Sabucedo tenía sed de rapa das bestas

Javier Benito
javier benito A ESTRADA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Los «aloitadores» se emplearon a fondo para dominar a las reses y cortar las crines a 62

30 ago 2021 . Actualizado a las 12:42 h.

El silencio regresaba a las gradas entre el serpenteo de los caballos hacia una fingida libertad tras casi dos horas de encierro. Acababa la rapa en Sabucedo igual que comenzaba -tras llegar los animales desde el cierre de Cataroi- para facilitar así la grabación del proyecto cinematográfico de Rodrigo Sorogoyen, con el reducido público por el condicionante del covid sin chistar pero muchos con el corazón encogido por esa experiencia única. Después de ese chute de adrenalina -no quieran imaginar hasta dónde llega en los protagonistas sobre la arena- que supone contemplar la noble lucha entre aloitadores y equinos, no exenta de riesgos en esa lucha de tú a tú.

Un segundo y último curro en la era covid que se alargó más tiempo y permitió desparasitar y cortar las crines a 62 animales. Una cifra casi de récord, de las más altas de los últimos años, para los 72 aloitadores y ayudantes que salieron al curro después de dar todos negativo en los test de antígenos. En su interior apenas unas doscientas bestas, menos que otros años, convirtiendo su captura e inmovilización en una tarea más compleja al contar con más espacio para revolverse y no haber bajado a la aldea estradense en el 2020. Lo demostraba el primer ejemplar al quien intentaban meter mano tras separar los más pequeños de la parroquia a los potros, en esa tradición secular de ir integrando a las nuevas generaciones. Costó domeñarlo pero sus crines terminaron por viajar a la grada.

 En esos primeros compases todo parecía discurrir de una forma más teatral que en ediciones anteriores. La presencia de los operadores de cámara para grabar los relinchos y el esfuerzo de los aloitadores parecía incrementar el punto de exhibicionismo intrínseco a ese combate cuerpo a cuerpo. Los aplausos se dejaban sentir entre cabalgabas de película antes de inmovilizar al animal por la cabeza entre dos, mientras un tercero más veterano completaba la coreografía desde los cuartos traseros. Algún ejemplar se resistió con fiereza, con alguna que otra coz que incluso hizo blanco, aunque todos terminaron por ser doblegados.

Fractura de pie y puntos

El parte de «guerra» demuestra la peligrosidad vivida sobre la arena, con más de un susto por la cercanía a los muros del foso en alguna de las rapas. Diez

aloitadores

lo sufrieron en sus propias carnes -el sábado llegaron a nueve, con una rotura de dedo incluida- destacando una fractura de pie por un pisotón de un caballo, así como otro que recibió puntos de sutura en el labio tras una tarascada. El resto fueron contusiones más leves, aunque la ambulancia llegó a intervenir por una causa ajena al curro, ya que el camarero de uno de los puestos de pulpo sufrió una indisposición y se le trasladó al hospital de Santiago.

A los espectadores más veteranos seguro que les extrañó no ver los habituales saltos desde la grada al foso para auparse al lomo de la besta escogida. Los dos aloitadores más avezados en esa espectacular acción no estuvieron este año en los curros. Tampoco estuvieron muy combativos entre sí los equinos, quizás por contar con más espacio. Apenas algún que otro mordisco o coz de los garañones que solo en una ocasión elevaron patas delanteras al cielo para hacerse notar. En esta ocasión uno de los ejemplares más míticos de la cabaña del Santo, Raio, no pudo ser bajado desde los montes a los cierres de O Castelo y O Peón. Lo mismo ocurría con otro semental muy conocido, Fungón.

Los minutos discurrían a un ritmo más veloz del habitual para el público, mientras el cansancio comenzaba a aflorar entre los forzudos de Sabucedo, que iban turnándose en sus esfuerzos. En la recta final los más jóvenes tuvieron protagonismo demostrando que esa herencia ancestral cuenta con salvaguarda para el futuro, además de mostrar sus habilidades una aloitadora. No faltaban las instrucciones de los veteranos sobre cómo cruzar los brazos y bajar la cabeza de los caballos. Todo ello con el telón de fondo de la música tradicional y bajo un cielo encapotado, aunque con una temperatura agradable para seguir esa batalla sin vencedores ni vencidos, que concluía en torno a las dos de la tarde con la salida de los animales hacia el cierre, antes de degustar pulpo o parrilladas de carne para reavivar fuerzas.

Una rapa das bestas diferente pero igual de intensa, seguida por más de un centenar de periodistas de siete países. Hoy los caballos recuperarán su libertad en los montes. Hasta otro verano.

Imágenes para una película de Sorogoyen

En el 2019 acudía a comprobar sobre el terreno la belleza de la rapa y estudiar la viabilidad de grabar esta ancestral lucha. El cineasta Rodrigo Sorogoyen repetía ayer junto a su equipo para tomar imágenes de una experiencia que calificó de único. Formarán parte de su futura película «As Bestas», un thriller ambientado en Galicia.