¿Es beneficioso el ejercicio físico con videojuegos inmersivos en mayores?

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El investigador Pablo Campo con Tinita, una usuaria de Saraiva Sénior que prueba el casco de realidad virtual inmersiva
El investigador Pablo Campo con Tinita, una usuaria de Saraiva Sénior que prueba el casco de realidad virtual inmersiva Ramón Leiro

Usuarios de Saraiva Sénior participan en Pontevedra en un estudio sobre esta terapia

24 oct 2021 . Actualizado a las 19:52 h.

Un estudio pionero se acaba de poner en marcha en Saraiva Sénior de Pontevedra. Treinta usuarios, tanto de la residencia como del centro de día ubicado en la calle Don Gonzalo, participan en una investigación que pretende demostrar que es posible y seguro desarrollar programas de ejercicio físico en mayores a través de videojuegos en un entorno inmersivo. Al frente de este trabajo está el investigador Pablo Campo, que hace tres años inició su proyecto apoyado por sus directores de tesis, José María Cancela y Gustavo Rodríguez. Los tres pertenecen al grupo de investigación HealthyFit de la Universidade de Vigo.

Antes de que llegue Florentina Montoya, Tinita, de 89 años, para hacer una demostración con el casco de realidad virtual inmersiva, Pablo Campo explica cómo se va a llevar a cabo un estudio en el que también colabora la Cátedra ACP Innova. «Empezamos esta semana y son tres días por semana hasta finales de año», comenta. Participan treinta mayores de Saraiva en dos grupos, uno experimental, que es el que prueba el casco de realidad virtual inmersiva, y otro de control, como se requiere en todo estudio clínico.

Los quince que trabajarán con los videojuegos se distribuyen a su vez en tres grupos de cinco, aunque las sesiones son individuales. Entre los participantes hay más mujeres que hombres. ¿Cualquier mayor de la residencia puede usar el casco? Pablo Campo deja claro que no. «Los requisitos son tener más de 65 años, un nivel de autonomía bueno y que cognitivamente no tengan limitación para comprender lo que hay que hacer», relata. La zona de gimnasio de Saraiva es donde se desarrollan las sesiones, algunas de mañana y otras de tarde. El funcionamiento es sencillo. El grupo llega, se sienta y se le da unas orientaciones generales antes de colocarle el casco. La sesión individual se realiza de pie y ya se ha constatado que gafas o audífonos no son un problema. Tampoco las mascarillas, aunque al cabo de unos minutos se empañen un poco las gafas que lleva el casco. De lo que se trata es de trabajar los miembros superiores y de ejecutar, a través del juego, «ejercicio multicomponente» donde se ve la atención, la rapidez de movimiento y los reflejos.

Las primeras pruebas han dejado ya algunas anécdotas. «Yo les digo de broma, ‘Os estáis preparando para cuando se pueda ir a los bailes’. Otros dicen, ‘A mi edad qué vamos a hacer’, pero lo cierto es que lo están haciendo bien. Tengo un señor de 97 años, jubilado de Renfe, que tiene unos resultados equivalentes a una persona de 50 o menos, y otra señora que me dice, ‘Cuando se lo cuente a mis nietas...’», comenta el investigador. Hasta ahora no se han detectado efectos adversos. Tinita acaba la prueba. Como dice el protocolo, toca sentarse unos minutos tras quitarse el casco por si se produce algún mareo. Ella vive en la residencia. Lo que más le gusta de esas situaciones reales que cree su cerebro con el casco en la cabeza son los paisajes, de montañas o del fondo del mar. «Son preciosos». El trabajo está en marcha y a las cuatro semanas habrá una valoración inicial.