Félix Arias empezó el martes en el centro de salud de San Roque, en Vilagarcía, donde había estado casi doce años. Tras cuatro jornadas de trabajo, pone un ejemplo de cómo lo recibieron sus compañeros: «Me pusieron una alfombra roja. Están encantados porque sacas mucho trabajo de encima. Es por teléfono y es cómodo». En su caso lleva una medida de 40 pacientes por día porque no todos necesitan los diez minutos de consulta telefónica estipulada. Casi todos son casos de infecciones leves y solo en dos o tres tuvo que alargar la baja. «Hay personas que llevaban tiempo, varios días, esperando por la baja o el alta y decían que no había manera de contactar con el centro de salud. Pero en general la gente está concienciada y si está bien sabe que son siete días de baja y no más». Félix coincide con Isidoro en que encontró a los facultativos quemados y todavía no se sabe cuándo será el pico de la sexta ola. «Están más quemados que el Cumbre Vieja. Hay colas de pacientes fuera del centro, ahora hace frío y se quejan, pero en general la gente se está portando bien».
Seis de los catorce facultativos a los que se ofreció el contrato de tres meses dijeron no
Isidoro Rivera y Félix Arias son dos de los ocho médicos de familia del área sanitaria que aceptaron el contrato del Sergas para facultativos jubilados. Una opción que se le había ofrecido a catorce. Seis, por tanto, dijeron que no por diversas circunstancias. Tanto Isidoro como Félix lo entienden, pero ellos están contentos con el paso dado. «Cada uno tiene sus cosas, su situación personal, sus problemas... En mi caso, me encanta y estoy animado aunque sea un trámite burocrático el que hacemos», remacha Isidoro. Félix afirma que hubo médicos jubilados a los que «no le interesó» y entiende que se les rescate ante la escasez de galenos. Ambos dicen que no recibieron críticas por decir que sí. «Con la gente que trato, lo ve bien. Lo que quieren es que le resuelvas el problema administrativo».