Javier Porro: «No se suspende la Semana Santa, lo que se suspenden son las procesiones»

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

El párroco de Santa María explica que la cuaresma arranca esta semana con un miércoles de Ceniza adaptado a las restricciones por el coronavirus

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Por segundo año consecutivo, la pandemia del coronavirus ha vuelto a condicionar las celebraciones de la Semana Santa en Pontevedra. En todo caso, el párroco de Santa María, Javier Porro, deja claro que «no se suspende la Semana Santa, lo que se suspenden son las procesiones. La Cuaresma, el miércoles de Ceniza... todo esto se celebra, aunque adaptado a las circunstancias».

-En el caso de Santa María, ¿cómo se ha adaptado, por ejemplo, para celebrar en unos días el miércoles de Ceniza?

-Este miércoles de Ceniza se mantienen las celebraciones habituales con el aforo permitido y lo único que varía es la forma de la imposición de la ceniza. Antes se decía personalmente a cada feligrés «conviértete y cree en el evangelio» y ahora se va a decir de forma general, y luego individualmente, en lugar de poner la ceniza en la frente, se dejará caer sobre la cabeza para evitar el contacto. Se mantiene, por tanto, la imposición de la ceniza, pero adaptada para que no haya contacto físico.

-Imagino que con las restricciones sanitarias habrán tenido que buscar alternativas en determinados ritos.

-Más bien, tuvimos que adaptarnos a las circunstancias. Ahora mismo mantenemos en un tercio el aforo de las iglesias, pero hemos seguido celebrando confirmaciones o las catequesis. Eso sí, evitando el contacto directo. En el caso de las catequesis las sigue habiendo en las casas y son los padres los que están dando los temas a sus hijos, eso sí, asesorados. Y con vista a la Cuaresma seguirá habiendo via crucis en las iglesias.

-¿Y en Semana Santa?

-Seguiremos celebrando el Jueves Santo, Viernes Santo, la vigilia de Pascua y Resurrección o, incluso, los bautismos. Lo que pasa es que si antes en la celebración de los bautismos había cuatro familias, pues ahora solo habrá una para evitar mezclar no convivientes. Son pequeños matices. Quizás lo que más llama la atención es que no va a haber procesiones en la calle.

-¿Qué puede suponer esto para los fieles?

-Por un lado, habrá quien lo viva como algo que lleva muy en su corazón y sientan que es una lástima no poder hacerlo porque tiene una dimensión comunitaria importante, muy fuerte. Pero ya el año pasado hubo personas que lo vivieron a través de los medios de comunicación y lo vivieron con una impresión espiritual muy fuerte. Es decir, el no poder participar de una gran celebración, con iglesias llenas, y, por el contrario, verlo desde sus casas por televisión les ayudó a vivirlo de otra manera... Y se sorprendieron.

-¿Se plantean emplear las nuevas tecnologías para, por ejemplo, emitir celebraciones litúrgicas en directo?

-Eso ya lo están haciendo algunas televisiones. Personalmente, no lo haría. Para retransmitir un sacramento hay que hacerlo de una manera digna y yo no soy profesional. Creo que los medios que las emiten lo hacen muy bien. En este sentido, pienso que es algo muy cubierto. En cualquier caso, si una persona no puede participar en la iglesia, está bien, pero no quiere decir que la televisión suplante a lo presencial. Es como si ves un programa de Arguiñano o te pones a comer en tu casa un plato de lentejas. El programa de Arguiñano estará muy bien, pero no te vale para alimentarte. En la misa pasa lo mismo. Si la ves por televisión no te alimenta el alma. La misa de la tele no vale, aunque siempre está mejor que no hacer nada. Lo que vale es lo presencial, por lo que animo a la gente a que, guardando las recomendaciones sanitarias, participe presencialmente. Las parroquias hemos hecho un esfuerzo muy grande para aumentar el número de misas.

-En todo momento, alude a las restricciones sanitarias, pero ¿en que otros aspectos está incidiendo la pandemia?

-Por ejemplo, a nivel de Cáritas hemos aumentado muchísimo la atención a las familias, pero también es cierto que se ha incrementado el número de voluntarios como ha aumentado la implicación de los padres en la catequesis de sus hijos. Los coros han desaparecido porque no se han permitido y, por otro lado, ha descendido el número de fieles que acuden a misa porque son personas de riesgo y, lógicamente, se quedan en casa.