«Mis padres son la esencia Roquiño, pero toca un cambio generacional»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral CALDAS / LA VOZ

PONTEVEDRA

Sofía, Manolo, Lola y Miguel, la familia del Roquiño de Caldas, que en unos días empezará una nueva etapa tras la reforma del restaurante
Sofía, Manolo, Lola y Miguel, la familia del Roquiño de Caldas, que en unos días empezará una nueva etapa tras la reforma del restaurante Capotillo

El restaurante de Caldas inicia una nueva etapa tras la reforma del local

17 mar 2022 . Actualizado a las 14:54 h.

Por su comida y la parra de la terraza el Roquiño es uno de esos locales con historia que no dejan a uno indiferente. El restaurante ubicado en la calle Pedro Mateo Sagasta de Caldas de Reis inicia en unos días una nueva etapa tras la reforma que lo mantuvo cerrado desde el 10 de enero. Manolo Piñeiro y Lola Frieiro seguirán trabajando en el negocio, pero de alguna manera el protagonismo pasa a ser de sus hijos, Miguel y Sofía, formados en el sector.

La huelga del transporte deja en el aire la inauguración de esta tarde. Miguel comenta que al principio costó convencer a sus progenitores de que era necesario reformar el Roquiño. «Primero iba a ser solo el bar, pero después fue también la cocina. Se hizo para que el trabajo sea más cómodo. Abrimos la barra para facilitar el trabajo, porque antes se hacían muchos kilómetros a lo tonto», afirma el cocinero. La cocina se amplió para moverse con soltura y se renovó el local, donde ahora predominan el blanco y negro con el marrón de la madera. Se conserva la chimenea y en el exterior también la mítica parra y una histórica verja. «En la terraza tendremos mesas bajas y también altas. Uno de los muros lo forramos con madera y lleva el nombre del local. Por la noche se ilumina y queda muy chulo», cuenta Miguel. En la otra pared de la terraza sigue vivo uno de los murales que se hicieron hace dos años en el marco del proyecto de arte público Kaldarte.

Se suma su hermana Sofía, que dejó La Radio de Pepe Solla para incorporarse al nuevo Roquiño. Estudió cocina, pero siempre le atrajo más la faceta de camarera. «Me gusta estar con la gente», dice. Insiste en que ellos forman el relevo, pero Manolo y Lola son «la esencia Roquiño». Una esencia tras los fogones y mucho más que no se va a perder. «Mis padres van a seguir, pero se van a jubilar en breve y queríamos darle una vuelta al local». Eso no significa que todo vaya a cambiar. Ni mucho menos. Mantendrán el menú del día a base de platos tradicionales, pero incorporarán las tapas de noche.

«La comida tradicional va a seguir, aunque el menú, que era de 10 euros, se subirá un poco porque se ha incrementado el precio de todo. Estamos pensando en algún suplemento según el plato. Lo que no volverá es el menú de noche, que desapareció en mayo del 2021 porque no tiene sentido, y en su lugar habrá tapas», relata Miguel. No faltarán el raxo, la zorza o las almejas a la marinera, pero habrá opciones más modernas como nachos con guacamole o chile con carne.

Lola, además de la cocina del Roquiño, es la responsable de la comida en la fábrica de Foresa, donde lleva treinta años. Peina 59 años y su marido, 62. Todavía no piensan en la retirada, pero confían en el relevo generacional de Miguel y Sofía, que tienen 37 y 33 años. La idea de las obras fue de ellos. «Estos hijos nos vuelven locos», deja caer Lola con una sonrisa que se ve a pesar de la mascarilla. Y añade: «Yo confío plenamente en ellos, pero siempre les quieres echar una mano, sobre todo al principio. En el caso de Miguel, es una cocina diferente a la mía. Él cocina mejor que yo». Su hijo menea la cabeza. Si Manolo se dedica sobre todo a los postres, los platos estrella de Lola son las almejas, los callos o el rodaballo en salsa. De este último desvela que está cansada después de preparar miles de raciones. «Ya me aburre, pero no hay manera». Aseguran que no pueden sacarlo de la carta ni elaborarlo de otra forma. El deseo de Miguel y de Sofía es que sus padres puedan disfrutar en breve de una más que merecida jubilación, aunque costará ver sus vidas fuera de la barra.