Noalla, la parroquia más famosa de Galicia para los vascos de Antzuola

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

Iker Gordolli, Jon Etxezaseta, Aiest Karejeta e Igor Larrea, vascos de Antzuola, en Faxilda, Noalla
Iker Gordolli, Jon Etxezaseta, Aiest Karejeta e Igor Larrea, vascos de Antzuola, en Faxilda, Noalla A NOVA PONTE

El 10 % de los vecinos de la villa guipuzcoana han veraneado en Sanxenxo

24 sep 2021 . Actualizado a las 17:07 h.

Seis turistas vascos perdidos de noche por O Salnés en 1988 y que recalaron en el restaurante A Nova Ponte, en Major, se convirtieron en embajadores tan exitosos de la parroquia sanxenxina de Noalla entre sus vecinos de Antzuola que en 33 años ha pasado por este litoral pontevedrés el 10 % del censo de la localidad guipuzcoana..

El flujo de vascos a Noalla no lo paró ni la pandemia y este verano otros doce volvieron a visitar una parroquia en la que se sienten como en casa. Este lazo tan fuerte entre los propietarios de A Nova Ponte, Fernando y Ana, con los guipuzcoanos comenzó esa noche en que seis de ellos, perdidos y con ganas de cenar, entraron en el restaurante de Major cerca de las doce de la noche. «Pediron algo de comer, díxenlles que so tiñamos bocatas fríos e llos servín. Quedaron tan contentos que volveron ao día seguinte para dalas grazas e así todos os veráns ata agora», relata Fernando Martínez, dueño de A Nova Ponte.

Aquella primera delegación vasca se sintió tan bien tratada en esta parroquia sanxenxina que al regresar a su pueblo, un municipio de unos dos mil habitantes, hablaron mil maravillas de aquel rincón de la costa gallega. Ni Santiago ni A Coruña gozan de tanto prestigio en la villa. Fue el reclamo para que otros muchos siguiesen sus pasos y ahora lo hace ya otra generación. Noalla es popular en este municipio vasco. Fernando señala que incluso «unha vez viñeron 37 de golpe para ver un partido a Galicia» y claro está pararon por Noalla, la patria chica de los vecinos de Antzuola en el Finis Terrae gallego

«Nos tratan de maravilla»

Igor Larrea es uno de los vecinos del pueblo guipuzcoano que ha venido año tras año a Noalla. Este verano estuvo quince días de este mes y se marchó justamente en pasado jueves. Larrea recuerda cómo descubrió él Noalla. «Uno de los primeros que vino tenía tres hermanos y el pequeño, como era de la cuadrilla de mi hermano empezó a venir, y después nosotros», relata. En su caso lleva unos 17 o 18 años veraneando en este tramo costero sanxenxino.

«Nos tratan de maravilla y esto para nosotros es un encanto», indica. Al principio se alojaron en casas y con el tiempo empezaron a alquilar apartamentos o a hotel. A Igor y a sus vecinos les encanta la playa, la gastronomía, la comarca entera.

«Aquí se come de maravilla, la gente es encantadora y siempre que hemos venido aquí el trato es exquisito, como si fuéramos familiares de toda la vida», apunta Larrea, que subraya que hasta donde él sabe han pasado por Major «doscientas personas» de Antzuola. En su caso no puede negar que Noalla le ha conquistado. «Tenía previsto venir para diez días pero por tema de trabajo he tenido la suerte de coger cinco días más y en total serán quince», relata.

A su lado, Fernando enseña las hojas llenas de nombres y apodos de los guipuzcoanos que han pasado por Noalla. Y recalca también que cuando visitó Antzuola en 1998 «fixéronme sentirme como un ministro» al tratarlo igual que él a ellos, cerrando así el círculo de una amistad que ha perdurado tres décadas y superado una pandemia.