
Las familias de los doce desaparecidos del Villa de Pitanxo asisten impotentes a la retahíla de evasivas del Gobierno mientras la tragedia es arrinconada por otros acontecimientos
27 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Entre la invasión de las tropas rusas a Ucrania y la crisis en la dirección nacional del PP con su previsible efecto colateral en la Xunta de Galicia, la semana ha transcurrido zarandeada por sendas cataratas interminables de noticias sobre ambos asuntos. Ha sido tal la vorágine que, salvo en la provincia de Pontevedra, la tragedia del pesquero Villa de Pitanxo ha quedado marginada de la atención principal que ocupaba hace una semana y pico.
Era lo que me temía cuando reflexionaba sobre el asunto en la página del domingo pasado. Ha ocurrido. Lamentablemente las familias de los doce tripulantes que permanecen desaparecidos desde hace casi dos semanas, viven una segunda victimización. Esta segunda es política y periodística. Y me temo que no será la última. Aún les queda el vía crucis administrativo para que les reconozcan los derechos de viudedad y orfandad.
Arrinconados
Resulta indiscutible que la guerra en Ucrania constituye un seísmo de una trascendencia formidable que arrincona cualquier otra noticia, como les ha pasado a las víctimas del pesquero. Ese conflicto bélico detrae consecuencias inmediatas que ya percibimos y supondrá efectos ulteriores que aún no somos capaces de atisbar. Repercusiones políticas, diplomáticas, económicas y hasta militares que nos llegan a Pontevedra, a más de cuatro mil kilómetros de distancia.