Loureiro Crespo, la cara oculta de una reforma a las puertas de la milla de oro de Pontevedra

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Los comercios de la calle piden el fin de unas obras que duran ya dos años

18 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La reforma de la calle Loureiro Crespo tiene su cara y su cruz. Su mejor cara es desde la plaza del Hospital Provincial, donde la vida late a diario con fuerza, hasta el cruce con la Pasarela, donde comienza su cruz. Es el otro lado, la faz oculta de una calle humanizada en la que los comerciantes conviven con hasta 15 bajos vacíos y el final de unas obras que se prolongan casi dos años. En algunas de las vías perpendiculares todavía siguen con la piqueta para ultimar una reforma que se inició en mayo del 2020 y pese a tener un plazo de ejecución de un año, se prolongó el doble.

La humanización ha dejado aceras más anchas, un solo carril de entrada a la ciudad y pocos aparcamientos. «Como residente estoy encantado, quedó muy bien para pasear, pero en cuando a volumen de trabajo, murió», dice José Antonio Acuña Tajes, de la ferretería Pontevedra, que pone el ejemplo de otras calles céntricas que han quedado en el olvido. «Hay puntos negros para el comercio, como Castelao, San Antoniño o la avenida de Vigo», señala, mientras dos comerciales esperan para hablar con él. Su visión se repite en otros negocios de un tramo de la calle recién estrenado. Es la continuación de la milla de oro de Pontevedra, pero tras cruzar la vía del tren, los comerciantes dicen que las oportunidades se desvanecen. Leticia Caravallo abrió su librería hace cuatro años. «Cuando empecé con mi negocio, los vecinos me decían ‘qué bien que abras aquí, así ya no tenemos que bajar a Pontevedra’», recuerda. Ella, que no es pontevedresa, no lo comprendía. Ahora empieza a entenderlo, pero no ha valido de mucho. «Ya no resistió más, en dos meses tendré que cerrar», lamenta Leticia, que desde que abrió se topó con el covid y más tarde con las obras. «El alcalde me dijo que yo era de las valientes cuando nos vimos en la feria del libro, pero ahora ya no lo soy», comenta con cierto pesar, al tiempo que reconoce: «Los proveedores me dicen que mi problema es estar aquí, si estás de la Pasarela para abajo, estarías salvada».

Quizás sea así, pero lo cierto es que en ese tramo de la calle ya no quedan bajos libres. Acuña Tajes cree que parte de la responsabilidad de que no se alquilen los que están vacíos es por el precio que piden sus propietarios. La diferencia entre estas zonas de la misma calle es abismal. Si en el Provincial un bajo de 100 metros puede costar 580.000 euros, al cruzar la vía baja a 250.000, según explican desde Inmobal.

Obras en Ernesto Caballero

Una de las que todavía sufre las obras es Concepción Codín, la frutera de La Ferrolana. Al preguntarle cómo le ha afectado la reforma, se monta una pequeña reunión en su local. «A mí todavía me queda que me rompan delante la calle, mi puerta está en Ernesto Caballero. Ya he mandado escritos al Concello porque llevamos dos años de obras y hasta salen ratas de la calle», explica. Al igual que los vecinos, lamenta la falta de aparcamientos. «La carga y descarga es imposible. Y yo, que venía en coche, me he comprado un patinete eléctrico», advierte. Para ella, los pocos estacionamientos son el mayor inconveniente. Lo suscribe uno de sus vecinos, Ángel Lezcano, que cree que la reforma «ha cegado» la calle. «El que pasa y no encuentra donde parar, no da la vuelta porque es complicado», señala este vecino, que pese al incordio que supusieron las obras, reconoce que la calle ha quedado bien.

Ahora, tanto comerciantes como residentes, esperan que tras la reforma los bajos que estén vacíos empiecen a completarse y devuelvan a la calle el pulso comercial que tenía y que mantienen sus vecinos de Benito Corbal, e incluso de la Pasarela.