Noalla Vila, el nombre que nació de un ruego a la virgen de A Lanzada

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Noalla Vila y su madre Marta Camacho en la playa de A Lanzada, en Noalla, Sanxenxo
Noalla Vila y su madre Marta Camacho en la playa de A Lanzada, en Noalla, Sanxenxo Ramón Leiro

«Al oír cómo me llamo, la gente piensa que es Olalla, Noelia o un apodo»

13 mar 2023 . Actualizado a las 09:53 h.

Noalla, en Sanxenxo, es una de las parroquias más hermosas y legendarias de las Rías Baixas. Y desde hace 19 años también es el nombre de una niña, Noalla Vila Camacho, cuya historia comienza con el ruego de su madre, Marta Camacho, a la virgen en un día de fiesta en A Lanzada. Esta es su historia.

Marta Camacho y Luis Vila, naturales de Salamanca y Barrantes (Ribadumia) respectivamente tenían una hija, Beatriz, y llevaban diez años sin conseguir tener otro bebé aunque lo habían intentado. Marta explica: «Vinimos un verano y la abuela de Noalla me regaló un figura de la virgen de A Lanzada. Yo le dije que si por fin tenía una niña, le iba a poner Noalla de nombre», comenta. Marta no cumplió con el ritual de las nueve olas, de hecho, ni sabía que había un rito ancestral de fertilidad asociado al santuario de A Lanzada, eso lo supo después, cuando se lo dijo su cuñada.

«Me dijeron que no podía ponerle Noalla porque no existe como nombre, pero dije que a mi me gustaba y así fue», añade. El padre, al principio, se extrañó, pero luego le pareció bien. La cosa fue que al poco tiempo de rezarle a la virgen, Marta quedó embarazada y, de hecho, al verano siguiente llevó ya la niña hasta A Lanzada.

En aquellos años, vivían en Salamanca. «En el Registro Civil, me dijeron que el nombre no existía y que era una localidad de Pontevedra. Yo le contesté: ‘Ya lo sé’. La persona del Registro buscó en Internet y dijo que sí, que lo iba a poner porque no era nada ofensivo y además era un sitio muy bonito», apunta Marta. «Yo pensaba que el nombre lo tendría más gente porque me parecía mucho más bonito que otros que ahí por ahí». Al año y medio la familia se mudó a Oleiros y desde entonces es frecuente que Noalla se acerque a la parroquia que lleva su nombre. «Intento venir cada vez que paso por Pontevedra, me gusta mucho».

Marta tiene en la mesita de la habitación la imagen de la virgen a la que le atribuye el nacimiento de su segunda hija. «Cuando la gente se acostumbró, a todo el mundo le pareció un nombre precioso», resalta.

«Me gusta mucho mi nombre»

Noalla Vila y su madre Marta Camacho en el banco de Noalla, en el restaurante A Nova Ponte, en Major
Noalla Vila y su madre Marta Camacho en el banco de Noalla, en el restaurante A Nova Ponte, en Major Ramón Leiro

Noalla, la protagonista de esta historia, se muestra encantada con su nombre. «Me gusta mucho». Lo tiene muy interiorizado, tanto su nombre como la historia que lo envuelve. Si algún día tiene una niña, ¿la llamaría Noalla? Aquí se lo piensa dos veces antes de contestar y responde: «Nunca me lo he planteado, mi nombre ha sido algo tan concreto, que no es simplemente que a mi madre le gustó y me lo puso, es algo más personal». Añade: «Creo que no me correspondería a mi, le quitaría todo el sentido ponerle a otra persona mi nombre simplemente porque sea bonito».

Esta joven coruñesa hace gala de su nombre y de la parroquia a la que representa allí donde vaya. Y sonríe cuando se le pregunta si la gente lo entiende bien cuando lo dice. «Por lo general siempre me dicen si es Noelia, si es Olalla o si es un apodo que estoy inventando y que me llamo Nerea», explica sonriente.

«En el colegio lo normal es que me llamasen otras cosas. Los amigos, no, porque son de toda la vida. La gente pensaba que si Noelia, Olalla o Soraya y en los archivos del colegio siempre preguntaban si era otro nombre que aparecía mal escrito». Además, «cuando estoy en Galicia me preguntan si es un nombre de fuera y si estoy fuera de Galicia me dicen si es gallego», relata.

La extremada rareza de Noalla como nombre personal la ratifica una búsqueda en las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aquellos que no lleguen a sumar cinco en ninguna provincia no aparecen. Noalla es uno de estos nombres, raros, pero a la vez originales. Su madre, Marta, sigue sorprendida, 19 años después de poner el nombre a su segunda hija. «Noalla es precioso y hay personas que se llaman África, América o Ainhoa, que es un pueblo vasco. Seguro que en el futuro habrá más», concluye.