«Los gambones no salen»: industrias alimentarias de las Rías Baixas notan el frenazo en el consumo

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Un trabajador de la descarga de calamar de la Patagonia en un barco de servicio a Marfrío en el puerto de Marín
Un trabajador de la descarga de calamar de la Patagonia en un barco de servicio a Marfrío en el puerto de Marín RAMON LEIRO

Marfrío es una de las firmas que detecta la bajada en la venta de congelados del mar mientras que otras como Lago Aves siguen con la producción al alza y sin visos de freno

05 sep 2023 . Actualizado a las 09:31 h.

A estas alturas del verano, con agosto ya visto para sentencia y el calendario caminando hacia el final de la temporada, todas las opiniones parecen coincidir en que las Rías Baixas vivieron un verano atípico, con muchos turistas pero con el consumo cada vez más contraído por la inflación. Esta circunstancia no es exclusiva de Pontevedra. Solo hace falta hablar con la gran industria alimentaria de la zona para entender que el frenazo global al consumo ya se empieza a notar en algunas grandes empresas que exportan a muchos países. Otras creen que lo van a sentir de aquí a final de año. Y algunas más señalan que siguen con la producción al alza y que este año los números serán buenos. Por tanto, hay una afectación desigual en la industria de esa bajada del consumo que las voces autorizadas del turismo señalan.

Marfrío, comercializadora y procesadora de productos del mar, es una de las industrias alimentarias más potentes de la comarca de Pontevedra. Con una facturación que se acercó a los noventa millones de euros y más de 150 personas en plantilla, es de las empresas que ya notaron el bajón del consumo. Así lo señala el director general, Santiago Montejo, que afirma: «La escasez de demanda fue notoria desde el mes de marzo hasta julio. A partir de ahí se notó algo de repunte y habrá que ver qué ocurre hasta final de año». Indica que los meses más críticos las ventas llegaron a caer alrededor de un 30 %. E indica que hubo más contracción del consumo en productos congelados, como cefalópodos o calamar de la Patagonia, que en los precocinados. Y entre los que más cayeron cita los gambones, «que no salen». Pronostica una caída de la facturación y señala que el consumo se frena tanto en España como en Europa y Asia: «China se ha cerrado por completo», dice. 

«La conserva es un comodín»

Desde Poio, Lupe Murillo, directora general de Pescamar, señala: «Es cierto que hay frenazo del consumo, hay una bajada generalizada. Nosotros, en Pescamar, no lo hemos notado mucho de momento porque la conserva es un comodín, es un producto barato, muy sano y muy cómodo y suele ser de los últimos en caer». Aún así, señala que la incertidumbre manda en este momento: «Llevamos mucho tiempo con vaivenes. Primero fue el covid, luego la guerra y ahora mismo creo que de aquí a final de año se va a notar la bajada de la demanda. Hemos tenido que repercutir en los precios la subida de las materias primas porque lo contrario es insostenible», indica Murillo. Señala que puede que la facturación se mueva en cifras similares a las del año pasado, pero no porque se produzca más, sino por la inflación: «Lo importante será comprobar si los beneficios son más o menos».

En el otro lado de la balanza están las industrias alimentarias de la comarca de Pontevedra que, por ahora, no sienten que las ventas se resientan. Emilio Lago, de Aves Lago, señala que este año siguieron la senda del año pasado y que las cosas van «relativamente bien». Por tanto no notaron bajón en el consumo de pollo, su principal producto.

Desde Barro, Ángel González, gerente de Artesa Rías Baixas, una firma mayorista de alimentación que surte de pescados y mariscos a las cocinas de los mejores chefs, señala que de momento «las ventas están al alza». De hecho, calcula que a final de año se habrán incrementado entre un 8 y un 10 % con respecto al 2022.

El encarecimiento de las materias primas, sobre todo del aceite, preocupa: «Es insostenible» 

Si hay algo que preocupa a la industria alimentaria es el encarecimiento general de todas las materias primas. Citan las subidas de todo tipo de productos, sobre todo el aceite de oliva. Una de las industrias más afectadas por la brutal subida de este producto es al conserva, ya que lo utiliza para parte de su producción. Así lo indica Lupe Murillo, de Pescamar: «No es aceite que más usamos, pero sí el que no tiene sustituto posible. Estamos hablando de que nos ha subido un 80 % el coste de este producto. Comenzamos el año comprándolo a 4,50 euros el litro y ahora mismo estamos ya en los 7,6 euros. La previsión es que llegue ha subir un 100 %... es insostenible. Se están adelantando con las subidas porque presuponen que la falta de agua va a hacer que la cosecha sea muy mala», indica.

Desde Marfrío, Santiago Montejo habla también de las repercusiones indirectas de la subida del aceite de oliva: «Nosotros usamos esencialmente aceite de girasol para nuestros precocinados, pero su precio, de rebote, también se está incrementando por la subida del de oliva. Y en cuanto al de oliva, que también lo usamos, es un producto sin alternativa, no hay solución posible». 

Lo nota la restauración

La brutal subida del aceite de oliva también se ve con preocupación por parte de la restauración, que señala que pese al incremento del precio no va a dejar de utilizar un producto con tantas propiedades nutritivas y tan saludable. Iñaki Bretal, del Eirado da Leña, o Rubén González, de El Cafetín, coinciden en señalar que la subida es generalizada y citan otros productos, como los ibéricos, frutas o el pescado.