Así se vivió el San Amaro de Vilanova: con los callos más caros y los bares a rebosar

Bea Costa
bea costa VILANOVA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Al mediodía era complicado encontrar una mesa libre para comer y la gente llenaba las terrazas aprovechando los rayos del sol

16 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la tapería Pe de Cuba comenzaron el día con 120 encargas para llevar y todas las mesas reservadas para la hora de comer. Amaneció despejado, sin lluvia, y, coincidiendo el 15 de enero en domingo, la jornada se presentaba más que propicia en Vilanova para festejar a San Mauro o San Amaro, según se prefiera. Las expectativas se cumplieron. A las dos de la tarde, los bares del pueblo estaban a rebosar, con tapas y raciones de callos humeantes en las barras y el bullicio que dejan las reuniones de amigos y familiares alrededor de la mesa. Más de uno hacía cola a la puerta esperando un sitio para comer mientras en la taberna A Cofradía el público más joven demostraba que, por ellos, la costumbre de salir a tomar los callos de San Amaro no se pierde.

Esta tradición no solo se vive en los bares. En muchas casas se cocinaron los garbanzos con su pata, su chorizo y su pimentón, y quienes no saben o no quisieron plantarse ante los fogones, recurrieron a los socorridos táperes que salieron por cientos de los bares y restaurantes del pueblo. Eso sí, este año, un poco más cara la ración.

Los callos no son ajenos a la escalada del IPC. Con la electricidad, el gas y las materias primas por las nubes, los negocios se han visto obligados a subir los precios, de modo que la ración que el año pasado costaba 7 euros en el Pe de Cuba, se despachó hoy a 8 euros, y los 9 euros que costaba en O Timón se convirtieron en 10.

Fue un día de mucho trajín tras la barra, en las terrazas y en la cocina. Los callos, mejor prepararlos la víspera «para que espesen», explican los expertos, y guardarlos en lugar fresco para evitar el riesgo de que se estropeen. En Vilanova no les coge de nuevas. En la mayoría de los establecimientos los callos son el pincho obligado en el tapeo de los domingos, pero nunca en las cantidades que se preparan para tal día como hoy. En Faro da Lúa contaba esta mañana Óscar que habían preparado 125 kilos de viandas, y pocos menos, sobre cien kilos, hicieron en el Reiz. Allí llevan cuarenta años siendo fieles a los callos de San Amaro y de que estén en su punto se encargan Dora y Mónica.

Cada maestrillo tiene su librillo, pero el secreto para que salgan ricos es «facelos con moito cariño», cuenta Óscar, aunque en su caso, el cariño en la cocina es cosa de Lucía Paz.

Pero no solo de garbanzos vive la fiesta. A las puertas de la iglesia parroquial había un buen surtido de rosquillas y puestos de velas y a lo largo del día se sucedieron las misas y la procesión. Por la mañana se hicieron oír las bombas de palenque y las gaitas en alborada y por la tarde siguió la música, a las cinco con un directo en la taberna cultural A Cofradía y más tarde con un concierto de mariachis en la antigua iglesia de A Pastoriza.

Por haber hasta hubo belén, el que montaron los Amigos do Belén de Vilanova estas Navidades en la casa del mar, que volvió a abrir este domingo por unas horas para completar la oferta de actividades de la fiesta más contundente de Vilanova, con el permiso de los berberechos y los mejillones de los que se da buena cuenta en agosto.