Más de medio millar de nuevos positivos por covid, pero baja la hospitalización
PONTEVEDRA
El Área Sanitaria de Pontevedra y O Salnés registró ayer, 7.591 casos activos de coronavirus. Supone, por lo tanto, un descenso de 138 con respecto a los datos facilitados el viernes por el Servizo Galego de Saúde. Son 546 nuevos contagios en la última jornada, en la que se produjeron también 684 altas a pacientes con coronavirus.
Baja la cifra de hospitalizados en los centros de referencia para el covid, con 9 pacientes menos. Son un total de 80. Cinco de ellos evolucionan en la unidad de críticos del Hospital de Montecelo, mientras que en planta, en el Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra, están un total de 69 pacientes, y el Hospital do Salnés evolucionan otros once.
Desde el inicio de la pandemia han superado el virus en el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés un total de 40.462 personas. La pandemia ha originado 241 fallecimientos de pacientes con positivo activo en covid.
En cuanto a la realización de pruebas PCR, en las últimas 24 horas registradas se han hecho 805.
Vuelven las barras
La pandemia desatada por el coronavirus y la manera, en tantas ocasiones peculiar, de combatirla a través de las cambiantes restricciones ha convertido el día a día de la hostelería en una yincana de dos años que ayer se tomó, al menos, un buen respiro. Si el 25 de febrero del 2021 los bares volvían a servir a su clientela si quiera en las terrazas, tras el arreón navideño de contagios, el 29 de enero del 2022 pasará a los anales del sector por haber supuesto la reapertura del elemento nuclear de cualquier establecimiento de estas características: la eterna barra.
Los datos habrá que actualizarlos de nuevo, porque en tiempos de pandemia la mortandad de los negocios también es grande. Aunque la barra es importante para todos y cada uno de los negocios, por pura lógica adquiere categoría de imprescindible en los locales más pequeños. «Os galegos somos xente de barra; aquí é onde fas a caixa, home». Habla Estanislao García, que desde los años 80 regenta un bar al que sus bocadillos de calamares, zorza y jamón asado han convertido en referencia