«Justicia para mi hija»: el clamor de una madre en Pontevedra en el juicio por abusos sexuales a una menor de edad

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Feministas pontevedresas apoyaron a la víctima de este juicio y a su madre, que fue la que puso la denuncia, y se manifestaron ante la puerta de la Audiencia Provincial.
Feministas pontevedresas apoyaron a la víctima de este juicio y a su madre, que fue la que puso la denuncia, y se manifestaron ante la puerta de la Audiencia Provincial. Ramón Leiro

El acusado era el padrastro de la víctima y el fiscal pide para él 16 años de cárcel. Pese a ello, por ahora ni siquiera tiene orden de alejamiento de la adolescente

28 mar 2022 . Actualizado a las 10:39 h.

En la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra se celebró hoy, martes, un juicio contra un hombre al que se le acusa de abusar sexualmente de la hija de su pareja (ahora expareja), que entonces era una adolescente menor de edad. El Ministerio Fiscal pide para él una pena de 15 años y nueve meses de prisión por varios delitos de abusos sexuales, además de una orden de alejamiento de 300 metros por un total de 24 años. La madre de la joven, con voz temblorosa pero también con mucho aplomo, se dirigió a los medios de comunicación a las puertas de la sede judicial y también tras celebrarse la vista, que fue a puerta cerrada para preservar la identidad de la víctima.

Temblándole la voz, clamó: «Espero que haya justicia para mi hija. Hemos esperado mucho tiempo para esto». Al preguntarle cómo está su hija ante este juicio, su frase fue demoledora: «No hay palabras. Mi hija ha sufrido muchísimo y sigue sufriendo».

Los hechos que este martes se juzgan en la Audiencia de Pontevedra comenzaron en el año 2016 en una familia compuesta por un matrimonio, sus dos crías en común y una hija a mayores de la mujer. El fiscal, en su escrito de acusación, explica que este hombre, en una ocasión, aprovechando que la madre se iba a trabajar temprano, le pidió a su hijastra que se metiese en la cama matrimonial y, «con el ánimo de satisfacer sus deseos sexuales», le levantó la ropa y le hizo distintos tocamientos en sus partes íntimas

Dos años después, en el año 2018, cuando la adolescente seguía siendo menor de edad, y siempre según el escrito del Ministerio Fiscal, el hombre volvió a acecharla, en la propia cama de la adolescente y en presencia de una de sus hermanas, que dormía en la litera de abajo. Entonces, los tocamientos fueron de mayor gravedad que la vez anterior. 

A finales del 20218, hubo un episodio todavía de mayor calado. Aprovechándose de que estaban solos en casa, tal y como describe el fiscal, el hombre fue a la habitación de la joven y volvió a abusar de ella, llegando a practicarle sexo oral

Hubo, a juicio de la fiscalía, tres episodios contundentes de abuso. Pero el fiscal señala que, en realidad, desde el año 2016 al 2018 nunca dejó de acercarse a la menor, de forma continuada, con el ánimo de satisfacer sus deseos sexuales. Los abusos se produjeron, sobre todo, los fines de semana, tal y como se recoge en el escrito de acusación del ministerio público. El hombre llevaba conviviendo con la víctima desde que esta tenía cinco años y, además, la familia había iniciado los trámites para que él la adoptase como suya. De hecho, la menor confiaba ciegamente en él, según dijo la familia. 

En enero del año 2019, tres años después de que la pesadilla comenzase, la madre de la adolescente presentó denuncia por estos hechos. El hombre fue detenido ese mismo día y puesto a disposición judicial, quedando en libertad provisional desde entonces. La madre contaba este martes, arropada por su abogada, Sonia Castedo, que cuando fue consciente de los abusos y de cómo los hechos iban adquiriendo mayor gravedad, tomó la decisión de denunciar: «Fue muy difícil, mi hija confiaba en él porque estuvo con ella desde pequeña, era como su padre y la iba a adoptar», indicó. 

Pese a ello, denunciaron y poco a poco el proceso judicial fue tomando forma. La abogada Sonia Castedo señaló que el camino fue una auténtica pesadilla porque, pese a a la denuncia de abusos sexuales, no se dictó una orden de alejamiento de la víctima, pese a haberla solicitado. Sí tiene prohibido mantener contacto con ella. Pero no estar próximo, para facilitar por ejemplo que él pueda recoger en la puerta de casa o en el colegio a sus hijas, hermanastras de la víctima y con las que sigue teniendo derecho a estar. «Mi hija iba al instituto y tenía que verle llegar a él a buscar a sus hermanas, eso fue horrible. Dejó los estudios y dejó todo», señala la madre. 

Han tenido que pasar casi tres años para que, al fin, se celebrase el juicio. La abogada de la adolescente, ahora de 19 años, señala que esto implica una «revictimización» y que, de hecho, hoy en el juicio la joven sufrió un ataque de ansiedad que obligó a hacer un receso. Aunque separados por un biombo para no tener que verse las caras, la joven tuvo que declarar sabiendo que el acusado estaba allí. 

La madre de la menor lamentaba este tiempo de espera y el hecho de que su hija tenga que revivir todo lo ocurrido tanto tiempo después: «Es algo horrible, porque él anda por ahí tan tranquilo, está libre». 

Un perito de la fundación Meniños

El juicio se prolongó durante toda la mañana en la Audiencia de Pontevedra. Y, aún así, no quedó visto para sentencia. Se retomará el día 14. Será ahí cuando se compruebe si el escrito de acusación del fiscal se mantiene y, por tanto, se siguen pidiendo 15 años y nueve meses de prisión para el acusado o si, a raíz de lo escuchado durante el juicio, cambia esa solicitud de pena.

Hoy declaró tanto la víctima como su madre y también el acusado, que negó los hechos. Igualmente, prestó declaración un perito de la fundación Meniños, un profesional que acudió debido a que así lo solicitó la fiscalía. La abogada de la víctima estaba contenta con su intervención: «No es un perito de parte, es un profesional acreditado de la fundación Meniños que hizo un seguimiento de la víctima y aportó mucha claridad al caso». La abogada señaló que, además de la declaración de la víctima y de testigos referenciales, cuentan con pruebas escritas, como «mensajes telefónicos de fuerte contenido sexual» del acusado a la víctima. 

La acusación particular, ejercida por la víctima y su madre, se adhiere a la petición del fiscal. Es decir, solicita la misma pena para el acusado que el ministerio público. 

Feministas de Pontevedra acudieron a prestar apoyo

La madre de la víctima habló rodeada de varias mujeres que la apoyaban. No en vano, el colectivo feminista se concentró hoy delante de la sede judicial pontevedresa para dar su espaldarazo a la víctima y a su madre. «Son mi familia», decía la mujer, emocionada. Mientras tanto, las feministas destacaban que estaban allí para «arropar a la familia entera, porque madre e hijas son víctimas» y recordaban que «muchas veces, desde las instituciones no se da el apoyo suficiente y para eso estamos estos colectivos». 

Un grupo de feministas y amigas esperaron toda la mañana delante de la sede judicial para, al término de la vista, volver a dar apoyo a la madre. Ella, aunque desolada después de haber revivido en la sala todo lo sucedido, señalaba: «Ahora queda esperar y que se haga justicia»