El artista del hierro que ya levantó un puente de Rande y le falta la Torre Eiffel

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Martina Miser

En sus 23 años como profesor de soldadura, Mariano Seijo ha elaborado infinidad de réplicas, alguna como prueba en un juicio

14 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mariano Seijo Vidal empezó con 17 años a trabajar como chapista en Transportes La Unión y con 60 sigue soldando en hilo. Una lesión lo apartó de los talleres y lo orientó hacia el mundo de la enseñanza y desde hace 23 años imparte cursos de formación homologados en el sector de la metalurgia por el que han pasado miles de personas, calcula. Para la Administración, para sindicatos, para empresas..., dio clases en casi todo el naval vigués y hasta en la prisión de A Lama, a hombres y mujeres de todas las edades y condición.

El de soldador es uno de esos oficios con gran demanda de mano de obra, tanto es así que hasta hay músicos que acuden a sus clases en busca de un título que los acredite para emplearse en el ramo. Y como en O Salnés no había posibilidad de obtener esta formación, Seijo decidió abrir su propio centro cerca de casa.

Martina Miser

Los cursos tienen una importante vertiente práctica y estas clases le permiten hacer verdaderas joyas en forja; desde pequeños, pero pesados hórreos, hasta una réplica de doce metros de largo del puente de Rande. Es esta, sin duda, la obra de la que se siente más orgulloso. La hizo en 2010 con motivo de un curso del Forga en Vigo y desconoce donde puede estar -«e iso que a busquei», apunta- de modo que debe conformarse con verla en foto. A esta maqueta gigante construida como un mecano no le faltaba detalle; tenía sus pilares, sus cambios de rasante, las farolas, los coches y hasta la líneas de la calzada.

No menos minucioso fue el trabajo que hizo con el Boadeep, uno de los barcos más grandes del mundo que hasta tenía helipuerto, que él reprodujo en tres metros de largo aprovechando un curso en Formega. O el helicóptero de dos metros y medio da largo por un metro de alto que todavía conserva al lado de la piscina de Casa Mariano (Sanxenxo), y la bicicleta, el avión, los barquitos y la rana Gustavo que también tienen su réplica en hierro y adornan sus jardines.

Todo está hecho y diseñado por él y la lista no se acaba en A Revolta. Su última creación es el logotipo del Origen de todos los caminos, la marca con la que la Mancomunidade do Salnés se presenta en el mercado como destino para peregrinos y se ha podido ver ya el mes pasado en la feria Fitur. A partir de este verano esta especie de rosa de los vientos acompañará a un banco que se colocará por varios puntos de O Salnés, con el fin de promocionar este producto turístico.

Martina Miser

Mos es otro de los concellos en los que Seijo ha dejado su impronta, en concreto con una patrullera militar que se expone en el Centro de Desarrollo Local y el vestidor para el cura que construyó para la iglesia de Santiaguiño. El sacerdote no tenía un lugar donde cambiarse y Seijo supo cubrir esta carencia con su arte y unos puntos certeros de soldadura. Lo que no salió adelante fue la propuesta de Abel Caballero de plantar uno de sus barcos de hierro en una rotonda de Vigo.

El Fátima sí llegó a buen puerto, al de la sala del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, donde se presentó como prueba en la defensa de las viudas de las víctimas de aquel naufragio ocurrido en Portugal en el 2007. El objetivo era que estas mujeres pudiesen cobrar sus pensiones y la réplica del malogrado palangrero ayudó a ello. No había planos y este artesano del hierro tuvo que rehacer el barco prácticamente a ojo, «ata o escorei vinte graos para amosalo tal e como se afundiu», explica.

Mariano Seijo es un referente en el sector en Galicia; en su currículo caben casi todas las especialidades -soldadura de electrodo revestido, MIG/MAG, TIG, calderería y tubería industrial, soldadura oxiacetilénica e  interpretación de planos- y es inspector internacional de soldadura. Con todo, le queda una espinita clavada: la Torre Eiffel. Ya hizo los planos y una vez estuvo a punto de darles forma, pero sus 5 metros de alto por 2,50 metros de base no lo ponen fácil a la hora de armar y desarmar semejante artilugio. La obra maestra de Eiffel lo motiva a él y a sus alumnos de modo que sigue en la lista de tareas pendientes.