Víctimas por daños colaterales

PONTEVEDRA

Ambulancias en la entrada del servicio de urgencias del hospital Montecelo, en Pontevedra
Ambulancias en la entrada del servicio de urgencias del hospital Montecelo, en Pontevedra Ramón Leiro

El colapso asistencial que produce la pandemia nos ha costado cientos de muertes por otras patologías que no se han podido identificar ni diagnosticar a tiempo

01 feb 2022 . Actualizado a las 13:31 h.

La reciente muerte de mi amigo Rafael Sáenz-Díez Malvar (Falín) a causa de un cáncer, así como las anteriores de otros amigos y conocidos que se han ido en los últimos meses, siempre por causas ajenas al covid, me hizo preguntarme si la atención preferencial a la pandemia nos ha supuesto desatender otras patologías con el consiguiente coste gravísimo en vidas humanas.

Opté por preguntar a profesionales sanitarios y la conclusión que obtuve de sus respuestas es que, ciertamente haber tenido que priorizar la asistencia sanitaria hacia los infectados por covid con una evidente saturación del sistema, ha tenido como contrapartida penalizadora que se nos hayan muerto decenas y decenas de personas por patologías no detectadas a tiempo. Probablemente, en numerosos casos con un diagnóstico precoz, muchas de esas vidas se habrían salvado. O al menos se habría podido prolongar su esperanza de vida unos años más con las terapias precisas que no fueron pautadas a su debido momento.

Es terrible, pero esta pandemia no solo ha matado directamente por infección de coronavirus a cerca de tres mil gallegos, según los datos del Sergas. También ha propiciado los fallecimientos de otros cientos de hombres y mujeres que han perecido a causa de patologías que el colapso del sistema sanitario que ha debilitado a la fuerza de choque que debería ser la asistencia primaria, han impedido identificar, pese a ser enfermedades tratables.

Son las víctimas por daños colaterales de esta pandemia.

A finales del año pasado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los cuadros por causas de mortalidad referidas al 2020, último año estudiado. Son tablas que se pueden localizar de modo sencillo en el navegador de Internet y consultar. Los datos son contundentes. Siendo el coronavirus la principal causa de muertes entre los españoles, sin embargo, hasta 23 patologías diferentes han experimentado incrementos notables como causa desencadenante de esos decesos.

En la provincia de Pontevedra, el Instituto Nacional de Estadística computó 9.771 fallecimientos que suponen un repunte de la mortalidad en comparación a años anteriores. Es entendible por la pandemia. Pero no es la única explicación. El INE atribuye 400 fallecimientos de pontevedreses al covid. Es como si la pandemia, hubiera enmascarado otras enfermedades tratables y seguramente vencibles que, sin embargo, han causado estragos en la población provincial.

Estamos hablando de enfermedades hipertensivas, diabetes, ataques cardíacos, problemas renales y determinados tipos de cáncer, como el de mama, que son predecibles y tratables con un diagnóstico precoz que resultó inexistente. Incluso los procesos depresivos desatendidos que han finalizado en suicidios. 103 personas se quitaron la vida en esta provincia en el 2020.

Los cuadros del INE reflejan que todo el daño causado desde el 2020 por esta pandemia, no solo es generado por el virus. La mayoría de los fallecimientos (del orden de 9.300) se han producido por patologías ajenas al covid cuya diagnosis y tratamiento probablemente no ha sido la requerida por el colapso que la pandemia ha causado en la red de asistencia primaria de la provincia de Pontevedra en centros de salud y puntos de atención continuada (PAC).

Mascarón de proa

Las sucesivas ondas de la pandemia han batido como olas gigantes contra la capacidad del sistema sanitario. En nuestra área principalmente el Hospital Montecelo, como centro de referencia, ha sido el mascarón de proa. Ha tenido que absorber los embates de cada arreón de las variantes del covid en el área sanitaria con los apoyos que podían prestar el Hospital do Salnés y el Quironsalud Miguel Domínguez.

Lo peor que se vivió en Montecelo fue durante la primera ola, entre marzo y mayo del 2020, cuando hasta seis plantas de la residencia sanitaria tuvieron que emplearse para atender a los ingresados por coronavirus y la mayoría del plantel de especialistas, desde cirujanos, traumatólogos y hasta endocrinos, tuvieron que echar una mano a los servicios más presionados.

En diferentes momentos a lo largo de estos casi dos años que dura esta pandemia, la consecuencia de esa presión han sido las cancelaciones y aplazamientos de pruebas y cirugías de diversas especialidades para disponer de más camas y concentrar esfuerzos en la lucha contra el covid. Acaba de ocurrir de nuevo desde Navidades, a causa de esta sexta ola y la variante ómicron. Hasta ayer ya tenemos en el área sanitaria a 64 infectados de covid hospitalizados en planta y 8 en la unidad de cuidados intensivos (uci).

Peaje

No es baladí que se tomen estas decisiones pues terminan «produciendo distorsiones en el funcionamiento del hospital» como admitía recientemente en declaraciones a este periódico el doctor Juan Turnes, coordinador de hospitalización covid en el área sanitaria.

Como además asistimos en paralelo a la crisis de la atención primaria, completamente sobrepasada por la catarata de contagios y la sobrecarga para los médicos que supone la tramitación administrativa de miles de bajas, sobrecoge pensar en cuántas patologías estarán volviendo a pasar desapercibidas y qué peaje en vidas humanas que se hubieran podido salvar, terminaremos pagando nuevamente.