Obligada a cambiar tres veces de municipio en Pontevedra por el acoso de su expareja

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

El acusado buscó impedir que la víctima «desarrollase libremente su vida»

24 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras siete años de convivencia en común, un vecino de Ponte Caldelas no aceptó la ruptura sentimental y se propuso hacer la vida imposible a quien había sido su pareja. Hasta tal punto llegó el acoso sufrido por la pontevedresa que, tal y como refiere la sentencia condenatoria, esta tuvo que cambiarse tres veces de municipio en apenas dos años. De este modo, en octubre del 2017 comenzó a residir a unos cuarenta kilómetros de Pontevedra -se omite el ayuntamiento en concreto para preservar la identidad de la víctima- hasta que en julio del 2018 la localizó quien fuera su compañero comenzando a perseguirla de nuevo. Esto hizo que retornara, de nuevo a la capital provincial, para, posteriormente, tener que cambiar de domicilio otra vez a un tercer concello de las Rías Baixas.

Esta situación fue el colofón a una situación en la que el ahora condenado buscó «impedir que su expareja desarrollase libremente su vida». De este modo, si inicialmente «comenzó a ponerse en contacto reiteradamente, personalmente y por teléfono [con la víctima] pretendiendo que ella retomara la relación». La joven no accedió a volver con el encausado, al tiempo que le bloqueó en el teléfono para evitar que contactara con ella.

Seguimientos por la calle

Como respuesta a esta decisión, empezó entonces un seguimiento por las calles de la capital provincial, de tal modo que «cuando era sorprendido se escondía para evitar ser visto». De igual modo, la sentencia considera acreditado que el caldelano se puso en contacto con allegados de la víctima para preguntarles si esta «estaba con alguien» o para decirles que «le está volviendo loco no saber dónde estaba».

De igual modo, se considera acreditado que el acusado se desplazaba habitualmente a Pontevedra, ya no solo para observar a su expareja, sino también para merodear en torno a su domicilio «apostándose en portales cercanos para comprobar si estaba y con quién estaba», así como transitaba con su vehículo, «una y otra vez», por la zona.

Este acoso continuo, además de obligar a la pontevedresa a cambiar de domicilio, provocó que «cambiara sus hábitos de salir de casa sola para no encontrarse» con el acusado.

La sentencia refiere otros tres episodios concretos ocurridos en su segundo lugar de residencia y que ponen de manifiesto la situación que tuvo que soportar la pontevedresa durante meses. Así, mientras que en dos ocasiones el condenado optó por huir o esconderse tras ser descubierto espiando a la víctima, en una tercera llegó a dirigirse a ella para pedirle que se subiera a su vehículo. Ante la negativa de la pontevedresa, este «cogió un fruto de un árbol que había en la acera y lo lanzó hacia ella con rabia golpeando una caja que llevaba en la mano».

La Audiencia de Pontevedra tiene claro que la comparecencia de los testigos, entre los que se encontraba una hermana del encausado, pusieron de manifiesto «el comportamiento obsesivo de este».

La condena

Todo este cúmulo de hechos ha llevado a la Justicia a condenar a este vecino de Ponte Caldelas como autor de un delito de acoso en el ámbito de la violencia de género a 120 jornadas de trabajos en beneficio de la comunidad -en el caso de que no se preste y «previo consentimiento por el penado», se sustituirá por un año de prisión-. Además, se le imponen dos años de alejamiento de la víctima, período de tiempo en el que también tendrá prohibido comunicarse con ella por cualquier medio.