La otra cara del descenso demográfico: «Las familias grandes estamos en desuso»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

De izquierda a derecha, Alejandra, Mónica, Alonso, Martina, Rodrigo, Carlos y Carlota
De izquierda a derecha, Alejandra, Mónica, Alonso, Martina, Rodrigo, Carlos y Carlota RAMON LEIRO

Este matrimonio de Pontevedra con cinco hijos reconoce que «esto no es una vida de Instagram, pero la balanza siempre sale a favor»

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En la casa de Mónica Cortegoso y Carlos Lorenzo no hay silencio. Tampoco lo echan de menos. La calma llega después de comer, cuando un rato de descanso es casi obligatorio para hacer un paréntesis en una jornada donde no hay hueco para el aburrimiento. Este matrimonio pontevedrés tiene cinco hijos, son una familia numerosa, de esas que empiezan a escasear. En una semana en la que se conoció que Galicia rompía su suelo demográfico con tan solo 38 nacimientos diarios, una cifra que supone un alumbramiento por cada tres entierros, ellos reivindican la «felicidad» de ver una casa llena de niños. Y no tan niños.

Su hija mayor, Alejandra, tiene 17 años, detrás de ella vino Rodrigo, con 14, y Carlota, con 13. Después nacieron Martina y Alonso, con 7 y 5 años, respectivamente. Pero es raro el día en el que están solo los siete. «Ayer hicimos una cena de amigos y éramos más de treinta», dice Mónica, poco antes de que llegue su sobrina para unirse a la tropa. «Y cuando falta uno, ¡vaya si te enteras! Lo echas de menos», reconoce esta madre de 42 años, que responde así a todos esos que le dicen que con tantos niños, si falta uno ni te das cuenta.

Saben que su apuesta por una familia numerosa no es lo más habitual hoy en día. Sin embargo, ellos lo tuvieron claro desde que se conocieron y con 25 años ya estaba embarazada de Alejandra. «Ver ese bullicio me encanta, cuando era niñas mis amigas también tenían un montón de hermanos y a mí me gustaba ir a sus casas», explica Mónica. En esa apuesta personal que han hecho por tener una familia numerosa han tenido que aprender a lidiar con los comentarios de mucha gente y alguna que otra mirada escéptica en la cola del supermercado. «Las familias grandes estamos en desuso. Está claro que esto no es una vida de Instagram, pero en la balanza siempre sale a favor», explica la matriarca.

Ella y su marido Carlos Lorenzo no delegan la crianza de sus hijos en familiares ni en los hermanos mayores. Se han organizado de tal forma que por las tardes están en casa para cuidar de los críos. «Los padres somos nosotros, no responsabilizamos a ninguno de nuestros hijos de los más pequeños. También tienen derecho a disfrutar», dice ella, mientras su marido apostilla que «Alejandra nos ayuda mucho, ayer que tuvimos a 22 niños en casa estuvo jugando con ellos». Su prioridad son los hijos, pero creen que para que ese engranaje familiar funcione es importante cuidar el matrimonio. Así que cuando tienen tiempo hacen una escapadita de una noche o salen a cenar a solas.

Organizados

Ellos son unos firmes defensores de su modelo de vida, a pesar de que el apoyo de las instituciones sea «irrelevante». Han aprendido a renunciar a algunas cosas. Pocos viajes y menos cenas fuera. «Eso sí, somos de tener a mucha gente en casa y desde que nos mudamos a esta tras la pandemia siempre hay mucho ambiente, está pensada para disfrutarla», explica Carlos Lorenzo, que reconoce que la organización es una parte importante para que todo salga bien, pero «incluso él, que es muy metódico, ha aprendido a que aquí los planes cambian en cualquier momento». Lo único que han inculcado a sus hijos es que antes de irse a dormir tiene que quedar todo ordenado. Desde que amanece en casa de los Lorenzo Cortegoso no hay descanso hasta que se pone el sol. «Hasta nosotros procuramos estar a las diez en la cama», detalla el matrimonio para explicar del ajetreo diario.

Y es que en su casa hay casi todo por doble: dos neveras, dos congeladores y mesas hechas a medida para 14 personas. Aunque reconocen que viven tranquilos, también han tenido que apretar el cinturón para que no se dispare la cesta de la compra. «La empresa de congelados nos trae a casa el pescado y estamos empezando a optar por marcas blancas en muchos productos», dice Mónica, que reconoce con humor que son clientes diamante de Carrefour: «Nos llamaron para decirnos que somos de los diez mejores de la provincia».

«Las alegrías me llenan tanto que los inconvenientes se quedan en nada»

 

 

Vicente Domínguez es el mayor de 14 hermanos. Su mujer, Eva Pardilla, es la tercera de ocho. Y juntos han tenido cinco hijos: Juana, Vicente Enrique, Mercedes, Miguel y Jimena, que van de los 20 a los 13 años. En su casa conviven ahora cuatro adolescentes, pero incluso ser familia numerosa es positivo en esas edades. «Se apoyan y se entienden», dice el padre, que desde niño sabe que «no podemos competir con otras familias en muchas cosas, aquí siempre hay privaciones y austeridad, pero eso también es educar».

Sus hermanos también han tenido más de un hijo y él lo tiene claro. «El cambio es de cero a uno, el resto ya no son ningún problema. Da igual que sea uno que cinco», apunta Domínguez, quien recalca la importancia de dar un giro al descenso demográfico para evitar problemas en el futuro. A los padres que tienen dudas les manda un mensaje. «Las alegrías me llenan tanto que los inconvenientes se quedan en nada», afirma.