Los comercios reconocen que Instagram es ya su «primer» escaparate al mundo
27 ene 2022 . Actualizado a las 10:46 h.
Al entrar en El Baúl de Veva, Estefanía Ruiz está al teléfono cerrando el envío de una prenda a Madrid. ¿Es habitual? Ella reconoce que sí, pero no porque lo haya hecho a través de su web, lo que sale de su tienda de Frei Juan Navarrete es una de las cinco camisetas que ayer subió a Instagram y de la que solo queda una. La pandemia ha obligado a dar un salto digital sin precedentes en el pequeño comercio, y hay quien, como Estefanía, además ha dado un paso a un lado. «Dejé de vender por la web para centrarme solo en Instagram, para mí forma de trabajar es la mejor solución», explica Ruiz, que saca su libreta para enseñar todas las prendas que deja a sus clientas para que las prueben en casa. Ese fue el motivo por el que prescindió de la venta on line y dio prioridad a Instagram y al cara a cara. «Foto que subo, prenda que vendo», dice con rotundidad, mientras asegura que ella no paga seguidores. Tiene más de cinco mil, que le preguntan por las prendas que sube y con las que cierra operaciones casi a diario. «Envío algún pedido hasta a Chipiona», comenta.
Una de las tiendas que más seguidores tiene en la actualidad es Tolf, en la calle Manuel Quiroga. Olga Fraga está al frente de ella y coincide con sus colegas de profesión en que «es como tener un tercer escaparate, trabajar sin él creo que sería más difícil». En su caso, le ha abierto los ojos a seguidores y clientas que vienen de fuera de Pontevedra. «Subo prendas que van a venir, pero a veces ya no da tiempo a que puedan llegar ni a la tienda», apunta. La pandemia les ha dejado una nueva forma de trabajar que hasta la llegada del covid estaba latente. «Hace un mes que abrí la web, tenía que haberlo hecho antes pero con el cambio de tienda no me dio tiempo», explica Fraga, que tras el confinamiento emprendió una nueva aventura en un lugar más grande, pero en la misma calle. Arriesgó y le salió bien, aunque reconoce que «no estamos más tranquilos que hace un año».
Paula Vidal todavía está sorprendida por la repercusión que ha dejado una de sus publicaciones recientes. Dos modelos en tonos violetas dispararon los «me gusta» y con ellos, aumentaron los encargos en Nalatcha. «Hace cinco años que tengo la cuenta de Instagram, pero el movimiento del último mes no lo había visto nunca», apunta esta apasionada de la ropa de fiesta, que está encantada con que este aumento haya ocurrido en enero, «un mes de transición en el que aún no empezaron los eventos». En la puerta de al lado, Paloma Covelo, de Magdalena Salá, confirma la red social como un escaparate en el que le cuesta mostrar toda la parte de artesanía de su trabajo. «En cuanto a los tocados y las pamelas que hago son más complicados de mostrar, pero lo intentamos», explica esta diseñadora con cerca de nueve mil seguidores, que tiene en marcha la página web de una tienda que se ha convertido en una referencia en los complementos de fiesta.