Unas notas solo al alcance del 1 % del alumnado que cursa Bachillerato Internacional en el mundo

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

SEK-ATLÁNTICO

Carmen Nimo y Carolina Amorín, tras lograr 45 puntos en los exámenes finales, cursan las carreras que anhelaban en universidades públicas madrileñas

17 nov 2022 . Actualizado a las 10:49 h.

Dos alumnas que el pasado curso académico terminaron el curso del Programa de Diploma IB en el SEK-Atlántico de Poio concluyeron sus exámenes finales con una nota de 45 puntos, algo que solo consigue un 1 % de los alumnos en el mundo. Hoy en día, Carmen Nimo Piñeiro y Carolina Amorín González cursan, respectivamente, estudios universitarios de grado en Derecho y Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III y de Medicina en la Complutense, ambas en Madrid, «algo que quería hacer desde la ESO», matiza esta última si bien aún no se plantea qué rama seguirá. «No sé ni cuantas hay, la verdad», apunta señalando que prefiere esperar a concluir algunos cursos antes de decidirse por algún área concreta.

«Era muy difícil y siempre lo tuve como la primera opción, aunque la tenía como casi imposible. Haber entrado fue impresionante», subraya, por su parte, Carmen Nimo.

Ambas tienen claro que una de las ventajas de haberse matriculado en Bachillerato Internacional es que no solo adquieren conocimientos, sino, en palabras de Nimo Piñeiro, «un modo de hacer las cosas, de saber cómo utilizar lo que sabes y estoy muy agradecida por ello. En la universidad hay determinados momentos en los que me doy cuenta de el modo de estudio que adquiría me ayuda mucho».

Al tiempo que destaca «la variedad de contenidos, la variedad de métodos... Básicamente, te convierte en una persona un poco más polivalente y capaz de aplicar lo que sabes a la realidad. Al final, es de lo que se trata», asumen que, «igual en su momento no me daba tanta cuenta, pero sí que los profesores incidían en que el método del Bachillerato Internacional se parece mucho al método de la universidad y ahora me estoy dando cuenta. Los problemas no son tanto de contenidos teóricos, sino de saberlos aplicar a la realidad. Los profesores siempre me ayudaron un montón», añade.

Preparadas para la universidad

«Ahora que estoy mucho con gente que hizo el nacional, lo principal es que, en vez de haber estudiado datos y cosas por chapatoria, como se suele decir, se fomentó más bien entender las cuestiones... Los ejercicios no eran ‘haz esto', sino que te ponían un caso, un contexto, y tú tenías que desarrollarlo. Es algo que estoy notando en la carrera».

Eso sí, y para no dar lugar a malos entendidos, remarca que, como no podía ser de otra forma, «memorizar sigue estando presente, pero tienes más capacidad de pensamiento crítico o en lugar de estudiar memorizándolo todo buscas la manera de entender las cosas».

Reconocen, en todo caso, que no se esperaban obtener tan buena nota en los exámenes finales. «Esperar, no. Tenía una esperanza mínima, pero tampoco era mi objetivo principal. Yo solo quería entrar en la carrera y la nota me daba un poco más igual», sostiene Carolina Amorín, mientras que Carmen Nimo asume que «uno nunca se puede anticipar a una nota tan alta. Simplemente, puse el esfuerzo y esperaba que el resultado fuera bueno. Obviamente, era imposible anticipar una nota así y la verdad es que me quedé muy sorprendida para bien porque necesitaba mucha nota».

Saltar y bailar

Las dos exalumnas del SEK-Atlántico, eso sí, guardan en su memoria muy vívido el momento que les comunicaron el resultado. «Empecé a dar saltos por casa durante unos cuantos minutos», confiesa Carmen, quien no dudó en agradecérselo a sus profesores por WhatsApp, pero, sobre todo, a su tutora. «Después de todo el esfuerzo que hicimos, al final es un curso muy duro y con mucha presión, casi que no me lo podía creer y fue un alivio. Hubo un momento de pararme a pensar: ‘Y ahora, ¿qué?'», añade señalando que recibiendo la noticia con mucha alegría compartida con su familia.

«Bailar», apunta, por su parte, Carolina. «Estaba con mi hermano. Me llamó mi profe y me lo dijo. Mi hermano estaba escuchando, me puso música y tuvimos ahí un momento de satisfacción, de haberlo conseguido porque había sido un año muy duro», recuerda Carolina, quien, sin embargo, no atina con la canción que sonaba como banda sonora de ese instante, aunque imagina que sería alguna samba.