Se vende por 900.000 euros un icono de los eventos de Pontevedra donde se llegaron a hacer 120 bodas en un año

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Casa Mochi dejó este primer edificio para centralizar toda su línea de celebraciones en la Finca Batacos

10 may 2023 . Actualizado a las 19:24 h.

El Grupo Mochi sigue tan vivo como siempre a unos metros de donde puso en marcha el que durante años fue un icono de las bodas en las Rías Baixas. Ese edificio donde se forjó uno de los referentes de los eventos en la década de los noventa y en los primeros albores del sigo XXI está a la venta por 900.000 euros a través del portal inmobiliario Diglo. Ese inmueble que se levanta en la N-550 casi en el límite entre Vilaboa y Pontevedra es propiedad de una entidad financiera, que busca deshacerse de él.

Por la escaleras que vieron subir a miles de novias durante dos décadas, trepan ahora unas enredaderas que con el paso del tiempo se van tragando el edificio. Cerrado a cal y canto desde hace años, su puesta en el mercado es el fin de una etapa y el comienzo de otra para el Grupo Mochi. El responsable de la empresa, Gustavo Sobral, sigue tan activo como siempre en la Finca Batacos, un espacio que adquirieron hace una década para adaptarse a las nuevas tendencias en la organización de eventos. «Ya no se buscaba un local como el anterior, solo era un edificio. Ahora se demandan pazos, bodegas o casonas. Ese fue uno de los motivos por el que decidimos dejarlo. El volumen de negocio ya no era el mismo y al tener nosotros la Finca Batacos ya le restaba trabajo al otro», subraya Gustavo Sobral.

Ese fue el punto de partida para iniciar una negociación con la entidad financiera que dejó el inmueble de 2.200 metros cuadrados en manos del Banco Santander. «Hace unos años estaba a la venta por cerca de un millón de euros», recuerda Sobral, que reconoce que cuando tomaron la decisión de decir adiós a ese edificio que levantaron sus padres le dio cierta pena, pero «al final solo es ladrillo, nada más. Para continuar hacia delante era la mejor decisión que pudimos tomar».

Poco después llegó la pandemia y con los dos locales en funcionamiento la supervivencia hubiese sido más complicada. «Fueron dos años duros y complicados, pero desde el año pasado todo ha vuelto a la normalidad y tenemos cifras ya de prepandemia». Esa normalidad a la que hace referencia Gustavo Sobral nada tiene que ver con la que se vivió en los años de bonanza cuando las bodas se multiplicaban. Guarda unos números en su cabeza que confirman ese bum. «Entre 1989 y 2010, el momento en el que se celebraron más bodas fue un año con 120», advierte. A finales de los noventa esa cifra rondaba el centenar. Había menos locales que ahora y todos tenían una oferta similar.

En las Rías Baixas los convites estaba concentrados en unos pocos y los padres de Gustavo Sobral lo vieron claro cuando en 1989 adquirieron el edificio de la N-550. Hasta ese momento habían ido creciendo poco a poco desde el pequeño bar que tenían en Andurique (Poio). A base de trabajo fueron dando pasos en el mundo de la hostelería hasta tener el actual Grupo Mochi. «Todo empezó en ese pequeño bar de Poio, casi enfrente del Casal de Ferreirós, que aún sigue abierto en otras manos. De ahí cogió la cafetería de Montecelo y en 1987 el Liceo Casino», rememora el hijo y actual responsable del grupo hostelero. Mochi ya se había hecho un nombre en la ciudad y fue ahí, cuando compró en la carretera de Vigo el local para los eventos.

En un principio compaginó el restaurante de carta con las grandes celebraciones, pero pronto se dio cuenta de que era difícil de compaginar y optaron por un negocio en el que eran un referente. Las bodas fueron desde entonces su principal ingreso. Y siguen siéndolo a pocos metros de donde comenzaron. Hoy es solo un edificio que se comen las malas hierbas.