Nélida Piñón viaja a la memoria de Portugal

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

PONTEVEDRA

Piñón en la bodega Pazo Quinteiro da Cruz
Piñón en la bodega Pazo Quinteiro da Cruz MARTINA MISER

La autora brasileña de origen gallego publica «Un día llegaré a Sagres»

23 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En su afán de conocer a la humanidad, la escritora brasileña de reciente nacionalidad española, Nélida Piñón, regresa a sus 84 años con Un día llegaré a Sagres (Alfaguara), una novela donde viaja a la memoria de Portugal y ajusta cuentas con un pasado que «hay que conocer» para «rectificar la visión» que se tiene de él. Según Efe, se trata de una historia que la perseguía desde el 2004, año también en el que le avanzó la idea a su «amiga», la agente literaria Carmen Balcells. «Cuando se lo conté me dijo que era una historia muy violenta, pero yo le dije que era mujer y que podría ser lírica y violenta», cuenta a un grupo de periodistas una animada Piñón, nacida en Rio de Janeiro en 1937 en el seno de una familia gallega de Cotobade.

Y así es Un día llegaré a Sagres, una novela marcada por los vientos que guiaron a los grandes navegantes portugueses, esos que hicieron del país vecino una «nación», y esos que están presentes en la vida de Mateus, el protagonista de esta novela que transcurre en el siglo XIX. Un campesino desclasado, hijo de madre prostituta acusada de brujería y que se cría con su abuelo Vicente.

Una suerte de guía vital y espiritual que al morir hace que Mateus emprenda una búsqueda hacia la utopía de una vida mejor, esa que dejaron impresa en la historia Vasco de Gama o Luis de Camões, dos personajes muy presentes en esta novela donde deja de manifiesto su pasión y conocimiento de Portugal, su otra patria junto con España.

«Tenía esta historia en mi cabeza porque la humanidad es como si fuera mi vecina, la busco desde pequeña», confiesa la ganadora en el 2015 del Premio Príncipe de Asturias de Literatura, quien «no entiende» por qué hay que pedir perdón por lo que sucedió en el pasado.

«Hay que conocer profundamente lo que ha pasado para rectificar nuestra visión. La historia es imborrable, y hay que conocerla más. Tendría que haber más historiadores (...) Hoy la gente no estudia la historia como se debería para establecer una analogía con el presente», lamenta.

Por eso, añade, su manera de entender la literatura la lleva a afirmar que esta no se hace «de información», sino de «misterios» que el escritor «puede rellenar». Y tanto es así que cuando emprendió un viaje por Portugal para conocer los escenarios de la novela cuando veía un tronco pensaba en la «sangre que se había derramado» sobre él.