Pere Ponce, actor: «'Los pazos de Ulloa' ha envejecido perfectamente»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

PEDRO GATO

El actor encarna a Don Julian en la primera adaptación que se hace al teatro de la novela de Emilia Pardo Bazán

04 abr 2022 . Actualizado a las 10:58 h.

Pere Ponce interpreta a Don Julian en la primera adaptación que se hace al teatro de la novela Los pazos de Ulloa y que llega al auditorio de Afundación en Pontevedra el próximo jueves, 7 de abril. «Es una adaptación de Eduardo Galán dirigida por Helena Pimenta y creo que es una versión bastante fiel a la novela tratando de respetar bastante todos los hitos de esta obra tan especial. No duda cabe de que se tuvo que hacer una abstracción de muchos elementos porque había figuras difíciles de llevar a escena, como es la de Perucho, un niño de 5 años, por lo que se tuvo que hacer un ejercicio teatral para darle vida», refiere el propio Ponce.

—¿Qué es lo más especial de su papel como Don Julián?

—En esta función es también la figura del narrador. Nos hemos tomado la licencia de darle este rol omnisciente a Don Julián. Algo muy inteligente que ha hecho Eduardo es realizar un flash-back de la historia, lo que permite que mi personaje pueda entrar en escena en presente y, a la vez, cortar y ver lo que fue en el pasado. Hace una reconstrucción de los hechos y esto le permite tener una visión crítica de la historia, de lo que pudo haber hecho y no hizo, y reflexionar sobre la situación o la época, algo que le aporta actualidad.

PEDRO GATO

—¿Cómo es representar «Los pazos de Ulloa» en Galicia, donde discurren los escenarios naturales de esta novela?

—Pues con un gran respeto y, a la vez, con una gran satisfacción de poder dar voz a Emilia Pardo Bazán, dar carne a su palabra. Hay aspectos que funcionan muy bien. Cuando se ríen en la novela de Santiago, también se reían en la representación en A Coruña, pero no en Santiago. Son cosas que hemos ido descubriendo porque eramos ajenos a estas referencias, a las bromas de Pardo Bazán a las rivalidades entre ciudades.

—¿Qué es lo que más sorprende?

—Lo que más sorprende allá donde vamos es la permanencia del texto, de la validez de la crítica, de la valentía, de cómo se adelantó a su época y cómo pone el dedo en temas que aún nos conciernen, como el feminismo, la dominación del hombre sobre la mujer o el mundo caciquil de las baronías y los fraudes electorales. Son los lodos de los que venimos. Ha venido público muy joven a ver la función, de institutos, y en los coloquios posteriores ves que les emociona, les conmueve y se preguntan cómo reconocerían ellos una relación tóxica, qué herramientas tenían entonces y cuáles tenemos ahora, cuáles son los motores para salir de estas situaciones. La obra está viva.

—Estamos, por tanto, ante una novela que ha envejecido bien.

—Sí, sí. Ha envejecido perfectamente. Es lo que tienen los clásicos. En realidad, un clásico es porque pervive, porque la voz que, en su momento, se alzó aún tiene un público y eso es lo que les mantiene vivos. Es un placer que esa voz está viva y sigue entre nosotros.

PEDRO GATO

—Y, a pesar de que es una novela viva, que esta vigente, ¿por qué nunca se había trasladado al teatro hasta ahora?

—Creo que hay una mezcla de pudor, admiración y respeto por la novela. Cuando una obra está tan bien y es tan cerrada el trasladarla a escena es muy difícil. En este caso, creo que ha primado más el hecho del homenaje, el de recuperar esa voz y darle la vitalidad que tuvo en su día. En su momento, en el XIX, no duda cabe de que fue una obra que conmovió. Es un folletín inmenso, pero, a la vez, reivindica ciertos aspectos de la mujer. No cabe duda de la valentía de Pardo por dar ese paso adelante y denunciar aspectos determinados de la situación de la mujer, de la política e, incluso, de la situación social, pero también en relación a la iglesia, de cómo miraba hacia otro lado.

—¿Qué destacaría del resto del plantel que le acompaña sobre el escenario?

—Es un plantel magnífico. Se ha hecho un trabajo en pandemia, un trabajo que hacíamos con mascarilla y no veíamos la expresión al completo, intuíamos lo que había detrás de la máscara y ha sido un descubrimiento. Ha habido una implicación tan grande de toda la compañía, pero, sobre todo, hay un talento enorme sobre el escenario. Todos han encontrado su voz personal. Es una historia dura, difícil, tenebrosa... Es de una violencia y crueldad extremas, pero, a la vez, hay un placer en ponerla en pie, en darle vida.