María Criada, la mujer sin apellido que logró ser enterrada en la catedral de Santiago

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Heitor picallo y Damián Porto, autores de un libro titulado «Amores clandestinos en el renacimiento: el deán Gabriel Rodríguez y María Criada».
Heitor picallo y Damián Porto, autores de un libro titulado «Amores clandestinos en el renacimiento: el deán Gabriel Rodríguez y María Criada». CAPOTILLO

Dos investigadores rescatan su historia de amor con Gabriel Rodríguez, destacado clérigo y padre de sus siete hijos

21 nov 2022 . Actualizado a las 12:07 h.

Se llamaba María Rodríguez Monteagudo y Ulloa. Pero nadie lo sabía. O, si lo sabían, preferían llamarle María Criada, dejando claro con su santo y señala su condición perpetua de sirvienta. Fue María Criada en los papeles, en la vida y en la muerte. Y tuvieron que pasar unos 500 años para que alguien decidiese volver a colocarle sus apellidos de cuna, los de verdad. Lo hicieron los escritores e investigadores Heitor Picallo, de Cuntis, y Damián Porto, de A Estrada, que hoy mismo presentan un libro, editado por la Asociación Cultural Vagalumes, que cuenta su vida. Pero ojo. Su historia no va de una mujer que no se revolvió al estigma. Es difícil componer cómo fue su existencia. Pero María debió desenvolverse bien para ser María Criada y acabar enterrada en la catedral de Santiago.

Heitor y Damián comenzaron investigando la vida de Gabriel Rodríguez, un clérigo natural de A Estrada, posiblemente nacido en 1490, nombrado párroco de Cuntis y que estuvo en la corte de Roma. Fue deán de la catedral de Lugo, sirvió al Papa León X y se movió por la corte Vaticana cuando por allí estaban personajes de la talla de Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel, a los que posiblemente conociese. Lo curioso es que, teniendo delante un personaje así, a los autores les llamase la atención María Criada, a la que en principio conocieron por tratarse de la criada y pareja de este religioso. Pero así fue. ¿Por qué? «Porque a historia del é fascinante, certamente, pero a dela é moi sorprendente. Non deixa de ser a criada que era parella dun cura, algo moi común, pero cunha historia que vai moito máis aló», señala Heitor. Por eso él y Damián, doctor en Historia Moderna y técnico documentalista en el Archivo Histórico Diocesano de Santiago fueron papel a papel, buceando en documentos del Renacimiento, hasta que lograron trazar una biografía de María Criada y separarla de la del citado deán.

 Natural de Lalín

María era natural de Lalín. Debió nacer en una buena familia, se cree que en el pazo de Brenzos, cerca del famoso santuario de O Corpiño. Pero su padre murió cuando era niña, así que seguramente a ella la enviaron a servir a una casa hidalga para que pudiese tener algo de prosperidad. Pudo ser ahí donde conoció a Gabriel Rodríguez, que entonces ya era un destacado clérigo y que le sacaba un buen número de años a la muchacha. Se convirtió en su sirvienta, en su acompañante y, como pasó con decenas de mujeres, fue mucho más que eso. Eran pareja y, gracias a la larguísima labor de documentación de Picallo y Porto, se sabe que vivían prácticamente juntos en Santiago de Compostela: «Tiñan autorizado residir en casas contiguas, que posiblemente estarían comunicadas».

Tiraron del hilo para saber si María habría acompañado al clérigo a Roma, pero no lograron confirmarlo. Es muy probable que sí lo hiciese, porque él vive alternando sus cargos eclesiásticos en Galicia con períodos en el Vaticano, al que vuelve en 1521, muy poco antes de que nazca Antón, el primer hijo de los siete que llegarán a tener juntos. ¿Cómo se sabe que tuvieron siete críos juntos? Picallo y Porto encontraron documentación en la que los hijos de María van alternando apellidos y unas veces usan los de la madre y otros usan los del deán. Amén de esta circunstancia, toparon un papel curiosísimo datado de 1578 en los archivos de la catedral de Santiago. En él, un escribano compostelano dejó por escrito que el deán se refería como hijos públicamente a los descendientes de María y que ellos también le trataban como padre. Otra cuestión que evidencia que eran de su sangre es que todos acabaron bien posicionados. Uno de ellos llegó a ser jefe de los edificios militares de Milán en la época de Carlos V. Y, además de todo ello, hay documentación que acredita que, aunque con alguna táctica de disimulo por medio, el deán logró que sus bienes pasasen a manos de su larga prole con María tras su fallecimiento. Fueron, al fin y al cabo, sus herederos.

 Prestamista y comerciante

Él falleció a finales de 1540 o principios de 1541 y María le sobrevivió 27 años. ¿Qué fue de ella? Su posición no debía ser mala. Figura como prestamista de dinero y, además, ejerció una labor que en aquel entonces estaba reservada en exclusiva a hombres. Era comerciante. Traía vino y cereal desde Ourense hasta las tierras del Deza que la vieron nacer.

Otro de los aspectos más curiosos de su vida es que, sin haberse casado con Gabriel, se declaró viuda ante notario. Y esa fue su condición después de su fallecimiento. Seguramente se trató de una manera de airear el estigma y de estar en condición digna de volver a contraer matrimonio, cosa que hizo con Pedro de Prado, con el que no tuvo hijos.

María Criada muere en 1567 y es enterrada en la catedral de Santiago, en una zona próxima al altar mayor. El misterio vuelve a envolver entonces al personaje y a cómo la pareja de un clérigo logró ese honor en pleno siglo XVI. Cierto es que alguno de su hijos, como Aníbal, también era clérigo y tenía mando en plaza en Santiago de Compostela. Pero seguramente María tuvo que ser genio y figura para que sus restos, los de María Criada, descansasen entre insignes clérigos. «É como se o seu enterramento axudase a facerlle xustiza», concluyen los autores del libro, que con su obra también ajustan cuentas con su historia.