1922: En defensa de la tesis gallega de Cristóbal Colón

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Documentos históricos en la Casa Museo de Colón, en Portosanto, en Poio
Documentos históricos en la Casa Museo de Colón, en Portosanto, en Poio CAPOTILLO

Cuatro extensos artículos detallaron en La Voz de Galicia las ideas centrales de un libro de Prudencio Otero, publicado hace cien años, que impulsó la hipótesis en torno al origen pontevedrés del navegante

03 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El lucense José María Riguera Montero (1845-1922) dedicó en la portada de La Voz de Galicia una serie de cuatro artículos a la investigación histórica de Prudencio Otero Sánchez (1847-1936), quien hace justamente ahora un siglo publicó su España, patria de Colón. Esta obra marcó uno de los hitos literarios en la defensa de la tesis gallega del origen del navegante y Riguera, que tres años antes de Otero había escrito otro libro en torno al debate filológico del apellido Colón, se volcó con entusiasmo en su promoción. Define la producción de Prudencio Otero como una obra «perfectamente metódica y de una lógica escrupulosa, como cuadra a la labor de investigación de que se trata». Asimismo, el filólogo lucense tiene palabras de recuerdo y elogio a los dos pioneros en la formulación de la tesis citada: Casto Sampedro (1848-11937) y Celso García de la Riega (1844-1914).

Para Riguera Montero, el libro de Prudencio Otero es el fruto de «una treintena de años» de pesquisas y de búsqueda de datos para «probar documentalmente que Colón nació en Pontevedra», tal y como sostiene en el primer artículo de su serie en La Voz de Galicia en mayo de 1922.

Indica el erudito lucense que la recuperación de la tesis gallega del origen de Colón se realizó en una conferencia de Calzada en Paraguay en 1915, cuando la hipótesis aportada por García de la Riega «yacía casi olvidada». Y atribuye a esa charla el interés suscitado a este lado del Atlántico por examinar su veracidad, que él defendió con toda la habilidad y documentación a la que pudo acceder. En este sentido, desechan tanto Riguera como Otero la vigencia de los informes con que otros historiadores españoles habían cuestionado y rechazado después las conclusiones de los pontevedreses.

Colón y no Colombo

En la enumeración de sus argumentos, matiza Riguera que «es preciso destruir la afirmación de que el descubridor de América había sido Colombo, y no Colón». Entre otras cuestiones apela al contrato firmado por los Reyes Católicos en Santa Fe y la institución de mayorazgo del almirante. Para el articulista lucense se trata de «la más acabada demostración del carácter gallego que correspondía al ilustre hombre que la había escrito». Este es un juicio de valor sobre la personalidad de Colón que, a todas luces, por sí solo no pasaría los filtros académicos actuales, pero que hace cien años estaba al orden del día en el debate entre especialistas. No aclara el lucense en qué cosas concretas se basa para atribuir este «carácter gallego» al almirante.

Entra en materia más adelante, al resaltar que Cristóbal Colón nunca se dirigió a Doménico Colombo, a quien los rivales de la tesis gallega señalaban como padre del navegante, y añade que tampoco escribió en italiano. «Además, los nombres puestos a las islas que iba descubriendo, todos ellos de puntos de Pontevedra», así como «el manejo perfecto del idioma castellano que se refleja en sus escritos» son aspectos que subraya Riega en su resumen de la obra de Otero.

Santa María La Mayor

También se sustenta Riguera en el campo filológico al afirmar que Colón se expresa al escribir con «giros gallegos, netamente gallegos», factor que cree que demuestra su vinculación con Galicia. Defiende también dos asuntos más de su tesis. Por un lado, está la inscripción en piedra en Santa María La Mayor de Pontevedra, hoy basílica y hace un siglo solo iglesia, «donde en caracteres pétreos se halla la capilla que contiene la inscripción de Juan de Colón».

En la misma línea destaca el cruceiro de Portosanto, «en cuya base existe otra inscripción semejante, frente por frente a la casa en que según la tradición, nació el descubridor del Nuevo Mundo». Es precisamente esa casa, que entró en el siglo XXI en ruinas y fue reconstruida y adaptada, la sede del museo dedicado a la memoria del almirante y también una institución que, con el respaldo del Concello de Poio, mantiene viva la tesis de su nacimiento a este municipio pontevedrés.

En los restantes artículos, Riguera aborda la polémica sobre la validez de la documentación notarial medieval de Pontevedra y su rechazo por otros historiadores, asegurando, siempre, que se trata de escritos legítimos que avalan la presencia de los Colón en la ciudad del Lérez en el siglo XV.

El libro de Prudencio Otero y los artículos de José María Riguera tuvieron sucesores hasta hoy, pero no lograron su objetivo final, que era ni más ni menos que el reconocimiento por la Real Academia de la Historia de que la tesis gallega de Cristóbal Colón era un hecho y no una mera proposición.

Con la perspectiva que ofrece un siglo, podemos resumir esta polémica entre especialistas como un largo proceso de síes y noes, con más de una incertidumbre. Por ahora y a expensas de que aparezca un documento que pruebe, de forma inequívoca su origen, la procedencia de Colón sigue siendo un misterio, celosamente guardado por el paso de más de cinco siglos. No obstante, aquellos que quieran iniciarse en el debate, o por simple curiosidad, siempre pueden aprovechar y visitar la Casa Museo de Colón, en Portosanto. Pasen, examinen, juzguen y saquen sus propias conclusiones. Quizás ahí esté una de las claves que desvele la solución a uno de los misterios históricos aún sin resolver para la comunidad científica: ¿quién era Cristóbal Colón?