Víctor Cerro, mago extremo: «Casi todas las semanas tenemos un susto»

PONTEVEDRA

cedida

El ilusionista intentará librarse este martes de las cadenas y grilletes antes de ser alcanzado por una lanza arrojada por una ballesta gigante

31 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Víctor Cerro (Plasencia, 1977) tiene claro que su especialización en lo que se conoce como magia extrema fue un proceso natural: «El riesgo es algo que toda mi vida me fue acompañando y que, de una forma muy natural, se juntó en el espectáculo. Por una parte, desde que estaba en séptimo de EGB, de pequeñito, empecé en el mundo de la magia, del ilusionismo, siendo un mago más haciendo juegos con cartas, varitas, pañuelos... Y, por otra, era un loco de los deportes de riesgo y de aventura, como paracaidismo, puenting, escalada, montañismo, rafting...».

—Pero, ¿cómo dio el salto?

—Fue en una época de mi vida que era el mago de Canal Extremadura Televisión, donde estuve tres años. Todas las semanas tenía que hacer números de magia, pero que involucraran a zonas de Extremadura. Como hay mucha naturaleza, muchos lugares donde se practican deportes de riesgo y a mí me encantan, de repente, sin querer, empecé a fusionar la aventura y el ilusionismo. Y así me convertí, casi sin darme cuenta, en un mago de riesgo.

—¿Hasta cuanto puede contar de su espectáculo del martes?

—Vamos a hacer algo bastante único para abrir esta gira que, gracias a Galicia Ilusiona, voy a hacer por las siete ciudades más grandes de la comunidad. Es un número que se llama El hombre diana, que consiste en una ballesta o, más bien, una balista. Es una ballesta gigante que tiene dos por tres metros que, en lugar de lanzar saetas como las ballestas que conocemos, arroja lanzas de casi dos metros de longitud. Y las lanza a una diana. ¿Dónde está lo emocionante? Pues que encadenado con grilletes, candados, bridas... a esa diana estoy yo. El arma se mantiene tensa gracias a una cuerda y un sistema de temporización, que es una soga con gasolina. Tengo que conseguir escapar, librarme de todas esas cadenas, grilletes, candados y bridas antes de que se queme la soga que mantiene tensa la ballesta, momento en el que saldrá disparada la lanza hacia la diana. Espero para entonces no estar ahí.

—¿Cómo surgió este número?

—Gracias a un amigo inventor que está muy loco y que durante un tiempo estuvo pensando movidas para intentar acabar conmigo. Tenía que aceptar todos los desafíos que él fuera capaz de construir. Eran máquinas horribles y locas. La apuesta empezó como una broma entre un escapista y un inventor loco, que en mi ciudad todo el mundo le conoce como Serna. Era como un juego entre nosotros, una especie de apuesta de a ver si era capaz de sobrevivir a todo lo que él fuera capaz de idear. Una de estas cosas fue esta especie de ballesta.

—¿Entiendo que el resto de inventos se verán en otras paradas de su gira por Galicia?

—Claro, efectivamente. Muchos de esos desafíos son los inventos locos de la mente de este hombre. Me gustaría destacar que este gran festival que es Galicia Ilusiona se hace gracias a los directores Pedro Bugarín y Dani Polo con la colaboración del Xacobeo y la Fundación la Caixa. Va a haber más de 220 actuaciones y en las siete grandes ciudades gallegas, no solo van a estar los desafíos extremos, sino que también las galas internacionales, los mejores magos del mundo haciendo números muy cortitos, pero que se necesita una vida para hacerlos. En Pontevedra es el 24 de septiembre.

—¿Imagino qué la posibilidad de que algo vaya mal, un susto, está muy presente?

—Sí, casi todas las semanas tenemos algún susto. Uno de los números de esta gira consiste en que voy a intentar escapar de un horno de gas encendido. Me pondrán cadenas, me meteré dentro del horno, se encenderá el gas e irá cogiendo temperatura, y tengo que escapar. Y digo que voy a intentar escapar porque si se busca en internet veréis que hubo una ocasión en la que no pude salir e, incluso, la gente que me ayuda se quemó las manos. Y eso que estaba ensayado cómo podían auxiliarme, pero con los nervios y todo se quemaron y me quemé yo también. Cosas de estas suceden siempre.

—Leyendo su biografía parece que tiene pendiente una asignatura para licenciarse en Biología.

—(risas) Sí, todavía sigo con ella pendiente, madre mía. Me falta una optativa que son veinte folios que se llama eucariotas. Eso es lo que falta para ser biólogo. De hecho, creo que a la doble hélice del ADN le ha salido una cadena más paralela de tanto tiempo que ha pasado desde que estudié. Estudié Biología porque me encantaba a nivel molecular cómo funcionaba la vida, que parece magia, pero, al final, me dedicaba tanto al mundo de la magia que no tuve tiempo y se quedó ahí.

—¿Se considera más mago que ilusionista o da igual?

—Me da igual. Siempre que la gente me lo llame con cariño y afecto, y yo cumpla con sus expectativas, me da igual cómo me consideren.