La factura de la luz de su asador, de 540 a 1.259 euros: «Tengo que volver a sobrevivir»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Sara Acha, Juanjo Gondar y Sheila Caramés, parte del equipo de la Posada de Lapamán, en Bueu, donde la factura de la luz subió más del doble en tres meses
Sara Acha, Juanjo Gondar y Sheila Caramés, parte del equipo de la Posada de Lapamán, en Bueu, donde la factura de la luz subió más del doble en tres meses CAPOTILLO

El hostelero pontevedrés Juanjo Gondar, uno de los que peregrinó a pie a Madrid en el 2020, dice que la situación aboca a abrir solo en verano

28 feb 2022 . Actualizado a las 10:27 h.

Juanjo Gondar Miniño fue uno de los siete hosteleros de Pontevedra y comarca —con el respaldo de otros cuatro en labores de apoyo— que en diciembre del 2020 peregrinaron a pie hasta Madrid. Querían denunciar la situación de un sector que se vio ahogado por las restricciones de la pandemia del coronavirus. Más de un año después, este hombre, dueño con su familia de la Posada de Lapamán en Ardán (Marín), casi en el límite de Bueu, y la Posada de Marín —que abrió en septiembre del 2021— dice que aquellos más de 650 kilómetros que hicieron con sus pies para exigir un rescate que no llegó sí sirvieron para hacer visible el problema.

«En ese momento la gente no era consciente del problema, y sí sirvió para dar visibilidad en toda España a la situación del sector», considera Juanjo. A pesar de las ayudas, muchos compañeros tuvieron que cerrar sus negocios y otros optaron por emprender nuevos caminos buscando más estabilidad. Él es uno de los que resisten y, aunque la pandemia no ha terminado, la situación en lo epidemiológico es muy distinta. Ahora uno de sus mayores quebraderos de cabeza es otro: la factura eléctrica. Un nuevo mazazo, dice. Y tira de facturas.

El recibo de la luz del asador la Posada de Lapamán del 8 de noviembre al 6 de diciembre fue de 540,58 euros. La última factura, del 7 de enero al 13 de febrero, de 1.259,76 euros. Más del doble en apenas tres meses. El hostelero explica que el asador de Bueu abre de 11 a 17 horas por la semana (los martes cierra), y que solo viernes y sábados funciona por la noche además del mediodía. «En un negocio tienes que dar un buen servicio y no es como en tu casa que puedes apagar luces. Tengo que tener todo encendido. Imagínate si abriera todos los días mediodía y noche, sería inviable». El incremento de la factura eléctrica ya lo tiene en manos de sus asesores para ver si se puede hacer algo. «Lo van a revisar y voy a ver esa vía, además de poner una reclamación en Consumo. Tengo un equipo de trabajo increíble, están todos a jornada completa y no despedí a nadie desde el verano, pero no soy una oenegé. Conseguí sobrevivir y ahora tengo que volver a sobrevivir», subraya.

Juanjo reconoce que el pasado verano fue muy bueno. Su local está a tiro de la playa de la Lapamán, una de las más concurridas de las Rías Baixas, y además tiene clientela fija de obreros y transportistas. Por estos últimos mantiene el menú del día, que tuvo que subir de 10 a 11,50 euros, pero diseñó otra alternativa de 9 euros con platos más económicos que no incluyen variado de pescados o carnes a la brasa. «El verano fue muy bueno y se pudo recuperar bastante. Después parecía que ya no había pandemia, en septiembre, octubre y noviembre. Y llegó diciembre, cuando se fastidió todo. A mí diciembre no me lo nombres». Volvieron las restricciones a la hostelería y las cancelaciones a los locales. «Yo no pedía el certificado covid porque no puedo tener un empleado solo para eso». Fue un nuevo batacazo. Juanjo tiene seis trabajadores, cuatro en el asador de Bueu y dos en el de Marín.

Todo sube

Desde este negocio situado en el límite entre los municipios de Bueu y de Marín hacen hincapié en que todo ha subido. Esa cesta de la compra que se nota en los hogares también les afecta a ellos. «Subió todo, las bebidas, los refrescos, las carnes, el churrasco... Y la luz... Parece que te están abocando a trabajar solo en verano y a cerrar el resto del año. A muchos locales ya no les sale rentable abrir por las noches durante la semana por los gastos que genera», comentan.

Juanjo lleva seis años trabajando en el sector de la hostelería, aunque desvela que con 11 años ya servía cafés. Alquiler, sueldos, seguros, gastos corrientes... El esfuerzo psicológico y la presión por los pagos a los proveedores van haciendo mella. Por ello, tiene en mente, si puede, ejercer la alternativa de alquiler con opción a compra que tiene. «La decepción es mayúscula y no descarto, si finalmente puedo comprar el local, darle otra orientación que nada tenga que ver con la hostelería». El tiempo dirá si es así o no. Mientras tanto resiste en una profesión que le gusta a pesar de todos los sinsabores.