Un beso de amor y un bar nuevo en Caldas para poner fin al peor invierno de sus vidas

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Beni y Fati, celebrando con un beso que el lunes vuelven a abrir su mesón después de que un incendio lo dejase completamente calcinado.
Beni y Fati, celebrando con un beso que el lunes vuelven a abrir su mesón después de que un incendio lo dejase completamente calcinado. CAPOTILLO

Vieron arder su ilusión y su mesón, un templo para los peregrinos del Camino Portugués. Pero, cinco meses después, Fati y Beni están de vuelta

18 mar 2023 . Actualizado a las 08:51 h.

Beni, Fati y su pequeña Adri, que viven en Caldas de Reis, escriben estos días un buen número de mensajes llenos de ilusión. En ellos les cuentan a sus amigos y clientes que están de vuelta; que tras cinco meses de obligado cierre vuelven a poner en marcha su querido mesón Bermaña. No se trata simplemente de la reapertura de un bar. Es mucho más. Significa que Beni, Fati y su cría recuperan la ilusión y ponen fin al que, tal y como ellos confirman, fue el invierno más duro de sus vidas. ¿Por qué? Porque el 24 de octubre un cortocircuito provocó un incendio que calcinó el bar del que viven y, de paso, hizo explosionar también sus miedos y su desesperanza. Cinco meses tardaron en poner todo en orden; un tiempo en el que descubrieron que no están solos en el mundo, porque les ayudaron muchas manos amigas. De ahí que confiesen que vuelven «coa ilusión polas nubes ou aínda máis alta» mientras se dan un beso de amor en su renovado establecimiento.

Contemos su historia por el principio. Fátima Aboi, de Caldas (Saiar) y Benito Muñiz (de Baión, en Vilanova) se conocieron trabajando en la hostelería, el sector en el que siempre se emplearon. Coincidieron en una parrillada. Y ahí saltó la chispa del amor. Con la crisis económica, se quedaron en la estacada laboral. Empezaron a pensar entonces en emprender y, hace unos once años, cogieron las riendas del mesón Bermaña, en pleno centro de Caldas y en un lugar estratégico para ser punto de reunión de peregrinos.

Los dos cuentan que en su día prepararon el bar con sus propias manos y con la ayuda de algunos amigos. Hasta que lograron abrir sus puertas para ofrecer comidas caseras a los peregrinos y vecinos. Crearon algo más que un mesón, tal y como demuestran los cientos de mensajes que los clientes les fueron dejando por escrito y que ellos pegaron en sus cristaleras a lo largo de los años. Hay misivas de ciudadanos de todo el mundo alabando las bondades de su cocina. Los dos se emocionan al pensar en esas dedicatorias y en que «el bar fue siempre fenomenal». 

Cinco meses de lucha

El día 24 de octubre del 2022, un incendio nocturno se llevó por delante ese bar ante los desesperados ojos de Benito, que trató de apagar las llamas y acabó con las manos quemadas. Tanto él como Fátima creían entonces que su vida había pasado del color al negro de las cenizas. Pero pronto remontaron el vuelo.

Cuenta Benito que, aunque parece que el seguro se hará cargo de los gravísimos daños que sufrió el local, que hubo que reformar por completo, de momento no cobraron ese dinero. Así que el incendio les obligó a buscar recursos hasta debajo de las piedras en los cinco meses que estuvieron cerrados: «No verán traballamos moi ben e fixéronse cartos, pero boa parte deles foron para os buratos que deixou a pandemia, que foi moi dura. Entón o lume colleunos nun momento complicado. Por sorte, apoiáronnos os amigos, que confiaron en nós para que lles paguemos cando poidamos, que traballaron con nós na reforma... non teño palabras para tanta axuda que recibimos. De non ser por toda esa solidariedade non íamos poder estar aquí agora, a punto de reabrir».

Les llovió apoyo también de muchos sitios de España. Porque, tras enterarse de lo sucedido muchos peregrinos clientes del Bermaña, les escribieron mensajes de ánimo: «Dicíannos que se nos facía falta algo que lles avisaramos, foi tremendo», cuentan Fátima, Beni y Adri.  Hace unos días, por primera vez, volvieron a comer en su local, que prevén reabrir al público el lunes. Se les puso la piel de gallina. En unos días, prevén que la cocina vuelva e estar operativa y que empiecen a sonar en alto los nombres de sus comandas. Les cuesta decir cuál es el mejor plato de la casa. Lo hace su niña, Adri, que exclama: «¡As filloas con requeixo!». Y con ese punto dulce ponen fin a su duro invierno. Porque el lunes reabren y, casualidad o no, el calendario dice que ese día comienza la primavera. Para ellos doblemente.