Marín llora a la pequeña Marta, una apasionada del deporte a la que Gómez Noya regaló su medalla

PONTEVEDRA

PACO RODRÍGUEZ

La pequeña, de 14 años, pudo cumplir su sueño de conocer al triatleta en el ProTour que se celebró en Pontevedra hace dos años

18 ago 2021 . Actualizado a las 20:51 h.

A Marta le gustaba el fútbol y el triatlón. El primero lo practicaba y el segundo le apasionaba por las gestas de Javier Gómez Noya. No se perdía sus competiciones. Las malas pasadas del destino hicieron que unos días antes de que se disputase el Mundial de Triatlón de Larga Distancia en Pontevedra, los médicos le detectasen un osteosarcoma en la pierna con tan solo 12 años. Ella, guerrera hasta sus últimos días, quería estar entre el público, pero le tocaba estar ingresada en el Hospital Clínico de Santiago, donde pasó grandes temporadas. Su madre Virginia, una de esas mujeres que pese a los golpes siempre mantenía una actitud positiva, removió cielo y tierra para ponerse en contacto con él. Y al final, esos primeros días de hospital tuvieron una sorpresa, una de las más grandes para la pequeña.

«Hola Marta, te mando un abrazo muy fuerte y mucho ánimo, espero que sigas con el deporte y estamos todos apoyándote». Estas fueron las palabras que le grabó Gómez Noya en un vídeo que Marta vio mil y una veces. Los médicos, viendo la pasión de Marta, la dejaron volver a Pontevedra para ver el Mundial de Triatlón. Y aunque no pudo saludarlo, Virginia recordaba entonces que «estaba feliz» y la niña comentó a La Voz de Galicia: «Lo vi pasar en bici y corriendo por la zona de la Cruz Roja y me encantó».

Esa felicidad hicieron más amables esos primeros días de hospitales y tratamientos. Pasó temporadas ingresada y otras en su casa de Marín junto a su familia, su principal apoyo durante estos dos años. Esa oportunidad de conocer a Gómez Noya tenía que llegar. Y así fue. Unos meses después del Mundial, sacó fuerzas para asistir al ProTour de Pontevedra, una prueba nacional que arrancaba en al ciudad.

Cumplió su sueño

Marta estaba en tratamiento. La organización le habilitó un sitio en la zona VIP para que esta vez pudiese conocerlo. Solo había que verla. Estaba feliz, apoyada en sus muletas, como una espectadora más en una prueba en la que coincidieron los mejores triatletas de España. Su madre Virginia reconoció después de la prueba que tanto ella como la niña «estaban súper nerviosas». Permanecieron en esa zona hasta que cruzó la meta. Y finalmente pudo cumplir su sueño. Gómez Noya se acercó a ella, le regaló la medalla de bronce que acababa de conseguir «y le dijo que la cuidara, que le había costado mucho conseguirla». Ese mismo día conoció también a Mario Mola y a la triatleta Anneke Jenkins, mujer de Gómez Noya, que también competía en la categoría femenina del ProTour. Marta Ribada regresó después al hospital para continuar con un tratamiento que se hacía demasiado duro por momentos.

Su madre, Virginia, no sabe ni cuantas veces pudo haber escuchado Marta aquel vídeo de ánimo del deportista ferrolano, pero ella no se cansaría nunca de darle las gracias por poner una sonrisa en la cara de Marta. Fue su medicina para curar esos días «pochos», pero como decía su madre: «Era una buena guerrera». Marta Ribada Abilleira falleció en Marín el pasado lunes y su cuerpo descansa ya en el cementerio de A Raña.