Las borrascas desnudan nuestras carencias

Eugenio Giráldez
Eugenio Giráldez LA SEMANA DE EUGENIO GIRÁLDEZ

PONTEVEDRA

La carretera de Campañó, la EP-0017, se hundió esta pasada semana a causa de las intensas lluvias
La carretera de Campañó, la EP-0017, se hundió esta pasada semana a causa de las intensas lluvias Ramón Leiro

El hundimiento de la carretera a Campañó evidencia problemas severos de mantenimiento que vienen de antaño. Como las goteras que padecen varios centros docentes de la ciudad

22 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El paso de las borrascas Fein y Gerard por Pontevedra se ha saldado con notables incidencias materiales, algunas de las cuales se repiten de modo terco, desvelando carencias crónicas que resultan incomprensibles. Pero afortunadamente estos últimos adversos meteorológicos han tenido un balance incruento en lo que se refiere a víctimas. Algo que podría haber sido diametralmente diferente si el hundimiento ocurrido en la carretera provincial EP-0017 entre O Vao y Campañó, en lugar de producirse a medianoche y afectar tan solo a un coche y su conductora que safó con heridas leves después de un susto de muerte, hubiera sucedido en horario diurno, con el tráfico habitual.

Muchos vehículos circulan a diario por esa carretera que da servicio, por ejemplo, a la perrera de Pontevedra, a factorías como Avícola Lago y al colegio Los Sauces, entre otros. Cada semana, entre lunes y viernes, unos cuantos autobuses de transporte circulan de mañana y tarde, repletos de escolares.

Esta vez hubo la fortuna que faltó en Nochebuena con el trágico accidente del autocar de Monbus que se precipitó al río Lérez y segó siete vidas. Pero ¿qué hubiera podido pasar si el colapso de la carretera de Campañó hubiera sucedido de mañana atrapando a alguno de esos autobuses de transporte escolar que transitan esa EP-0017?

Mucha pluviosidad

El efecto erosivo de las escorrentías que bajan de los montes aledaños a esa carretera ya es conocido —o debería serlo— tanto para los técnicos del Servicio de Vías y Obras de Diputación, administración de la que depende esa estrada provincial, como para el Concello de Pontevedra, pues el lugar está en el ámbito de la municipalidad capitalina.

Monte Castrove, A Escusa y Monte Tomba son algunos de los puntos de mayor pluviosidad de la provincia, sin tener que envidiar a Fornelos de Montes y A Lama, en la Serra do Suído. Baste consignar que en la estación meteorológica de Monte Castrove se han medido 552 litros por metro cuadrado de lluvia en noviembre; 612 en diciembre y hasta el viernes, ya se habían recogido 435 en lo que va de este enero. Es decir, casi 1.600 litros de precipitación por metro cuadrado en menos de tres meses lo que es una enchente de agua que corre montaña abajo y busca salidas.

Además de la obligación de saber que la zona del suceso está sometida a tales rigores climáticos, hay otros precedentes que no se pueden obviar. Más o menos en el mismo punto donde ocurrió este hundimiento, ya se produjeron embolsamientos de agua y tierra a consecuencia de intensas lluvias que obligaron hace años a realizar unas tajeas en varios tramos de la carretera para drenar y evitar que afectase a la calzada.

O así se esperaba, porque el accidente de la noche del pasado día 16 evidenciaría que aquellos arreglos fueron insuficientes. Tampoco pasaron de ser sendos maquillajes los realizados en esa misma carretera en 2012 y 2014 con motivo de etapas de la Vuelta Ciclista a España. Se reasfaltó pues el firme dejaba mucho que desear; se pintó y se acondicionaron barreras de seguridad vial. Pero se olvidaron de actuar bajo tierra. Hasta que la naturaleza nos lo ha vuelto a recordar.

Hace un par de días Uxío Benítez, diputado provincial responsable de Vías y Obras admitía que la reparación de la calzada requerirá una actuación de envergadura, de modo que la puesta en servicio de nuevo de esa carretera va para largo.

De entrada, personal técnico de la Diputación estuvo revisando el estado de las demás tajeas y concluyó que habrá que aumentar la sección de las tuberías y realizar un mantenimiento periódico para evitar que sucesos así se repitan.

Nuestros centros docentes padecen una asignatura pendiente que las administraciones competentes no son capaces de aprobar: un mantenimiento adecuado y regular de sus instalaciones. Las dos últimas borrascas han puesto al desnudo las carencias que padecemos en ese ámbito. En la ciudad de Pontevedra esta falla tiene nombres propios: el Instituto Valle Inclán y los colegios Xunqueira 1, Vidal Portela y Froebel.

Problemas cronificados

El caso del histórico edificio del paseo de Montero Ríos es el más grave pues soporta las consecuencias del envejecimiento con problemas cronificados como el estado del tejado que lleva años con goteras. Cuando llegan precipitaciones tan intensas como las que hemos padecido, llueve dentro del instituto, en sentido literal. Aguardemos que la Consellería de Educación acometa la reforma integral del Valle Inclán con los casi 5 millones de euros de inversión anunciada, que esperamos realicen aprovechando las vacaciones.

Otra de las carencias que nos refrescan estas borrascas es la manifiesta incapacidad de aprovechar los millones de metros cúbicos de agua de lluvia que se van literalmente por el desagüe. ¿Quién se acuerda ahora de la sequía entre julio y septiembre? Tengo la impresión de que los cargos públicos, desde alcaldes como Miguel Fernández Lores o Abel Caballero hasta la conselleira de Infraestructuras, Ethel Vázquez, pierden fuelle reivindicativo cuando llueve torrencialmente. Se olvidan de las demandas de construcción de nuevos embalses, tanto en el Lérez como en el Oitavén que ellos mismos suscribían para aumentar las reservas de agua y el abastecimiento a sus ciudades y a otros municipios de sus respectivos entornos.