El triple drama de los More en el Villa de Pitanxo: un tío y dos sobrinos en el mismo barco y con muchos críos detrás

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

En el centro, Daniel More, el tío de Edwin (a la izquierda) y de Dieguito (a la derecha). Todos iban a bordo del Villa de Pitanxo.
En el centro, Daniel More, el tío de Edwin (a la izquierda) y de Dieguito (a la derecha). Todos iban a bordo del Villa de Pitanxo.

Daniel, de 41 años, Edwin y Dieguito se enrolaron juntos. Sus familias, repartidas entre Galicia y Perú, lloran sus vidas, pero también la situación en la que se quedan sus mujeres e hijos

17 feb 2022 . Actualizado a las 13:12 h.

Eran las diez de la mañana en Marín. Llovía a medio gas junto al portalón de la armadora Nores, que se ha convertido en el epicentro mediático desde el naufragio Villa de Pitanxo en la madrugada del martes. En un momento, varias personas se bajan de un vehículo y una nube de micrófonos se les viene encima. Bastó una frase de uno de los ocupantes del coche para que fuese difícil hacer más preguntas, plantear más interrogantes: «En el barco iban mi hermano y mis dos sobrinos. Estamos destrozados», dijo un hombre. Parece imposible que se hiciese silencio con decenas de periodistas allí apostados, en una céntrica calle que estaba despertando. Pero sí lo hubo. Y fue escalofriante. Ese hombre era Pablo More. Y lo que resumían sus palabras es el triple drama que ha golpeado a su familia, ya que en el accidente marítimo fallecieron Daniel More y Diego Andrés More, al que cariñosamente llamaban Dieguito, y también está desaparecido Edwin Córdoba. Son, efectivamente, un tío y dos sobrinos. 

La historia de los More se compone de una ansia enorme de prosperar. Naturales del norte de Perú, los More componían una familia de ocho hermanos. Cinco de ellos acabaron emigrando escalonadamente a España, concretamente a Galicia, donde buscaron porvenir en la pesca. Uno de ellos era Daniel, de 41 años, que llevaba unos quince años trabajando como marinero. Estaba casado, vivía en Cangas y tenía un hijo de 18 años y una hija de 9. Su esfuerzo en las mareas se estaba viendo bien recompensado en casa, porque su hijo ya está en la universidad. Daniel, tal y como lo recuerdan su mujer y sus hermanos, «era alegre, fiestero y muy buena persona» y estaba tremendamente orgulloso de sus hijos.

Junto a él embarcaron también dos sobrinos, uno de su propia sangre, hijo de un hermano, y otro político, casado con una sobrina. Eran Dieguito y Edwin, respectivamente. Dieguito tenía solamente 24 años y lo cierto es que no estaba demasiado previsto que embarcase en el Villa de Pitanxo. El joven quería estudiar, pero suspendió un curso que iba a hacer. Entonces le dijo a los suyos que prefería trabajar antes que quedarse en casa sin ocupación. De ahí que acabase yendo a su primera y, desafortunadamente, última marea. 

El otro sobrino, Edwin, tenía más experiencia en el mar. A sus 29 años, sumaba seis mareas. Vivía en Vigo junto a su mujer y sus cuatro hijos, de entre ocho años y seis meses. Era un padrazo al que no le importaba que se le subiesen encima todos sus muchachos. «Era el burrito de sus hijos», decía hoy Luzmar, su mujer, que contaba con emoción su historia y cómo lograron salir adelante en Vigo tras emigrar desde Perú. Ella sigue pendiente de que se encuentre su cuerpo. «Quiero que lo traigan», indica. 

La familia More, cuyas fotos de alegría navideña dan muestra de lo unida que está, era este miércoles una piña. Hermanos y primos trataban de abrazar a Sonia y Luzmar, las mujeres de dos de los tripulantes, que ahora mismo no tienen empleo remunerado porque se encargan del cuidado de sus hijos. No se separaban de ellas ni de sus teléfonos. Porque al otro lado de la línea estaba la madre de los hermanos More, la matriarca, que quiere venir a España. «Nuestra mamá está desesperada», decía Pablo. Y, otra vez, el silencio habitaba en la desapacible mañana de Marín, a juego con la pesadumbre insoportable que ha dejado el naufragio en este pueblo marinero.