¿Terapia con los compañeros de trabajo para dejar de fumar? En una empresa de Marín ya lo hacen

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El grupo de trabajadores de Cabomar que participa en el curso de deshabituación tabáquica
El grupo de trabajadores de Cabomar que participa en el curso de deshabituación tabáquica Cedida por la Asociación Española contra el Cáncer

Ocho trabajadores de Cabomar acuden juntos a un curso para abandonar el tabaco. Alejandra Santos, la psicóloga de la AECC que les ayuda dice que se motivan unos a otros

16 nov 2021 . Actualizado a las 15:28 h.

Desde que en el año 2005 se prohibió por ley en España encender el pitillo en los centros laborales, en aquellas plantillas donde hay fumadores estos empezaron a verse las caras en las cercanías de sus lugares de trabajo. En ese porche en el que se puede fumar, en determinada zona del jardín, en el portal, a pie de calle... Han pasado 16 años desde entonces. Y las Administraciones y la propia sociedad siguen intentando arrinconar el tabaco. Una de las entidades más activas al respecto es la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) que, en Pontevedra, está intentando revertir esa tendencia de que los compañeros se vean fumando el pitillo. De hecho, le da la vuelta a la tortilla y les propone todo lo contrario: quedar con los compis para dejar el tabaco. Se hizo esa oferta a los trabajadores de Cabomar, una empresa de congelados de Marín. Ocho de operarios decidieron que sí, que afrontarán juntos el reto de cambiar de hábitos y decir adiós a la nicotina. Y en ello están desde hace varias semanas.

Fue el departamento de recursos humanos de la empresa el que le propuso a la plantilla anotarse a un curso de siete semanas de la AECC para dejar del tabaco. Se apuntaron las citadas ocho personas y comenzaron a tener sesiones con Alejandra Santos, la psicóloga de la AECC. Una de las participantes, Belén, explica qué fue lo que le animó a anotarse: «En el año 2018 dejé de fumar durante nueve meses, engordé y tuve un cuadro de estrés. Tenía claro que quería volver a intentarlo, pero no quería hacerlo sola. Entonces, al ver que con esto igual se anotaban más compañeros, me animé». ¿Cómo está siendo la experiencia? Belén indica que de momento las cosas van bien, porque no llegaron al llamado «día d»: «Tenemos una sesión semanal con la psicóloga que nos ayuda. Todavía estamos a mitad del curso y vamos deshabituándonos al tabaco poco a poco, bajando cada semana la cantidad que fumamos. Pero el día 17, nuestro día d, tendremos que dejarlo por completo». Belén cree que el hecho de plantearse el reto en grupo y con personas que ve a diario la motiva para lograr su objetivo: «Cada día llegas y comentas y a veces alguien te da una herramienta que tú no utilizabas. Además, también compites un poco, y dices ‘si ellos pueden, yo también’».

Alejandra Santos, psicóloga de la AECC que da pautas para dejar de fumar
Alejandra Santos, psicóloga de la AECC que da pautas para dejar de fumar RAMON LEIRO

«Yo tengo sesión con ellos una vez a la semana, pero en medio ellos se motivan unos a otros» 

Alejandra Santos es la psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer en Pontevedra y la encargada de impartir los cursos de deshabituación al tabaco. Es la primera vez que se enfrenta a uno en el que los asistentes son compañeros de trabajo que deciden, tras proponérselo su empresa y la AECC, emprender juntos un cambio tan importante en sus vidas. Cuenta cómo va.

 —En la empresa Cabomar unos trabajadores se anotan juntos a un curso para dejar de fumar, ¿podría y debería cundir el ejemplo en otras compañías?

—Pues podría, claro que sí. Es una situación distinta a cuando organizamos cursos a los que las personas que vienen están ya muy concienciadas previamente y acuden porque sienten que es el momento de dar el paso. En este caso, se le propone a toda la plantilla y algunos deciden anotarse, bien porque también estaban ya motivados previamente o porque, al surgir la iniciativa, se animan a ello.

—¿Cómo se plantea el curso?

—Son siete semanas, con una sesión conjunta conmigo cada viernes. Antes de comenzar, se hace una entrevista con cada uno de los participantes para saber si, efectivamente, están en un buen momento para dejar de fumar.

—¿No siempre es buen momento para cambiar de hábitos?

—Sí, lógicamente, cambiar de hábitos siempre es bueno. Pero hay momentos donde no es aconsejable afrontar el reto de dejar de fumar, porque complica aún más la situación. Por ejemplo, cuando se están atravesando problemas laborales o familiares, cuando se está en medio de un divorcio o pasando un duelo.

—En el caso de que sí sea el momento, ¿qué se hace después?

—En cada sesión voy dando pautas y herramientas para el cambio de hábitos. Y cada semana que pasa se va reduciendo el número de pitillos hasta que, entre la semana cuarta y quinta del curso, hay que dejar el tabaco totalmente. Ese es el día que suele generar más angustia, pero se hace un trabajo previo de preparación.

—¿Se pueden utilizar chicles o parches de nicotina para hacer más llevadero el proceso?

—No, está totalmente prohibido consumir nicotina en cualquiera de sus formas. Lo que hacemos, si alguien empieza con problemas de ansiedad, es pedirle que vaya a su médico de cabecera y, si él lo considera, que le paute algún fármaco para estar mejor.

—A veces se asocia el tabaco con determinados momentos del día: El pitillo tras el café, el de después de trabajar...

—Sí. A veces se requiere cambiar los hábitos completamente. Hasta incluso variar los recorridos y las horas, porque hay quien pasa por los sitios donde se paraba a fumar y se acuerda. Entonces, si cambias todo vas modificando un poco esas rutinas tan marcadas y no es tan fácil acordarse de que en ese momento y en ese lugar se fumaba.

—¿Qué porcentaje de alumnos suelen lograr dejar de fumar?

—El porcentaje de éxito se sitúa en torno al 60 %. Son muchos los que logran su objetivo.