Él y su mujer conocen bien la calle porque durante muchos años vivieron en ella y coinciden en que está atravesando un buen momento después de un tiempo con demasiados bajos vacíos. Patricia Aboal, de la inmobiliaria Inmobal, asegura que es una de las zonas que siempre recomienda a sus clientes. «Tenía bajos que llevaban mucho tiempo cerrados y que fueron rebajando el precio. Los propietarios deben saber que si están cerrados, pierde», asegura. Un bajo de cien metros en esta calle podía alquilarse hace unos años por mil euros al mes, pero ahora ha bajado, en algunos casos, hasta los 600 euros, un precio que los profesionales consideran muy asequible para una zona peatonal. «Es una calle que gusta mucho para montar un negocio porque además la gente que vive en ella tiene un poder adquisitivo medio alto», reflexionan desde Inmobal.
Eva Domínguez está detrás del mostrador de Tía Adega. Apura los últimos retoques antes de abrir al público. Cuando los responsables de esta panadería decidieron poner en marcha este negocio aún no habían abierto en frente Xeve ni los andamios ocupaban su escaparate. Pero a pesar de esas adversidades, «estoy ilusionada, queremos abrir ya. Optamos por esta calle porque está cerca de todo, de los institutos, de la Audiencia, es un lugar de paso». Eva detalla casi de carrerilla lo que ofrecerá en su local: «Dulce y salado para llevar, café y cátering». Después de cinco años viviendo en Chile y Cuba regresa a casa para arrancar este nuevo proyecto ilusionante. Pasó la pandemia en un cayo del Caribe porque estaba allí por el trabajo de su marido, pero lejos de ser un lujo, reconoce que «vivir así no lo es». Ahora solo piensa en que le arreglen el contador y echar a andar esta nueva etapa.