Doce años de cárcel por violar a una joven de A Estrada que falleció antes de verlo condenado

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El hombre condenado por la Audiencia de Pontevedra, durante el juicio celebrado este verano.
El hombre condenado por la Audiencia de Pontevedra, durante el juicio celebrado este verano. ADRIÁN BAÚLDE

La Audiencia de Pontevedra da total credibilidad a lo que contó antes de morir la víctima, a la que este individuo golpeó tan fuerte contra la cama y una ventana que llegó a romperlas

14 sep 2023 . Actualizado a las 14:09 h.

La Audiencia de Pontevedra acaba de condenar a un hombre a doce años de prisión por un delito de violación perpetrado en el 2021 contra la que en aquel momento era su pareja, una joven de A Estrada de 23 años. Desafortunadamente, la mujer no podrá saber que su agresor fue condenado, ya que falleció año y medio después de sufrir la violación por causas ajenas a estos hechos. De hecho, este verano, cuando se celebró el juicio en la Audiencia pontevedresa, fue desgarrador escuchar su testimonio póstumo, es decir, las palabras pronunciadas por ella en su día ante el juez de instrucción. En ellas, además de narrar la crudeza de la agresión sexual sufrida, expresaba su temor a que pudiese asesinarla: «Sé que por 500 euros voy a estar muerta», es una de las frases que llegó a pronunciar. Gracias a esa declaración inicial se pudo continuar adelante con la causa.  

Ahora es la Audiencia, en una sentencia que puede recurrirse ante el TSXG, la que hace el relato de lo sucedido, dando credibilidad total al testimonio de la víctima. Así, la sentencia considera probado que el día 3 de diciembre del año 2021, sobre la una de la madrugada, el hombre que en aquel momento era su pareja y con el que llevaba conviviendo tres meses quiso mantener relaciones sexuales con ella. Pero la víctima no quería y, además de decírselo, le señaló también que deseaba romper el noviazgo. 

El hombre se enfureció, la cogió por las manos y por el pelo y la golpeó contra la cama, llegando a romperla. Luego la empujó contra la ventana, rompiéndola también y posteriormente la tiró al suelo, le arrancó los pantalones del pijama, rompiéndolos, le quitó la ropa interior y llegó a proferir insultos muy graves contra ella. Terminó por perpetrar la violación. Ella intentó defenderse a golpes, pero no pudo y acabó llena de golpes por todo el cuerpo y satisfaciendo el deseo sexual de él para intentar que se tranquilizase y que dejase de agredirla. De hecho, sus palabras fueron que actuó así para «intentar sobrevivir». 

El individuo ahora condenado la llevó a su casa (el domicilio en el que convivían era el de él) y la dejó allí. A consecuencia de los hechos ella sufrió lesiones en la cara, piernas, brazos e incluso en la zona genital. La mujer llamó esa misma noche al 112 y una de las cosas que ayudó a darle verosimilitud a su testimonio es que no ocultó que tanto ella como él habían consumido cocaína la noche de los hechos y que se había intentando defender sin demasiado éxito propinándole un cabezazo y un mordisco.

El 13 de junio del año 2022, es decir, año y medio después de la agresión, la mujer falleció. Pero ya había prestado declaración ante el juez de instrucción. En la sentencia se indica que el plenario de la Audiencia de Pontevedra le da total credibilidad a su testimonio: «Ninguna duda alberga el tribunal acerca de la verosimilitud del mismo, de su consistencia, de su espontaneidad, al utilizar la testigo palabras y expresiones que se revelan propias de su lenguaje coloquial y significativamente expresivas de cómo se sentía y de la violencia de la situación vivida, sin obviar la respuesta defensiva que ella proporcionó al acusado ni el estado de alteración de ambos». 

Asimismo, los agentes de la Guardia Civil que la atendieron tras la agresión, los sanitarios y los peritos forenses que la vieron en el hospital también dejaron constancia de las evidentes lesiones que sufría y señalaron que prácticamente todas las heridas, moratones y golpes que tenía eran compatibles con una agresión y muy improbable, prácticamente imposible, que pudiese provocárselas a sí misma. De ahí que el acusado, que negó la agresión e intentó atacar con su testimonio a la víctima, describiéndola como una mujer desequilibrada, presa de un ataque de celos descomunal y capaz de autolesionarse de forma continua, no tuviese credibilidad para el tribunal pontevedrés. 

Se le condena a doce años de cárcel por un delito de violación con introducción de miembros corporales por vía vaginal, con actos particularmente degradantes o vejatorios. Igualmente, se le imponen también cinco años más de libertad vigilada. Y también una inhabilitación temporal para cualquier profesión, oficio u actividad, retribuida o no, que implique contacto regular y directo con personas menores de edad. Contra la sentencia cabe recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.