«Cuando empecé con la quimioterapia lloré más por estar sola que por el cáncer»

PONTEVEDRA

Mari Carmen vive en Valencia, pero se sentía mal anímicamente y vino a Galicia a arroparse con su madre y hermanos. Viaja allí cada 21 días a ponerse la quimioterapia
03 feb 2023 . Actualizado a las 21:13 h.Mari Carmen Sobral, de 56 años y natural de Arcade, llega con amplia sonrisa y con un jersey verde, idéntico al color corporativo de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), donde se hace la entrevista. Se ríe y dice que fue pura casualidad. Pero podría no serlo. Porque Mari Carmen, como ella reconoce, es la coquetería en persona. Le gusta cuidarse, hacer deporte y verse bien en el espejo. Por eso, no disimula que uno de sus temores tras el cáncer de colon que le diagnosticaron en el 2022 era que tuviesen que ponerle una bolsa. «Cuando me desperté de la operación lo primero que hice fue tocarme la barriga. Me daba pánico la bolsa», indica. No sabe cómo hubiese reaccionado si se la pusiesen. Supone que el optimismo que siempre marcó su vida saldría a flote. No tuvo que verse en esas. Aún así tampoco fue fácil para su ánimo lo que vino después. Lo cuenta ahora, que está bien, «estupendísima», dice ella. Y su testimonio permite comprobar que, tanto en el cáncer como en casi todo en la vida, visibilizar los problemas es un primer paso para superarlos.
Contemos paso a paso lo que le ocurrió. Ella, aunque gallega de nacimiento, lleva casi toda la vida viviendo en Valencia, donde es jardinera municipal. En octubre del 2022 le diagnosticaron un cáncer de colon —por cierto, tras esperar allí un año por una colonoscopia—. La operaron y luego le indicaron que tenía que someterse a un tratamiento de quimioterapia cada 21 días. Se fue entonces a su casa en el campo en Cheste. Y allí empezó a sentirse sola. Su marido trabaja y reside en Suiza y, aunque estuvo con ella en la intervención, luego tuvo que irse. Y su hija tiene una amplia jornada laboral. Dice que empezó a hacerse pequeñita, «la quimio me da una sensibilidad en las manos terribles, no puedo tocar nada. No podía ni cocinar... lloraba todo el rato. Reconozco que cuando empecé la quimioterapia lloré más por estar sola que por el cáncer en sí».
Cogió un avión y voló a Galicia, a la casa donde su madre vive con una hermana. Se arropó con su progenitora y con sus cinco hermanos. Y, gracias a esa compañía, empezó a salir adelante. Sigue con ellos y actualmente va cada 21 días a Valencia para poner la quimioterapia y al día siguiente del tratamiento vuela de nuevo hasta Arcade. Además, una amiga le recomendó contactar con la AECC y solicitar ayuda psicológica. Así lo hizo y solo tiene palabras de agradecimiento. Su experiencia le hace concluir: «Los enfermos de cáncer necesitamos muchísimo cariño».
Psicólogos de la AECC apoyan a 300 enfermos de cáncer en Pontevedra
Estamos acostumbrados a hablar de las enfermedades oncológicas y de cómo afrontar su diagnóstico en términos muy belicistas. ¿Cuántas veces no hemos dicho que esta u otra persona está luchando contra el cáncer o que un fallecido por un tumor perdió su batalla contra el mismo? Ese vocabulario y esa idea, de guerras, victorias y fracasos lleva a algunos pacientes a disimular sus bajones anímicos, como si tuviesen que llevar siempre la capa de héroes puesta a causa de su diagnóstico. Sin embargo, son muchísimos los enfermos que necesitan apoyo psicológico a lo largo de la enfermedad; bien en ese momento del topetazo inicial, cuando están en pleno tratamiento, cuando las cosas se tuercen o incluso cuando van camino de recuperarse. Conocen bien esa necesidad en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Y por eso tienen un servicio de atención psicológica gratuito. En un año (el 2022), solo en la sede de Pontevedra atendieron a 300 pacientes, con los que llegaron a hacer un total de mil intervenciones.
En la AECC, que en Pontevedra cuenta con sede en la calle Eduardo Pondal, tienen claro que la atención psicológica debe constituir uno de sus servicios más significativos. De ahí que, entre Pontevedra y Vigo, cuenten con un total de ocho psicólogos para poder atender a todos los pacientes oncológicos que lo soliciten. Desde la entidad ponen dos ejemplos en los que puede ser muy positiva la ayuda de un psicólogo: por una parte, esa situación que se da a veces en las que un paciente no es capaz de hacer frente a los tratamientos. O, también, cuando las secuelas de la enfermedad tienen un impacto importante. Se da apoyo tanto a los propios enfermos como a sus familiares. La idea es escucharlos, tratar de comprenderlos y «desarrollar recursos que les permitan hacer frente a situaciones nuevas y complejas que se plantean tras el diagnóstico».
Con una simple llamada
La consigna de la AECC con el servicio de atención psicológica es clara: poner todas las facilidades para que el mayor número de pacientes posible accedan a él, sean o no socios. Se puede solicitar esa prestación haciendo una llamada al número gratuito de la AECC, el 900 100 036, operativo 24 horas durante todos los días del año. O se puede visitar directamente la sede pontevedresa de la entidad. Allí, ayer era un día de zafarrancho total. Porque hoy la AECC llevará a cabo uno de los actos más emotivos del año. A las 12.00 horas, en A Ferrería y con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, se va hacer un gran lazo humano y un paciente leerá un manifiesto.