«¡No!» al cinturón propuesto por Fomento

María garcía PONTEVEDRA/ LA VOZ

PONTEVEDRA

Manifestación en contra del proyecto de la circunvalación de Pontevedra que recorrió las calles de la ciudad el 29 de agosto del 2003
Manifestación en contra del proyecto de la circunvalación de Pontevedra que recorrió las calles de la ciudad el 29 de agosto del 2003 RAMON LEIRO

Miles de pontevedreses salieron a la calle en verano del 2003 para mostrar su rechazo al proyecto de circunvalación de Pontevedra previsto por el ministerio que dirigía el popular Álvarez Cascos

25 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Bajo el lema «As parroquias tamén somos Pontevedra» miles de vecinos de la ciudad del Lérez salían un día como hoy de verano de hace 20 años a la calle para mostrar su rechazo al proyecto de circunvalación propuesto por el entonces ministerio de Fomento. Se trataba del cinturón para circunvalar el casco urbano de la ciudad y contemplaba tres trazados. El Consello de Coordinadoras de Afectados fue el organismo encargado de convocar esta manifestación, en la que tomaron parte miles de afectados por el proyecto. Esta movilización contó con la presencia de representantes del PP, del PSOE y del BNG, quienes mantenían una postura muy crítica frente al cinturón que preveía Fomento.

El Consello de Coordinadoras de Afectados agrupaba a las plataformas creadas en las parroquias del medio rural pontevedrés afectadas por el estudio: Bora; Marcón; Mourente; Tomeza; Alba; Lérez Campañó; San Andrés y Santa María de Xeve, y Salcedo.

El rechazo al plan del ministerio que dirigía Álvarez Cascos respondía al gran impacto socioeconómico que supondría cualquiera de las tres alternativas. Basta decir que la opción más agresiva supondría la expropiación de cerca de medio centenar de viviendas, además de construir viaductos y taludes cercanos a los 20 metros en zonas con gran población.

Representantes de todas las parroquias portaron una pancarta bajo el lema «As parroquias tamén somos Pontevedra». Fue el único mensaje de una manifestación en la que hubo palabras escritas, pero ni una sola consigna a viva voz. En segundo término, pero con una postura clara al respecto, se situaron políticos como el alcalde nacionalista, Miguel Anxo Fernández Lores, la entonces portavoz socialista Teresa Casal y también integrantes del Partido Popular.

El proyecto del ministerio de Fomento recibió nada más y nada menos que 15.000 alegaciones particulares a las que se sumaron las remitidas por el Concello de Pontevedra y la Diputación provincial. Tanto el Consello de Coordinadoras como los partidos políticos confiaban en que Fomento accediese al diálogo con todas las partes implicadas para acordar un trazado con menos impacto medioambiental.

Hoy, veinte años después, el trazado sigue causando rechazo entre las parroquias afectadas. Este mismo mes se conoció el impacto ambiental de un nuevo tramo.

Uno de los detalles que más llamó la atención de la manifestación fue la carencia de gritos y consignas verbalizadas. Aunque movilización y silencio parezcan polos opuestos, en esta ocasión fueron de la mano. Tal vez porque el silencio es, en ocasiones, muy ruidoso. Tanto es así que los políticos supieron captar el mensaje y lejos de hacerse ver o cobrar relevancia se situaron en un discreto segundo plano. Esta protesta tenía unos protagonistas indiscutibles, los vecinos afectados. Los partidos políticos del PP, PSOE y BNG lo sabían. De ahí que su presencia fuese única y exclusivamente con el objetivo de respaldar y acompañar a los afectados.

Lo importante en ese verano del 2003 no fue la cantidad de personas que habían acudido a esa manifestación, sino dejar claro que los afectados por el estudio del ministerio de Fomento no iban a permanecer impasibles frente a un proyecto que consideraban sumamente invasivo con el medio ambiente. Con su silencio querían hacer saber que no todo está permitido y una circunvalación no se puede diseñar sobre un plano desde un despacho de Madrid sin estar a pie de obra para conocer por dónde discurre la carretera.

Al contrario que otras protestas, en esta ocasión, los vecinos de la capital del Lérez no querían presionar, obstaculizar a los técnicos o impedir que los plazos se cumpliesen. Los afectados optaban por el diálogo como medida para desbloquear la obra y también apelaban a las conversaciones para rechazar alguno de los trazados. Hoy, veinte años después, con las obras del primer tramo en marcha, las afecciones han reactivado la lucha vecinal en varias parroquias.

Después de un día de «gritos silenciosos», el ministerio de Fomento comenzó a estudiar las miles de alegaciones presentadas al estudio para, posteriormente, buscar una opción. Finalmente, la estrategia seguida en la protesta surtió su efecto. Ya lo decía El Último de la Fila: «Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir...».

La larga tramitación de la infraestructura enfrió las protestas vecinales, pero la maquinaria administrativa no se ha detenido en todos este tiempo y este verano se ha conocido cómo será el segundo tramo, con importantes afecciones medioambientales y patrimoniales.