Adolfo Baloira: «Le digo a los residentes que no hablen a los pacientes con lenguaje médico»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El neumólogo Adolfo Baloira, en el puerto deportivo de Sanxenxo con su barco
El neumólogo Adolfo Baloira, en el puerto deportivo de Sanxenxo con su barco RAMON LEIRO

El neumólogo del CHOP pontevedrés estudió en Santiago, se especializó en Santander y disfruta con su profesión

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La suya es una de las caras que más salió en los medios durante la pandemia del covid, sobre todo, en aquellos primeros meses en los que había bastantes incógnitas sobre el nuevo virus y cómo combatirlo. Adolfo Baloira Villar (A Estrada, 1961) es neumólogo en el CHOP —jefe de servicio en funciones—, pero podría haber sido físico. Desde su despacho en el hospital Montecelo cuenta que nació en A Estrada, pero que en seguida se vino a Pontevedra. «Desde niño me encanta la ciencia, en general», relata. Dudó entre estudiar Física o Medicina y al final se decantó por esta segunda a los 15 años, quizá porque la venía «más práctica».

Hizo la carrera en la USC de Santiago y aunque aquella no fue una experiencia pedagógica excelente por falta de contacto personal y bastante masificación, sí lo fue en cuanto a amigos y época vital en la residencia de San Martín Pinario. Cuando le tocó elegir especialidad tenía claro que quería una médica y que le gustaría formarse fuera de Galicia porque «el mestizaje siempre es muy bueno». Acabó haciendo neumología en el hospital Valdecilla, en Santander. Se quedó algunos meses tras acabar la residencia y también estuvo un tiempo en un hospital de Burdeos, en Francia, que era el más importante en esos momentos en trasplantes de pulmón. Desvela que se defendía bien con el idioma porque ayudaba tener una novia francesa. En Burdeos también descubrió el buen vino.

«La carrera te da una formación limitada y teórica y cuando aprendes de verdad la profesión de médico es en la residencia». Defiende Baloira que España sigue teniendo uno de los mejores sistemas de formación especializada, el mir, si bien necesitaría alguna actualización. Aunque actúa como asesor para otros hospitales, diversas revistas médicas y algunas universidades —con la de Vigo son referencia nacional en estudios de genética sobre hipertensión pulmonar—, siempre trabajó en Montecelo como médico clínico. Comenta que intentó quedarse en Santander, pero no había plazas. Confiesa que dio «algunas largas», hasta que Rafael Pérez-Santamarina lo llamó para traérselo a Pontevedra. Está contento siendo neumólogo, pero dice que también lo sería, seguro, como cardiólogo o reumatólogo. «El pulmón y el corazón son las principales causas de fallecimiento. Y las enfermedades respiratorias supone un tercio del total de enfermedades médicas. La neumología ha tenido un desarrollo brutal en los últimos años gracias a la tecnología, no solo con imágenes, endoscopias y TAC, sino también a nivel de bioquímica y genética, junto a los ventiladores y la telemedicina, donde el CHOP es pionero», subraya. Claro que no siempre fue así. Recuerda el facultativo que cuando empezó en Pontevedra el servicio era pequeño y dependía de medicina interna: «Tuve la suerte de que le caí bien al equipo de entonces y en seis meses montamos la unidad del sueño y fuimos los primeros de Galicia en hacer estudios de sueño en el domicilio».

Con el Gran Montecelo en construcción, Baloira subraya que el servicio de neumología duplicará su espacio de consultas y contará con un hospital de día, donde estarán los pacientes unas horas evitando que ingresen. «Ahora es inviable porque no hay sitio» y agradece al ya exgerente [José Ramón Gómez] el que se hablara mucho con los profesionales para planificar el nuevo hospital, del que destaca que ganará en eficiencia al concentrar las endoscopias de todas las especialidades en un espacio.

La tecnología es muy importante para los avances en medicina, pero no lo es menos el trato con el paciente. Compañeros de Baloira destacan de él su pedagogía y su accesibilidad. Para el neumólogo es lo que tiene que ser. «Siempre le digo a los residentes que no hablen a los pacientes con lenguaje médico. A veces para el paciente eres su referencia y no puedes defraudar. A mí me encanta hablar con la gente y pretendo que el paciente salga de la consulta más contento de lo que entró y, a ser posible, con una sonrisa». Cuando hay que comunicar un diagnóstico malo, el médico no puede perder de vista nunca, recalca, que el que tiene enfrente «tiene sentimientos y emociones».

El neumólogo señala que la curiosidad «es el instinto más intenso del ser humano, superando incluso a la paternidad». Baloira, que se casó dos veces y no tuvo hijos, es feliz trabajando, pero también fuera de la consulta. ¿Se cuida mucho?, se le pregunta. Asegura que no tiene problemas de sueño —le llegan seis horas «reparadoras»— y practica deporte. Corre y hace algo de pesas. Nunca fumó y los fines de semana se permite algo de vino y alguna copa. «Soy de martini, y me puedo tomar dos gin tonic al mes». Leer, el cine y la música, que no falta ni cuando trabaja, son sus aficiones, junto a navegar. Saca partido a su barco a motor, el Helios, que tiene su base en Sanxenxo. «Vivir lejos del mar me sería difícil», afirma recién llegado de sus vacaciones. No le faltan dotes para el baile y presume de sentido del humor.