Sonia Molanes, Rodrigo Germade y, por supuesto, Teresa Portela. O Grove y Arousa con Joaquina Costa, Cacabelos, Tono Campos, Fredi Bea y David Mascato es otro vergel prolífico. Y por supuesto la comarca de Pontevedra, tanto por la capital como por el aporte de Poio, con símbolos como Óscar Graña, cuyo ejemplo ha permitido reunir actualmente a una generación de deportistas como Antía Jácome, Carolina García, Sergio Vallejo, Adrián Sieiro y Pablo Crespo, hijo de las leyendas locales José Manuel Crespo y Ana María Penas.
Otro rasgo diferencial es una cierta suerte de endogamia que actúa de abono para la regeneración de este deporte. Además del caso evidente de la pareja de Crespo/Penas, el otro ejemplo señero es el de Teri Portela y David Mascato, que unieron sus vidas y ocupaciones montando, además, en O Grove un centro de fisioterapia, especialmente indicado para el tratamiento de lesiones deportivas. Que esta pareja haya derivado su futuro en esa dirección tiene muchísimo que ver con la oferta de instalaciones y formación que ofrece Pontevedra. David Mascato hizo Magisterio y Fisioterapia en el campus de nuestra ciudad. Teresa también realizó su carrera en Fisioterapia, que precisamente la honró dándole su nombre a una de las aulas de la facultad ubicada en A Xunqueira.
Otro factor determinante para que la provincia de Pontevedra y, por ende, Galicia siga siendo un vivero de piragüistas y otros deportistas de renombre tiene que ver con la creación del Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD). Surgido en 1987, aprovechando las pretéritas instalaciones del Estadio de la Juventud y de la residencia estudiantil Atlántico, ha progresado hasta convertirse en el buque insignia de la formación y en el centro de referencia de la excelencia deportiva de Galicia. En el deporte de élite, nada es casual.