Antes de llegar a la fundación de Velca, Emilio trabajó en Madrid en Impact Hub ayudando a emprendedores a crear sus startups. Después dio el salto a Alemania, donde fue director de operaciones de vehículos de Voi, empresa sueca de patinetes eléctricos. De ahí sacó su mochila como emprendedor, un aprendizaje que lo llevó a ser lo que es hoy. «Siempre me gustaron los sitios con autonomía, con estructuras pequeñas, donde puedes equivocarte, viajar, no encasillarte, innovar y emprender. Eso son las startup, que acaban siendo empresas». Emilio afirma que si tenía claro que quería ser emprendedor «no tenía mucho sentido trabajar en El Corte Inglés o de administrativo en un ayuntamiento».
Se rodeó de muchos fundadores de startups y a los 24 años decidió hacerse un plan de carrera profesional. El emprendedor no olvida sus orígenes gallegos y solo acepta dar conferencias en Galicia y en Madrid, donde está la sede de Velca, que nació en febrero del 2020. Hace cinco años creó con Ángel Fraga el Instituto Galego do Talento (Igata). «Es la mayor comunidad de gallegos fuera de Galicia y una forma de hacer retornar todo ese talento de gallegos de alto potencial que se han ido fuera, que han triunfado fuera y que querrían volver. Todo ese talento podría generar innovación, impacto y puestos de trabajo». Conectado con el Igata está el proyecto para crear un centro de ensamblaje propio de Velca. Un proyecto que tiene novias en varias comunidades autónomas, entre ellas Galicia, y que cuenta con apoyo del sector privado, «muchos de ellos inversores gallegos». Emilio avanza que a finales de abril quiere dar un acelerón al proyecto. «Lo hemos hecho todo a pulmón y falta la última fase de acompañamiento. Encajar las piezas del puzle».